Por qué el podio de Qatar pesa distinto para Sainz que el de Bakú
El madrileño logró en Losail un podio construido a base de ideas, ritmo y ejecución, muy distinto al de Bakú, que llegó como un alivio en medio del caos.
Foto de: James Sutton / Formula 1 / Formula Motorsport Ltd via Getty Images
Hay podios que sirven para sobrevivir, y otros que sirven para consolidar. El de Carlos Sainz en Baku fue lo primero; el de Qatar, sin duda, lo segundo. Y quizá por eso el madrileño salió del desierto con una sensación que va más allá de la simple felicidad: habló de orgullo, de confirmación… y de una Williams que, por primera vez en toda la temporada, funcionó como un bloque perfecto.
Y eso, en un año tan montañoso como el suyo, es oro puro.
Porque lo logrado en Losail tiene una lectura evidente: este podio no estaba en ningún guion posible para Williams. No lo estaba el jueves, cuando el propio Sainz avisaba de que el trazado qatarí, plagado de curvas medias y rápidas, era exactamente ese tipo de circuito donde el FW47 solía sufrir. No lo estaba el viernes, pese a que el famoso "setup loco" que Sainz insistió en probar empezó a funcionar. Y desde luego no lo estaba al mirar la parrilla: McLaren F1, Red Bull Racing y Mercedes eran, por ritmo puro, tres mundos aparte.
Y sin embargo…
La diferencia: en Bakú se alivió; en Qatar se reivindicó
La propia voz de Sainz lo resume mejor de lo que lo haría cualquier análisis. Cuando le preguntaron si este tercer puesto sabía más dulce que el de Azerbaiyán, no dudó: "Se siente diferente. Bakú fue un alivio, porque llevaba diez carreras muy difíciles… una de esas temporadas donde nada sale. Pero en cuanto tuve una oportunidad, la aproveché y le di al equipo un podio que necesitábamos".
Y ahí está la clave. En Bakú, Sainz estaba hundido en el Mundial con solo 16 puntos. Albon llevaba 70. El madrileño se jugaba más que un resultado: se jugaba cortar una hemorragia deportiva tras mucha mala suerte durante el primer tramo del año. Aquel podio era necesario, casi obligatorio, y además era un circuito donde sí era realista ver al Williams en el top-3. Salía segundo, tenía la velocidad en recta de su lado y solo tenía que ejecutar.
Qatar, en cambio, era otra historia.
Losail: un podio sin explicación lógica… salvo la de Carlos Sainz
Sainz partía séptimo. Según la jerarquía teórica del Campeonato, debía terminar séptimo u octavo, como mucho. Pero Qatar tiene sus propias reglas. Y Sainz las leyó todas.
Primero, una salida brillante para colocarse quinto. Luego, un primer stint sólido, justo antes de que McLaren abriera la puerta del podio con una estrategia difícil de entender incluso para el paddock. Pero lo más impresionante llegó después: los stints de Sainz fueron de piloto grande, con un ritmo altísimo en el duro que sostuvo hasta donde nadie imaginaba.
Y cuando el neumático se vino abajo, ya había construido una muralla suficiente para que Norris ni siquiera oliera la posibilidad de ataque. El resultado: Sainz, Verstappen y Piastri compartiendo podio. Tres pilotos que este domingo jugaron deportes distintos, pero que coincidieron en la foto.
"Es mi día más orgulloso en Williams"
Foto de: Peter Fox / Getty Images
Cuando le preguntaron si era el día más feliz, Sainz matizó. Porque aquí no hablamos de euforia, hablamos de trabajo. "Creo que es mi día más orgulloso en Williams. En Bakú estaba muy feliz, claro, era el primero. Pero este… este es orgullo. Por mí y por todo el equipo".
Y tiene motivos: Williams firmó un fin de semana perfecto. Estratégicamente impecable, pit stops sin errores, ejecución afinada… y un coche que, por primera vez en el año, se comportó exactamente como debía cuando Sainz necesitaba que se comportara.
La tendencia ha cambiado: del caos al dominio interno
Este podio no era necesario. No hacía falta para justificar nada. Porque la temporada de Sainz, tras un inicio plagado de adaptaciones, averías y tráfico inoportuno en clasificación, ha cambiado radicalmente.
En las últimas siete carreras:
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Sainz ha sumado 48 puntos.
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Albon, solo 3.
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De estar a 54 puntos de su compañero, ahora está a solo 9.
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Y Williams ya es matemáticamente quinto en constructores.
Es el madrileño quien está tirando del carro en la recta final. Y no es casualidad: ha encontrado el ritmo, la confianza y —sobre todo— el entendimiento con un coche que al principio parecía hablar otro idioma.
Por eso Qatar pesa más que Bakú. Porque en Losail no se trataba de necesidad, sino de reivindicación. Porque aquí no ganó el contexto, sino el piloto. Y porque Sainz sabe que, si este es el prólogo del salto a 2026, el guion empieza a tener muy buena pinta.
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