Por qué el próximo contrato es más importante para Quartararo que para Yamaha

El sentido de la lealtad de Fabio Quartararo es incuestionable. Fue la marca de los diapasones la que apostó por él y le llevó a MotoGP en 2019, cuando parecía que aquella magia que le había hecho deslumbrar en el Campeonato de España (CEV), donde fue bicampeón en 2013 y 2014, se había perdido por algún rincón del 'paddock' del Mundial. Sin embargo, fue subirse a la M1 y volver a conducir aquel duende al que muchos bautizaron como el nuevo Marc Márquez. Siete años después de debutar en la categoría reina, el francés se ha establecido de forma incuestionable como el puntal del proyecto de Yamaha, a quien se unió como piloto oficial en 2021, en sustitución de Valentino Rossi, curso en el que se coronó campeón.

Quartararo ha ampliado en dos ocasiones (2022 y 2024) su compromiso bianual con el fabricante de Iwata, que está deseando que se concrete una tercera renovación. Eso llevaría al Diablo a completar un ciclo de 8 años vestido de azul. Lo que ocurre es que esta firma debe producirse en una etapa muy compleja para ambas partes. Para Yamaha, porque se encuentra en pleno proceso de reconstrucción, y volcada en el desarrollo del propulsor V4 con el que espera recuperar el nivel de competitividad que se le presupone a su moto.

Y para el chico de Niza, porque se enfrenta a un cruce de caminos ante el que debe decidir qué hacer con su vida: si volver a fiarse de las promesas de la marca, o si poner en marcha un plan alternativo para subirse a un prototipo que teóricamente le ofrezca más garantías. Eso sería optar por una vía similar a la que precipitó a Marc Márquez a renunciar a su último año con Honda (2024) para fichar por Gresini. La principal diferencia entre ambas casuísticas radica en que, mientras el catalán buscaba ponerse en cuestión a sí mismo para averiguar si seguía siendo competitivo, el galo no tiene ninguna duda de ello.

Lo que le empujaría a él a cambiar de aires sería, simplemente, el deseo de subirse a una moto que le permitiera volver a pelear regularmente por ganar. Sobre la cuestión económica, si bien se entiende que la posición del #93 le colocaba en una posición privilegiada por todo lo acumulado, los cerca de 20 millones que se habrá embolsado el #20 por este año y el que viene probablemente hagan que su enfoque sea distinto al de su última renovación.

Marc Márquez, Ducati Team, Fabio Quartararo, Yamaha Factory Racing

Foto de: Qian Jun / MB Media / Getty Images

La marcha de Márquez de HRC ha servido para que Honda se ponga las pilas a pesar de no tener al multicampeón al comando, y esa es una buena lección para Yamaha. Quartararo, en cambio, no puede permitirse seguir deambulando por las tinieblas. Sus declaraciones llevan a pensar que es imposible que siga en Yamaha más allá de 2026. Para cuando entre en escena el nuevo reglamento (2027) ya tendrá 28 años.

"Si no funciona esta apuesta, no me iré a un proyecto, sino a una moto que desde el principio me permita luchar por ganar", ha repetido a lo largo de este 2025, un ejercicio algo menos lúgubre que el anterior, en el que no rascó ni un solo podio, pero en el que sigue a años luz de donde cree que puede estar. La cuestión es saber hasta qué punto esta advertencia esconde un peligro real. Sobre todo, si tenemos en cuenta que Quartararo ya fue muy contundente con la falta de reacción de la firma japonesa, y con todo y con eso volvió a firmar con ella. "Yamaha es la prioridad porque fue quien me trajo a MotoGP. Le di una oportunidad, pero no habrá una segunda. Llevan tres años prometiéndome cosas en un PDF de diez páginas, pero no ha cumplido nueve y media de ellas", dijo, en una entrevista con Motorsport.com, en agosto de 2023. En abril de 2024, sin que la M1 hubiera mostrado síntomas de remontada, se anunció su continuidad, en un acuerdo que le convirtió en el miembro de la parrilla mejor pagado de 2025 y 2026, por delante de Márquez, de Pecco Bagnaia y de Jorge Martín.

Las circunstancias actuales son interesantes porque permitirán saber las intenciones de Quartararo. Yamaha solo está en condiciones de asegurarle inversión y empeño. Que eso termine manifestándose en un prototipo que le permita desafiar a los más rápidos, es otra cosa. El asunto aún se complica más porque la decisión de si quedarse o marchar la deberá tomar en los próximos meses. Y no parece realista pensar que, para cuando llegue ese momento, Yamaha le haya convencido con hechos, esto es, en pista. El motor V4 de la esperanza todavía no funciona a pleno rendimiento –"los japoneses no lo quieren forzar todavía", dijo Augusto Fernández, probador de la casa de Iwata, en Brno–, y ninguno de los corredores titulares lo ha podido probar aún. El mercado de MotoGP cada vez se activa antes, y con la cantidad de estrellas que aspiran a cambiar de moto en 2027 (Pedro Acosta, Jorge Martín), Motorsport.com entiende que hay marcas que ya están listas para presentar un preacuerdo para atar a su objetivo.

Por su talento y por su dimensión, Quartararo es una de las estrellas más rutilantes del momento. Pero ni siquiera puede permitirse encadenar otro periodo de sequía como el que arrastra desde 2022, cuando celebró su última victoria y terminó subcampeón. Para mantenerle, Yamaha está obligada a dar alguna señal inequívoca de recuperación, con la introducción del motor V4 o con lo que sea que se invente. Pero eso tiene que ocurrir pronto. De lo contrario, es inverosímil pensar en que el piloto repetirá el acto de fe que ya hizo en 2024, y que se volverá a fiar de una escudería que no ha cumplido con lo prometido.