¿Un soldador o el nuevo Hamilton? Los universos paralelos de Magnussen
La vida puede cambiar de un momento a otro, y el caso de Kevin Magnussen es el ejemplo de ello. De soldador a piloto de Fórmula 1.
La vida es una cosa rara. Te pones metas. Trabajas. Planificas, pero algo completamente aleatorio puede cambiar su curso de forma tan drástica que si ese algo no hubiera ocurrido, todo sería diferente. Un algoritmo de una aerolínea podría colocarte en el asiento de al lado de tu futuro socio. Podrías pisar el zapato de alguien en un bar, entablar amistad y antes de que te des cuenta, estás trabajando de socorrista en Australia.
O a un millonario danés le puede gustar tu apretón de manos y cinco años después, eres piloto de Fórmula 1. Se podría pensar que el camino de Kevin Magnussen estaba marcado. No había forma de que el hijo de la mayor estrella del automovilismo danés se librara de ser piloto, ¿verdad?
Sin embargo, cuando pasó de los karts a los coches, su padre, Jan Magnussen, se quedó sin dinero para financiar su carrera, pero tuvo la ayuda de un tipo llamado Karsten Ree, uno de los hombres más ricos de Dinamarca, que casualmente patrocinaba al equipo de su progenitor en el campeonato de turismos del país.
"Sé a ciencia cierta que le di un buen apretón de manos cuando le conocí", reía el danés mientras nos sentábamos con él fuera del hospitality de Haas antes de su última carrera en el Gran Circo para repasar su trayectoria. "Le di la mano, le miré a los ojos y parece que me presenté bien. Después se lo contó a mi padre, y fue como, 'este chico tiene algo', y dijo, 'quiero apoyarle'".
"En cuanto a resultados, no había mucho mérito. Lo había hecho bien en karting, había ganado la Fórmula Ford danesa, pero no era suficiente para que entrara y pusiera todo el dinero. Y pensé, ¡me alegro de haberle dado un buen apretón de manos!", indicó. "Entonces llegó otro inversor, y eso fue en la temporada de Fórmula 3 británica. Las dos primeras carreras no fueron muy bien, pero él se había comprometido mucho y quería ver resultados, así que me llamó a su despacho y me dijo, 'mira, necesito ver algo', y me enfadé mucho".
"Le dije, 'vale, ¿sabes qué? Ven a la próxima carrera y ganaré dos', y cuando me fui estaba como, 'mierda, qué le acabo de decir a ese tío', porque por él dijo, 'iré, iré a verlo', y fue allí y gané dos carreras", continuó. "Si no hubiera ganado esas dos carreras, tengo la sensación de que no se habría entusiasmado tanto con este proyecto".
Existe un universo paralelo en el que Kevin Magnussen, hijo de un antiguo piloto de Fórmula 1 de McLaren y Stewart, es soldador en la pequeña ciudad de Roskilde. Cuando su padre no pudo seguir pagando sus carreras, su tío le consiguió un trabajo en una fábrica local "porque nunca se sabe cómo va a acabar esto del automovilismo", y allí pasó tres meses soldando cosas.
"La cosa es que ni siquiera es un universo paralelo", comentó. "Es este universo. Estaba en un taller con herramientas en la mano, trabajando como soldador, tenía eso. No por mucho tiempo, gracias a Dios, pero esa realidad no estuvo muy lejos de mí, y es, en cierto modo, parte de mi identidad. Una gran parte de mí se siente fuera de lugar aquí. ¿Soy un piloto de Fórmula 1? ¿Mucha gente sabe quién soy? Todavía no lo noto real ".
Lo ha hecho bien. Diez años en este deporte, 185 carreras, más de 200 puntos, una pole position y un podio. Es una trayectoria de la que muchos estarían celosos, pero, ¿hay algo que pueda cambiar drásticamente su curso y hacer que las estadísticas parezcan más impresionantes?
Lewis Hamilton, por ejemplo. No hace falta mucha imaginación para verle como ocho veces campeón del mundo, eso es fácil, pero, ¿y si, en las últimas vueltas del Gran Premio de Brasil de 2008, la lluvia hubiera amainado lo suficiente como para que Timo Glock encontrara suficiente agarre para acelerar en la última curva del campeonato? Si el británico no hubiera ganado entonces su primer título, ¿se habría pasado a Mercedes? Podría decirse que existe un universo paralelo en el que Lewis Hamilton no es campeón, pero, ¿existe uno en el que Kevin Magnussen lo sea?
"Llegué a la Fórmula 1 con un equipo que, en ese momento, se podría pensar que estaba copiando a Lewis [Hamilton]", dijo. "Incluso después de la primera carrera de la temporada pensé, 'sí, aquí estoy siguiendo a Lewis', y cuando salí de Australia, miré la clasificación de pilotos en el avión, solo por diversión, solo era una carrera, pero estaba segundo en el campeonato y pensé, 'vale, la lucha está en marcha, en el primer año', realmente lo pensé, pero resultó ser una carrera atípica en términos de rendimiento, y el resto de la temporada, y los muchos, muchos años después de eso, McLaren tardó diez años en volver a la forma que tenía en 2012".
