Graham Hill, el "Señor de la Trilogía"
Mónaco, Indianápolis, Le Mans, la trilogía perfecta que tuvo un solo ganador en la historia del motorsport.
Graham Hill
Indianapolis Motor Speedway
Cada vez que asoman el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 y las tradicionales 500 millas de Indianápolis, sumado a la proximidad de las míticas 24 horas de Le Mans, emerge indiscutible el nombre de Graham Hill.
El británico, que tuvo su registro de conducir más allá de los 45 años de edad, fue tan conocido por sus dos campeonatos mundiales en F1 y por su enorme eficacia en el trazado urbano de Montecarlo, que muchas veces queda en segundo plano su enorme legado, como el único piloto de la historia que ganó las tres carreras más emblemáticas del deporte motor internacional.
Eran tiempos donde las grandes figuras mundiales podían correr en todas las categorías que quisieran, no había limitaciones ni tampoco existían los contratos de exclusividad de la actualidad, que hacen de los pilotos un producto más en la maraña empresarial en la que se han convertido la mayoría de los equipos de competición.
Antes, nada de esto existía, por eso la historia tuvo a un hombre como John Surtees, campeón del mundo en F1 casi inmediatamente después de haber ganado siete mundiales de motociclismo.
En la misma sintonía, pero con un destino trágico tenemos al talentoso Jim Clark, que falleció en un accidente mientras corría en Fórmula 2, cuando ya era un consagrado bicampeón del mundo y también ganador de las 500 millas de Indianápolis.
Imaginen hoy circunstancias como las que acabamos de mencionar.
Allí toma real dimensión el legado de Graham Hill, campeón del mundo en Fórmula 1 en 1962 y en 1968 y cinco veces ganador del GP de Mónaco, tres de ellas de forma consecutiva, encadenando las victorias en el principado en 1963, 1964 y 1965, sumando luego los triunfos de 1968 y 1969, razón por la que se lo conoció como Mr. Mónaco.
Sus números en la pista urbana más glamurosa fueron tan impresionantes, que solo pudo superarlos Ayrton Senna con seis triunfos, mientras que Michael Schumacher los igualó con cinco.
Las 500 millas de Indianápolis formaron parte del mundial de Fórmula 1 hasta 1960, casi siempre con dominio de pilotos estadounidenses. Sin embargo, en 1966, con un título mundial en sus espaldas, Graham Hill fue a por la hazaña y logró vencer pilotando un Lola.
El palmarés de este extraordinario piloto añadió en 1972 el triunfo en las 24 horas de Le Mans, al comando de un Matra que compartió con Henri Pescarolo.
Allí Graham cerró la trilogía perfecta y tres años más tarde, en 1975, su vida se apagó en un accidente aéreo mientras pilotoba su propia aeronave en compañía de Toni Brise, corredor de la escudería que había fundado el propio Hill.
Nadie jamás pudo lograr semejante proeza. Hay pilotos que se han acercado, ganando dos de las míticas pruebas, como Juan Pablo Montoya o, más recientemente, Fernando Alonso, pero ninguno más que Graham Hill, el hombre del casco negro azulado, con las mangas blancas (por el Club de Remeros de Lóndres) tuvo el honor de vencer en las tres.
Un dato más que por el momento tiene a la familia Hill como protagonista, da cuenta de que Damon Hill, campeón del mundo en 1996, fue el único hijo de un campeón que repitió este título en F1 hasta que Nico Rosberg logró lo mismo que su padre Keke en 1982 en la temporada 2016.
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