Las mejores historias de 2017, 3: Alonso asalta Indianápolis

Fernando Alonso rompió este 2017 muchos mitos, entre ellos el de piloto anclado en la Fórmula 1 y solo en la Fórmula 1. El español, cansado de la falta de rendimiento y fiabilidad del propulsor Honda de McLaren, convenció a sus jefes –principalmente a Zak Brown– para probar suerte en las 500 millas de Indianápolis.

El asturiano completó los test de rookies necesarios para participar en la mítica prueba y los posteriores test colectivos con todos los participantes, sorprendiendo a muchos y logrando cifras de audiencia para este tipo de retransmisiones que dibujaron una sonrisa en los dueños de la IndyCar. 

Una vez entró en faena, el español demostró sus habilidades como piloto más allá del monoplaza de Fórmula 1 y, apoyado en todo momento por el brasileño Gil de Ferrán, se colocó como uno de los candidatos, cuanto menos, a luchar por la victoria de Indy500.

El bicampeón del mundo de F1 lideró la carrera durante 27 vueltas, pero cuando la mítica prueba se acercó a su final y el grupo de cabeza comenzó a jugar a los rebufos, el motor Honda de Alonso dijo basta.

Curiosamente la misma marca con la que ha tenido que sufrir las tres últimas campañas de Fórmula 1, pero que tiene poco que ver con la firma japonesa, ya que los propulsores de Indy se fabrican y diseñan completamente en Estados Unidos.

Aunque Alonso no pudo completar la machada, a los aficionados les quedó el buen sabor de boca de ver a uno de los grandes de la F1 involucrándose de lleno en una competición 100% estadounidense. La organización le otorgó el premio al debutante del año y Alonso prometió volver en el futuro para tratar de ganar una de las tres piezas de su ansiada Triple Corona. 

La IndyCar ganó con Alonso. Alonso ganó con la Indy y los aficionados disfrutaron de un fin de semana de carreras único. Los escarceos del asturiano fuera del Gran Circo parece que no han hecho más que comenzar.

Revive aquellos días de Alonso en las 500 millas de Indianápolis:

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