El debut en F1 de Verstappen y Sainz como compañeros en Toro Rosso

En el inicio de la temporada 2015 de Fórmula 1, nadie se podría imaginar que Lewis Hamilton y Mercedes dominarían con tanta comodidad hasta batir todos los récords establecidos por Michael Schumacher y Ferrari [con la excepción del título mundial de Nico Rosberg], pero mucho menos, que dos jóvenes que se estrenaban un 15 de marzo en el Gran Premio de Australia serían dos de los más aclamados en la parrilla.

En esa primera carrera del año en Melbourne, el equipo Toro Rosso estrenaba la dupla formada por Max Verstappen y Carlos Sainz, unos diamantes en bruto que tenían madera de campeón, pero que necesitaban mucho hasta llegar a lo más alto. Con un todavía menor de edad neerlandés [el piloto más joven de la historia en competir en una carrera de la máxima categoría del automovilismo] y un madrileño al que le decían que estaba ahí solo por su apellido [su padre, Carlos Sainz, es dos veces campeón del mundo de rallies], se aventuraron en una nueva campaña.

Ese día, Ferrari demostró que podía ser un candidato a tener en cuenta para el resto de la campaña con un Sebastian Vettel que se vestía de rojo por primera vez, aunque ese sueño de ser campeón del mundo con el Cavallino Rampante no se llegó a cumplir. Sin embargo, ni el germano ni la 34ª victoria de Lewis Hamilton para otro doblete más de Mercedes con Nico Rosberg en el segundo escalón del podio, fueron los grandes protagonistas.

Sería McLaren, que competía por primera vez con motores Honda en la era híbrida del Gran Circo después de varias décadas, intentando emular el éxito que cosecharon con Ayrton Senna, pero les faltaba una de las piezas clave del proyecto, Fernando Alonso, que no pudo participar por unas misteriosas lesiones que tuvo en los test de pretemporada en el Circuit de Barcelona-Catalunya y de las que poco se saben en la actualidad.

Como sustituto, los de Woking contaron con Kevin Magnussen, que perdió su asiento en la escudería, y que ni pudo arrancar la carrera por un problema en el motor, cosa que se repetiría en toda la época del binomio británico-japonés. Una vez que se apagaron los semáforos, los debutantes peleaban en la pista, con Carlos Sainz aprovechándose del abandono de su compañero para sumar dos puntos en su estreno en la Fórmula 1, aunque no fue el mejor de los pilotos novatos.

De manera sorprendente, Felipe Nasr con el Sauber se alzó con la quinta posición, incluso por delante del Red Bull de Daniel Ricciardo, y fue el último de los que no fueron doblados por los de las flechas de plata. Sin embargo, la historia depararía caminos muy diferentes para esos debutantes, y solo hay que mirar la tabla estadística, con el neerlandés cosechando títulos mundiales, el español ganando en Ferrari y el brasileiro acabando en la IMSA con un Porsche 963 LMDh.

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