"Y llegué justo al principio de esa tendencia a la baja, y si hubiera llegado dos o tres años antes, habría sido una historia diferente", comentó. "Creo que también tuve la mala suerte de perder mi puesto al final de ese año. Yo había sido más rápido que Jenson [Button], en ritmo, me había superado con creces en las carreras, pero estaba bastante claro lo que tenía que cambiar".
"Solo tenía que terminar las carreras, calmarme un poco. No es que tuviera que hacer las cosas mejor, necesitaba contenerme un poco, y entonces creo que habría sido una actuación completamente diferente en términos de consistencia y demás", explicó. "Creo que tuve mala suerte al perder ese asiento ese año, y eso cambió en cierto modo mi trayectoria y el bucle de mi carrera".
Después de que la directiva de McLaren decidiera que Jenson Button sería el compañero de Fernando Alonso en una nueva y, como parecía en aquel momento, emocionante era con Honda, el danés acabó como suplente. Volvió a Dinamarca y pasó un año viajando a carreras con McLaren como piloto reserva, mientras luchaba contra la depresión y deseaba desesperadamente volver. Finalmente lo hizo con Renault , pero perdió el impulso.
"Aún creía en ello", dijo cuando se le preguntó si la idea de ganar el campeonato del mundo se le había ido de la cabeza para entonces. "Lo que quería era demostrar que era lo suficientemente bueno como para ir con un equipo grande, y creo que Haas era un gran lugar para hacerlo. Acabé volviendo a la Fórmula 1 con Renault, pero solo por un año, y eso fue tóxico. Podría haber seguido, a pesar de que se negaron a ofrecerme un contrato. Te puedo mostrar el contrato que me ofrecieron, pero todo era tóxico allí, así que me alegré de tener la oportunidad de ir a Haas y encontrar esa estabilidad y ese apoyo".
"Era mi tercer año en la Fórmula 1, tenía 24 años o algo así, todo era posible. Todavía creía que era posible, y hubo momentos en los que sentí que iba en esa dirección", afirmó. "En 2018, tuvimos un coche realmente bueno en la primera mitad del año. Charles [Leclerc] acababa de llegar a la Fórmula 1 con Sauber, y el comienzo de su primera temporada no fue genial, el mío fue realmente bueno, y de repente Ferrari me tendió la mano. Estaba conduciendo en su simulador, no para Haas, sino para Ferrari, estaban mirando, y estaba emocionado".
"Sin embargo, Charles empezó a arrasar, y no escuché nada, no sé qué tan cerca estuvo, pero creo que si Charles no hubiera empezado a rendir, si hubiera tenido una temporada de mierda durante todo el año, creo que yo habría sido uno de los pilotos que habrían mirado", reveló. "A veces sientes que te estás acercando, pero todavía no tanto, así son las cosas".
"Y después de esa temporada, Daniel [Ricciardo] dejó Red Bull, y recuerdo a mis managers hablando con Christian Horner, porque todo el mundo estaba hablando del asiento de Red Bull, y Christian, 'mira, no hay nada en Red Bull, pero podemos hablar de Toro Rosso', y yo dije, 'no, no, no hagamos eso', lo que quizá debería haber hecho", aseguró. "Fue Gasly quien ocupó ese asiento [en Red Bull]. Albon acabó llegando de la Fórmula 2 a Toro Rosso, y entonces Gasly no hizo un buen trabajo, y entró Albon, así que consiguió ese asiento de Toro Rosso y terminó en Red Bull".
"Habría sido demasiado fácil, por no decir injusto, atribuirlo todo a la suerte y al azar. Hay que fijarse objetivos, planificar y trabajar duro", dijo, antes de que se le hicieran una serie de preguntas. ¿Cree que ha trabajado tanto como debería? ¿Y cree que tenía talento para convertirse en campeón del mundo?
"Podría haber hecho más, seguro", admitió. "No creo que nadie pueda decir 'podría haber hecho más', creo que siempre habrá cosas, hubo momentos en los que no trabajé lo suficiente, pero también hubo momentos en los que me dejé la piel. No me arrepiento de nada, no creo que hubiera podido hacer nada para cambiar el curso de mi carrera, realmente lo dudo".
"¿Y cuál es el talento suficiente? Creo que me habría encantado tener más, porque habría hecho las cosas más fáciles, pero creo que tenía bastante talento. En todo caso, me habría gustado interesarme más por la tecnología", indicó. "Esa parte no me interesa, solo quiero conducir, y creo que todos estos sistemas y todas estas cosas de mapas y de configuración teórica me fallan un poco".
"No me gustan los coches, la mayor parte del tiempo en casa conduzco el Volvo de mi mujer porque es más cómodo que mi propio coche, me gusta conducir y competir, pero si hubiera tenido un mayor interés natural por la parte tecnológica, quizá me habría beneficiado", dijo.
