Durante una semana pareció que Oliver Bearman era el nuevo fenómeno en la Fórmula 1, pero Carlos Sainz se recuperó para firmar una victoria épica en el Gran Premio de Australia 2024, lo que bajó un poco la ola de halagos hacia el británico. Sin embargo, la actuación del británico siguió siendo excelente con los de Maranello, quien dio lo mejor de sí mismo en el Gran Premio de Arabia Saudí.

Allí, el joven inglés tan solo tuvo la tercera sesión de entrenamientos libres para adaptarse el monoplaza rojo, muy diferente al Dallara de la Fórmula 2 y con el que se llevó la pole position en el circuito árabe.

El piloto de Prema se quedó fuera de la Q3 por unas milésimas, pero logró acabar séptimo en la carrera, por delante de algunos tan experimentados como Lewis Hamilton o Lando Norris. ¿Cómo debe calificarse ese debut? Sin duda, solo con buenas palabras, puesto que no tuvo ningún error grave y contribuyó al botín de puntos de la escudería italiana.

Dicho eso, tiempo después pudimos conocer una historia muy curiosa que humaniza el estreno de alguien de solo 18 años. Oliver Bearman tenía una extraordinaria capacidad mental para soportar la presión y evitar fallar, lo que podría haber afectado en su rendimiento sobre la pista.

No obstante, no todo fue de color de rosas, debido a que tuvo que superar algunas dificultades, y lo hizo a la perfección. El británico participó en el desarrollo del SF-24 con sesiones de trabajo en el simulador desde que fuera nombrado reserva del Cavallino Rampante, y siempre usó el volante de Charles Leclerc, que es distinto al de Carlos Sainz.

En el trazado urbano de Yeda, en cuanto recibió el aviso de Ferrari, preguntó al monegasco si podía utilizar su volante, pero este se negó por razones obvias, además de que prefirió quedarse con el de repuesto por si ocurría algún problema. Así pues, Oliver Bearman se vio obligado a emplear el del español, que descubrió antes de subirse al coche.

Il volante di Carlos Sainz e Oliver Bearman, Ferrari SF-24

Foto di: Giorgio Piola

Il volante di Charles Leclerc, Ferrari SF-24

Foto di: Giorgio Piola

Hay que decir que los dos titulares personalizaron sus volantes para obtener la mejor ergonomía en los ajustes. La principal diferencia se aprecia en las palancas de control del embrague. Charles Leclerc utiliza una única leva en el lado derecho, justo debajo de la leva del cambio, mientras que Carlos Sainz prefiere tener dos, uno a cada lado, con el dedo donde él suele ponerlo. Al madrileño le gustan las dos levas, situadas a las 7:20 horas, más debajo de donde termina la corona del volante.

Se intuye cómo el accionamiento de las respectivas palancas requiere movimiento muy diferentes que hay que practicar. O mejor dicho, para ser más precisos, deben memorizarse y automatizarse durante las sesiones de entrenamiento en el simulador, por lo que el británico no tuvo las mejores sensaciones al cortar el embrague en la salida, a pesar de que mantuvo su undécimo lugar en la parrilla.

Il volante di Carlos Sainz, Ferrari SF-24

Foto di: Giorgio Piola

Il volante di Charles Leclerc, Ferrari SF-24

Foto di: Giorgio Piola

Y otra sorpresa para Oliver Bearman llegó cuando activó el DRS por primera vez, puesto que en el volante de Carlos Sainz es donde Charles Leclerc tiene el repartidor de frenada, por lo que se arriesgaba a modificar el equilibrio de los frenos en lugar de abrir el alerón móvil. No es raro que un piloto se confunda, sobre todo cuando hay un cambio tan importante, pero hay que recordar que el monegasco ya lo sufrió cuando pidió una modificación en los botones de su volante a mitad de la temporada pasada.

En el Gran Premio de Abu Dhabi, convencido de que estaba activando la radio, se dio un baño con el agua que tenía en su monoplaza para hidratarse después de que olvidara ese cambio. Y no debe extrañarnos que el botón de bebida del SF-24 se eliminara el volante.

El ingeniero de pista del español, Riccardo Adami, fue el responsable de dirigir al joven sustituto, y solo tuvo palabras de elogio: "Me sorprendió lo rápido y ágil que fue Ollie [Bearman] a la hora de entender y ejecutar las cosas que habíamos discutido juntos. Por ejemplo, una vez tuvimos un problema con el botón de radio que se quedaba activado, del que le había hablado antes de la sesión".

"Yo le había explicado que hay dos botones para la radio, también hay uno en el cockpit, se dio cuenta inmediatamente y fue capaz de reaccionar de una forma muy rápida, apagando la radio", aseguró el italiano. "Ollie era como una esponja capaz de absorber toda la información que le dábamos, era sorprendentemente bueno".

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