El síndrome compartimental frena a Acosta: "Llevo un año así, hay que cambiar algo"

A pesar del optimismo que siempre quiso proyectar durante el invierno, en medio del temporal que azotaba a KTM en los despachos y en los bancos, Pedro Acosta se ha dado con una pared de hormigón una vez arrancó el Mundial, subido a una moto que no evoluciona y que está muy lejos de las pretensiones prometidas, por él y por la propia fábrica austríaca.

Tras terminar el 12º la sprint en Tailandia, y caerse al día siguiente en la prueba larga, Acosta finalizó el décimo en la carrera corta en Termas de Río Hondo, y mejoró una plaza el domingo. Al español se le vio suelto en el primer tramo de la carrera, metido en varias grescas con Joan Mir, Ai Ogura y Fabio Di Giannantonio. Sin embargo, la falta de agarre de su RC16, por un lado, y la aparición de dolores en los antebrazos, por el otro, le impidieron forzar e ir para adelante.

Acosta, que urge a KTM a entender por qué el comportamiento de la moto cambia tanto en función de las condiciones, hizo un balance más positivo tras la carrera que tras la sprint, al menos en lo técnico; pero insistió en que esta situación no le satisface, ni a él ni a ninguno de los pilotos de la marca.

Pedro Acosta, Red Bull KTM Factory Racing

Foto de: Red Bull Content Pool

"La carrera fue mejor que la sprint. Tenemos que entender por qué la moto cambia tanto de una sesión a otra, y de un día, a otro", explicó el murciano. "Pero, al menos, la moto funcionó como eso, como una moto”, resumió Acosta, que sigue insistiendo en que tiene dos años de contrato con KTM, y que su intención es cumplirlos.

"No nos gusta estar así. Ni a mí, ni a Brad Binder, que ha ganado mundiales y carreras de MotoGP. Y lo mismo con Maverick Viñales, que es campeón de Moto3 y ha peleado por un título de MotoGP, y Enea Bastianini, que también", ahondó el español, que tras los dos primeros eventos figura el décimo en la tabla general, con 12 puntos, siete menos que Binder (octavo), el mejor situado de entre los representantes del fabricante de Mattighofen, y a 62 puntos de Marc Márquez, el líder.

Combinado con las carencias de la KTM, Acosta rodó lastrado la segunda parte de la prueba larga a raíz de la aparición del síndrome compartimental en ambos antebrazos. Eso le impidió realizar cambios de dirección con agresividad, y plantearse atacar. Eso mismo le ocurrió en su estreno en MotoGP, el año pasado, en Qatar, pero desde entonces no volvió a lamentarse de eso. No obstante, escuchándole ahora parece que este problema ha estado mucho más presente de lo que a él le gustaría.

"Sabemos de dónde viene. La única vez que tuve ese tipo de problemas fue en mi primera carrera de MotoGP. Llevo un año quejándome, hay que cambiar algo", apostilló Acosta, quien, según dijo, no tiene previsto pasar por el quirófano: "No me he operado nunca ni tengo previsto hacerlo", zanjó.