'Carlos, el de los pasos largos', por Josep Lluis Merlos

Había muchas esperanzas depositadas en Pedro Acosta y Jorge Martín para esta temporada. Del "Tiburón de Mazarrón" se esperaba que arrasase en su estreno en Moto2 tras hacerlo en Moto3 la temporada anterior. Y del madrileño no sólo se creía que iba a ser el máximo aspirante a una Ducati del equipo oficial para 2023, sino incluso un claro candidato al título de MotoGP este año.

Tras siete carreras, el murciano es decimoséptimo en la clasificación provisional, con solo 20 puntos, y Jorge ocupa la decimoquinta, con apenas 28 puntos. El de Pramac sólo ha puntuado en dos carreras, y el del Team Ajo lleva las últimas cuatro con el casillero en blanco.

Hay quien dice que la culpa de ello está en "la presión" que ha ejercido la prensa sobre ellos durante todo el invierno. Claro; eso y la muerte de Manolete ya se sabe que siempre son culpa de los periodistas, responsables también de la plaga de mariposas que esta primavera se comen las hojas de los geranios. Todo es culpa de la prensa y de sus pérfidas intenciones. Siempre. Hay quien dice que con Carlos Sainz puede pasar lo mismo.

La semana pasada se presentó el GP de España de F1 en la llamada Plaça dels Somnis, en el corazón del Parque de Atracciones del Tibidabo. Y allí fueron muchos los que verbalizaron su sueño para la carrera de Montmeló: que el piloto español de Ferrari consiga aquí su primera pole y su primera victoria en F1.

Visto lo visto, anhelar aquello es más que legítimo y razonable. Ferrari dominó los test de pretemporada que se hicieron en el trazado catalán, lideran el mundial de constructores, Charles Leclerc ha ganado dos de las cinco carreras disputadas, y entre sus dos pilotos suman siete de diez podios posibles.

Pero Max Verstappen -al que el Circuit le encanta (aquí obtuvo su primera victoria, en 2016)- ha ganado las otras tres carreras en una temporada en la que, de momento, o sube a lo más alto del podio… o no puntúa.

El Circuit de Barcelona tiene una recta muy larga (1047 metros), y dos zonas DRS, y el Red Bull ha acreditado en las últimas carreras una velocidad punta endiablada. Y, además, el coche de Milton Keynes parece tener menos dificultades con la degradación de los neumáticos -a causa de su capacidad de generar mucha carga aerodinámica- que el de Maranello, un factor crucial en una pista con un asfalto muy abrasivo, aunque se vayan a utilizar los compuestos más duros de la gama disponible. Factores que no juegan a favor de Sainz, precisamente.

Carlos siempre se ha caracterizado por hacer pasos muy largos en su progreso. Lentos, pero constantes. No ha sido de grandes resultados explosivos, ni de un proceder llamativo. Su trabajo es como el de esos futbolistas que no hacen del gol su sentido vital, sino que son capaces de generar un juego sordo, de trabajar sin balón, para el bien colectivo del equipo, como tanto aprecian los buenos entrenadores.

El Circuit, este fin de semana, puede ser para Sainz el gran teatro de los sueños, el estadio infinito donde hacer realidad más que unos pasos largos, un contundente chut hacia el fondo de la malla cuadriculada. El despegue definitivo. Y que no le hablen a él de presión, que ya se la pone y quita de encima solito.