El Dakar más africano hizo honor a su nombre
La dureza de la primera semana en Perú, la emoción diaria en todas las categorías y un roadbook exigente han sido protagonistas de la 40ª edición de la carrera.
Córdoba (Argentina).- Ha sido un Dakar agónico. Sorprendente. Intenso. Divertido. De arena. Dakariano. Quizás falten adjetivos para una 40ª edición que Marc Coma y Xavi Colomé se empeñaron en hacer brillar. Los triunfos de Sainz y Walkner, históricos ambos, fueron la guinda de un pastel que se cocinó desde hace meses.
Los creadores del roadbook del regreso de Perú al Dakar trabajaron intensamente desde el verano europeo, y algo antes, para diseñar una ruta que devolviera al rally a sus orígenes, pero al otro lado del Atlántico. Y lo consiguieron.
Pilotos como Isidre Esteve o Stephane Peterhansel, que vivieron la dureza de África, se sorprendieron de los primeros días peruanos y dieron la bienvenida a ese recuperado concepto de carrera.
Perú y sus dunas aumentaron con creces la dureza de los últimos tiempos. De los 335 vehículos que salieron de Lima el 3 de enero, 191 llegaron el sábado a Córdoba, el 57%. Las cifras hablan por sí solas.
En 2017, de los 318 vehículos que partieron de la Costanera de Asunción el 2 de enero, 222 llegaron a Buenos Aires, el 69,8%. Mientras que en 2016, terminaron 218 de 347, un 63%. Aún se está lejos de las cifras de abandono de África, pero la evolución de las mecánicas también tiene mucho que ver en ello.
“El objetivo no era buscar la eliminación de la gente. Creo que el Dakar para que no sea una carrera de velocidad tiene que tener navegación y dureza. Esto al final hace que el porcentaje de finishers vaya disminuyendo”, apunta Coma a la pregunta de Motorsport.com.
Este Dakar también contó con dos etapas completas canceladas y dos recortadas para las motos y quads (un 20% de los tramos cronometrados previstos) y una cancelada para el resto de competidores.
La organización amortiguó los problemas con la meteorología boliviana como pudo, pero en aire sigue quedando la pregunta de si es imprescindible volver al país del Altiplano dentro de un año. Corredores y equipos lo tienen claro: no.
Pero los intereses del Dakar también van más allá de lo deportivo, terreno en el que se ha vivido una carrera emocionante cada día. No hubo jornada sin incidentes entre los mejores. Con problemas para todos.
El regreso a las raíces le ha sentado bien a una carrera que ha cumplido 40 años, pero que quiere seguir otro 40 más adaptándose a los nuevos tiempos. ¿Qué le deparará el futuro?
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