El día de la eclosión de Fernando Alonso y Kimi Raikkonen en F1

Kimi Raikkonen y Fernando Alonso fueron, sin lugar a dudas, los mejores representantes de la nueva generación de pilotos que llegó a la Fórmula 1 a principios de la década de los 2000. Habiendo empezado en estructuras modestas, uno en Sauber y el otro en Minardi, ambos talentos no tuvieron que esperar demasiado para encontrar refugio en equipos capaces de explotar a la perfección su potencial.

Así, en los albores de la temporada 2003, Raikkonen iniciaba su segundo año con McLaren, mientras que Alonso hacía su reaparición en la parrilla como nuevo piloto de Renault.

Los jóvenes pilotos tenían mucho trabajo por delante para dar caza a los más veteranos, que tenían monopolizadas las plazas de honor. Michael Schumacher y Rubens Barrichello habían dominado en la anterior temporada gracias al F2002 de Ferrari. A los de Maranello solo se les escaparon dos victorias: una de David Coulthard y otra Ralf Schumacher. Todos los apellidos citados llevaban en el Gran Circo desde los 90.

Sin embargo, el importante cambio normativo introducido para 2003 contribuyó a alterar el status quo. En la primera cita del año, en Australia, Raikkonen estuvo a punto de subir a lo más alto del podio, pero un drive-through por exceso de velocidad en el pit lane terminó por arrebatarle la oportunidad. 

Räikkönen se quedó a las puertas en Melbourne, con una soberbia defensa frente a Schumacher.

Pero fue solo un contratiempo temporal, y volvió a presentar su candidatura dos semanas después, en el Gran Premio de Malasia.

En la sesión de clasificación, Alonso se hizo con la primera pole position de su carrera, después de haber registrado un vertiginoso 1:31.044. Su logro supuso todo un récord de precocidad, al llevarse la qualy con solo 21 años, 7 meses y 23 días. Desde entonces, solo Sebastian Vettel y Charles Leclerc fueron capaces de superar su marca.

Jarno Trulli, al volante del otro R23, completó la fiesta en Renault al clasificarse en segunda posición. 

Fernando Alonso

El domingo, Alonso y Trulli mantuvieron el liderato en los primeros compases, seguidos de Schumacher y Coulthard. El piloto de Ferrari intentó contener al McLaren, pero acabó golpeando al pobre Trulli en la segunda curva.

Fue el comienzo de una auténtica carnicería. Schumacher y Barrichello se desplomaron en la clasificación, Montoya perdió su alerón trasero, Pizzonia el delantero... y Justin Wilson, 19º en la parrilla y a los mandos de un crítico Minardi, escaló hasta la octava plaza.

Wilson estaba realizando una carrera heroica, pero un HANS mal ajustado le agotó y le obligó a retirarse.

Esa caótica salida también le vino bien a Raikkonen. El finlandés partía desde el séptimo lugar, y supo aprovechar las desventuras de los Ferrari y de Montoya para colocarse cuarto, pegado al difusor de Nick Heidfeld. El expiloto de Sauber superó fácilmente a su antiguo compañero de equipo, y cuando estaba a punto de dar caza a Coulthard, este fuera víctima de la fiabilidad de su MP4-17D.

Llegados a ese punto, estaba claro que la victoria en el Gran Premio de Malasia iba a disputarse entre Alonso, de 21 años, y Raikkonen, de 23. 

El piloto de McLaren se esforzó al máximo para reducir la diferencia con el asturiano de seis a cuatro segundos en las diez primeras vueltas. Pero el duelo entre los dos talentos duró poco. Con menos combustible, Alonso paró en la vuelta 14 para repostar, mientras que Raikkonen pudo continuar hasta la vuelta 19. El finlandés aprovechó para tirar en esas cinco vueltas, logrando salir de boxes por delante de Fernando.

Ya en cabeza de carrera y sin nadie por delante, Raikkonen impuso su ley. Mientras tanto, Alonso veía cómo Barrichello reducía diferencias. La historia se resolvió finalmente en la vuelta 35, también con una parada en boxes de por medio, en la que el brasileño pasó a rodar segundo. 

Kimi Raikkonen bajo la bandera a cuadros

Por delante, Raikkonen conseguía por fin su primera victoria. Las emociones estaban a flor de piel en el box plateado, y el mismo Ron Dennis dejó escapar unas lágrimas en el muro.

El escandinavo cruzó la meta con una colosal ventaja de 40 segundos sobre su más inmediato perseguidor, Barrichello, e inscribió su nombre junto al de los más grandes del campeonato.

Alonso no se quedó atrás. Aunque no pudo luchar por la victoria, su histórica pole position se vio recompensada con su primer podio, el primero para Renault desde su regreso como fabricante. El español tendría que esperar al Gran Premio de Hungría para alzarse con la medalla de oro. 

Aquel día supuso toda una revolución para la Fórmula 1, que vio cómo la nueva generación de pilotos lograba desbancar a los pesos pesados de la década anterior.