Los secretos del funcionamiento del suelo de un coche de Fórmula 1
El efecto suelo regresó a la Fórmula 1 tras varias décadas en el olvido, y aquí están los secretos del funcionamiento de la nueva clave del Gran Circo.
El ingeniero Enrique Scalabroni sigue muy de cerca el mundo de la Fórmula 1 desde hace muchos años, y aunque no está implicando en ningún equipo, el antiguo diseñador de Ferrari realizó un concepto del suelo de un monoplaza del Gran Circo. Según el argentino, Adrian Newey es el único que conoce todos los secretos del efecto suelo, y basó su tesis universitaria en ello, puesto que lo puso en práctica en 1980.
"Newey es como un gato jugando con pequeñas ratas", dijo el ingeniero. De los técnicos que conocían a la perfección los secretos del efecto suelo, solo queda el genio de Red Bull, puesto que todos los demás son de una generación posterior que no han llegado a comprender qué ventajas se pueden explotar en los coches actuales con los túneles Venturi.
Gestionar el flujo aerodinámico y saber extraer la carga no es sencillo, y el británico es capaz de hacer un monoplaza menos sensible a los cambios de altura, que no solo afectaría al rendimiento de la carrocería, sino también a la suspensión. Entre el Gran Premio de Mónaco y España pudimos observar varios coches desde abajo, mostrando las diferentes filosofías de los fondos.
Cada equipo desarrolla sus propios conceptos, fruto de un profundo análisis del reglamento, aunque es cierto que la importancia del suelo es vital porque generan en torno al 60 y 65% de la carga aerodinámica. Sin embargo, hay partes del fondo que funcionan de forma muy diferente cuando varía la velocidad y la perfecta integración de las piezas puede favorecer un enorme incremento de la carga aerodinámica, o puede generar un comportamiento muy variable hasta el punto de ser inestable y restar confianza a los pilotos.
El primer caso parece ajustarse a la perfección a lo que hace Red Bull, mientras que lo segundo está cerca de lo que ocurre en Ferrari y Mercedes. Las escuderías quieren llevar al extremo sus ideas, con un SF-23 y un W14 que ha buscado el pico de carga en el túnel de viento, mientras que el RB19 apuntaron a un valor más absoluto de downforce, lo que proporciona un punto medio con un monoplaza menos sensible a las variaciones de altura.
Evidentemente, no disponemos de las cifras para comparar, que permanecen en el más absoluto secreto de los equipos, pero hemos recibido algunos datos confidenciales de un aerodinamista que prefiere permanecer en el anonimato y que nos ha alertado de un fenómeno. Se trata de que el fondo, tal y como lo define el reglamento, se puede dividir en tres partes que no están separadas entre sí, pero que funcionan en condiciones muy diferentes.
Encontrar la perfecta integración es quizá lo más difícil, puesto que además de los túneles Venturi que actúan a lo largo de la carrocería, se puede segmentar el suelo en tres zonas, con la delantera en la que residen las entradas y desviadores de flujo que crean el efecto que tenían los bargeboards en 2021. La intención de los ingenieros es alimentar el efecto outwash que se incrementa a medida que crece la velocidad [cuanto más aire va hacia el exterior de la rueda trasera, mayor es la posibilidad de que las turbulencias nocivas generadas por la delantera en movimiento puedan colarse bajo la zona central, provocando pérdidas].
La segunda sección del suelo trabaja en una zona de baja presión, puesto que la parte central no está llamada a empujar el flujo como la delantera, sino que funciona como un túnel Venturi que debe ser capaz de mantener el fondo cargado sin pérdidas laterales que puedan verse influídas por los cambios bruscos de altura.
El tercer elemento es el difusor, que debe expandir el aire hacia el exterior, con una parte que finaliza el trabajo realizado anteriormente, pero para ser eficaz no debe verse afectado por el patrón del flujo aerodinámico. El suelo no funciona de la misma manera a distintas velocidades y alturas sobre el suelo, lo difícil es encontrar un equilibrio en la transición de alta a baja velocidad sin provocar pérdidas que provoquen una inestabilidad repentina.
Y si en esa delicada situación permitimos que aparezca el porpoising, es sencillo comprender que todo el meticuloso trabajo realizado se vaya al traste. Por lo tanto, hay que dar la enhorabuena a Adrian Newey y Red Bull por ser los primeros en llegar a la excelencia con el complicado efecto que regresó tras décadas en el olvido de la Fórmula 1.
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