El semáforo del GP de Italia 2019 de F1
Analizamos lo mejor y lo peor del fin de semana de Italia en Monza. Un gran premio que no dejó indiferente a nadie.
Foto de: Alessio Morgese / Luca Rossini 2
Charles Leclerc es el piloto del momento. Es el ganador de las dos últimas carreras y devolvió a Ferrari el reinado en Monza, que no es poca cosa. Desde 2010, cuando ganó Alonso, no veían los tifosi vencer a uno de los suyos en Italia y además este domingo disfrutaron de una victoria de las que saben doble, lograda frente a frente, rueda a rueda, contra el imbatible rival que había teñido de plateado el primer escalón del podio del circuito rojo.
Ha aprendido Charles, o le han dicho, que para triunfar en Ferrari y en Fórmula 1 has de dejar a un lado la cara de bueno y sacar los dientes o los codos. No fue buen compañero de equipo este fin de semana pese a que la ayuda de Vettel fue clave para ganar en Spa, pero le valió para quedarse con una pole que el alemán amenazaba (a una décima sin rebufo). Estuvo en el límite (o lo superó) en el duelo con Hamilton, al que obligó a saltarse la segunda chicane, pero le sirvió para imponerse. También se gana así.
De tipos duros están llenos los libros de triunfadores de este deporte y Leclerc, como Verstappen, va camino de aparecer en esas páginas. Probablemente su llama se apague un poco ante los circuitos pro Mercedes que vienen, pero el futuro a corto plazo está en sus manos. Bravo por él.
La ocasión merece que haya dos rojos en este semáforo, y es que complicado ver más cosas ilógicas en un fin de semana de carreras. Todo empezó con un bordillo 'salchicha' destinado a que los pilotos no abusaran de los límites de la pista en la Parabólica, un obstáculo que acabó provocando un espectacular accidente en el que Dios quiso que no pasara nada, pero cuyo final bien pudo ser diferente. Hierba o grava en las escapatorias y menos asfalto es la solución, no añadir trampas en los márgenes.
Luego, en clasificación, tras un espectáculo bochornoso, los castigos fueron de risa. Solo tres reprimendas después de que un piloto se saltara adrede la chicane para no liderar el pelotón, de que otros dos taparan todo el ancho de la pista impidiendo avanzar a los demás, y de que uno de los eliminados frenara tras pasar la línea de meta sin tener en cuenta que por detrás llegaban a gran velocidad otros coches.
En la carrera también hubo decisiones polémicas. Se habló de que Vettel merecía mayor castigo por volver a pista mientras pasaban más pilotos, pero luego castigaron con menos dureza a Stroll por lo mismo. Y eso de utilizar la bandera de advertencia cuando un piloto fuerza a otro a salirse... La F1 abrió una veda en Austria que difícilmente podrá cerrar. Esperemos que no se cierre con algo que lamentar.
Sin lo ilógico de la FIA, el único rojo estaba destinado a Sebastian Vettel, que tocó fondo en el GP de Italia. Las actualizaciones de Ferrari no le han sentado como a su compañero, y ha entrado en un bucle del que solo puede salir cambiando de equipo o admitiendo al fin que necesita ayuda de un psicólogo deportivo.
Muere de amor por Ferrari, como dice aquel. El sábado su compañero se la jugó y su mayor 'rajada' fue que no se había seguido el plan. Nunca se ha ni acercado a levantar la voz en el equipo al que ama y que, como ya ocurrió en Italia 2018, no apostó por él. Para lo que queda de 2019 lo mejor será aceptar un papel de escudero y aprovechar si llega alguna oportunidad, ha perdido su status de piloto nº1 de los del Cavallino.
Pero, ¿y dónde podría ir Vettel si sale de Ferrari? Es un piloto que necesita todo el cariño de un equipo, como tuvo en Red Bull, y que en su quinto año en Maranello se ve un poco como su predecesor. Demasiada edad para ser una apuesta futura y demasiado talento para que otros equipos quieran juntarle con sus gallos. No se le ha ido la calidad y si reconduce su moral, volverá a esta ahí en 2020, pero este año ni está ni se le espera.
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