Quizá le habría ido mejor con los medios de comunicación. Quizá se le culparía por tener uno de los números más bajos de seguidores en Instagram de la parrilla, a pesar de llevar diez años en este deporte. Quizá argumentarías que al menos podría intentar trabajar en su imagen, pero mientras otros pilotos aprovechan casi cada llegada al paddock como una oportunidad de alfombra roja, Kevin Magnussen siempre atraviesa las puertas vestido con vaqueros, zapatillas de deporte y una camiseta del equipo.
"Creo que es una parte de la Fórmula 1 con la que realmente no me identifico", aseguró el antiguo soldador. "Ser como el influencer es algo con lo que no me identifico, para nada. Soy piloto, conduzco el coche, me sentiría muy fuera de lugar entrando con un Prada, lo que sea, todas estas marcas de moda. Si me hubieran pagado mucho dinero, vale, quizás me lo pondría, pero aún así me sentiría muy extraño".
"Hay un lado comercial de la Fórmula 1 que he aprendido a navegar. Obviamente, hay mucho dinero en patrocinios y acuerdos comerciales, pero lo que he descubierto es que estas marcas de moda de gama alta no quieren pagar de todos modos porque son muy grandes, así que es mejor ir con una empresa de informática", dijo. "¿Para qué sirve todo esto? Crear una gran marca, convertirse en un icono de la moda y todo eso, creo que algunos solo complacen su ego. Si lo piensas, solo somos pilotos de carreras, las cosas realmente importantes de la vida no suceden aquí".
"Sin embargo, creo que es algo que está incorporado en nosotros desde una edad temprana, en todos estos pilotos, que eso es lo que somos. Es nuestra identidad, es un placer para nuestros egos, ser rápidos. Nos sentimos bien cuando somos rápidos, más rápidos que los demás, es una cosa rara, si lo piensas. Ser más rápido que otro, hacerle sentir una mierda, es una sensación jodidamente buena, y no sé lo que es. Es una cosa rara, pero si piensas en lo que realmente hacemos aquí, se vuelve un poco trivial", explicó.
Pero la Fórmula 1, con toda su pretenciosa grandiosidad y sus egos inflados, le dio a Kevin Magnussen todo lo que tenía ahora: "Me ha dado la oportunidad de vivir una vida privilegiada. Ante todo, lo veo desde la perspectiva de que ahora soy padre, mantengo a mi familia y puedo hacerlo conduciendo un coche y seguir disfrutando de la vida".
"Es un privilegio enorme que no tiene mucha gente. Puedo pasar todo el tiempo que quiera con mis hijos, y seguimos teniendo comida en la mesa. Eso es lo más importante que me llevo de esta carrera, es por lo que estoy más agradecido", continuó.
La vida es algo realmente extraño. Puedes perder el trabajo de tus sueños, deprimirte, gastar todo tu dinero, volver a tu ciudad natal de 50.000 habitantes con el rabo entre las piernas y conocer al amor de tu vida y a la futura madre de tus hijos.
"Trabajaba de camarera en un restaurante y empecé a ligar con ella", contó Kevin Magnussen sobre cómo conoció a Louise. "Acababa de perder mi puesto en McLaren y nos conocimos en un momento en el que yo estaba bastante deprimido. Ella estaba estudiando, es profesora y estaba estudiando para eso, y yo vivía en su pequeño apartamento. Básicamente ella cuidaba de mí, no al revés".
"Me quedé sin dinero. Pagué gran parte de lo que ganaba a mi inversor, y yo era joven y tonto, así que me gasté el resto", dijo. "Gasté cada céntimo que gané ese año, así que a los pocos meses del año siguiente, simplemente me quedé sin dinero. No tenía ingresos, el banco había bloqueado todas mis tarjetas de crédito, así que cuando recibí una oferta de Toto [Wolff] para hacer una prueba del DTM con Mercedes, ni siquiera pude comprar un billete de EasyJet, lo pagó ella, y le pedí prestada su tarjeta de crédito para ir al test y comprar comida y gasolina para el coche de alquiler. Fue sido increíble".
No va a terminar su carrera con un campeonato del mundo. Ni siquiera ha ganado una carrera, y su único podio sigue siendo el que consiguió en el Gran Premio de Australia 2014, pero te dirá que ha sacado algo más grande de su paso por la Fórmula 1: Creo que es algo que solo ha llegado en el último par de años".
"Mientras que en el pasado, creo que estaba muy desesperado solo por estar en la Fórmula 1 y lograr mis objetivos allí, pensaba que la felicidad en la vida dependía de eso, y ha sido un gran alivio salir de esa burbuja y darme cuenta de que no depende de eso en absoluto, es bueno tenerlo, pero no es imprescindible", comentó. "Lo veo desde dos ángulos. En cierto modo, no he logrado mi objetivo, y en realidad es molesto, y siempre lo será, pero miro lo que saqué de ello y es difícil sentir cualquier tipo de malos sentimientos. Cuando lo miro desde ese punto de vista, es como, 'diablos, sí'".
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