El día que Senna lanzó a Prost la primera piedra y empezó la guerra
El Gran Premio de San Marino de 1989 marcaría el final de la "sana" rivalidad entre Ayrton Senna y Alain Prost.
Durante la temporada 1988, la rivalidad entre Ayrton Senna y Alain Prost en el seno de McLaren fue, si se puede decir, sana, aunque estuviese destinada a acabar de otra forma. El Gran Premio de San Marino de 1989 fue tal vez el escenario en el que Senna empezaría a hacer arder la llama.
Tras haber roto el alerón delantero en la salida de la primera carrera de ese año en Brasil, para la segunda prueba del mundial, Senna y el francés hicieron un pacto. Como en algunas ocasiones en 1988, Senna propuso no luchar hasta después de la primera curva, para no acabar ambos fuera de carrera.
Así ocurrió en la salida, cuando Senna se puso por delante y Prost no le atacó camino a la primera frenada, la de la curva Tosa, una horquilla a izquierda, el punto ideal de adelantamiento en Imola en su configuración de aquel entonces.
Sin embargo, un accidente de Gerhard Berger en la veloz curva Tamburello, en el que se vio envuelto en llamas, obligó a detener la carrera. El austríaco, por fortuna, saldría con apenas algunas lesiones leves, pero la interrupción para rescatar el Ferrari partido por la mitad obligaría a hacer una segunda salida.
Análisis:
La carrera empezaría de nuevo con los McLaren en primera línea, pero esta vez Prost se pondría primero rumbo a Tosa. En la aproximación a la primera frenada, Senna, que lo seguía y podía aprovechar el rebufo, atacó y lo adelantó. De ahí en adelante dominó, mientras Prost acabaría a más de 40 segundos, marcándose un trompo que contribuyó a la enorme diferencia.
En el podio se le vio frustrado, luego se ausentó de la rueda de prensa y dejó el circuito furioso. Su disgusto lo llevó a amenazar con su retirada inmediata, por lo cual Ron Dennis tuvo que mediar y convencer a Senna de que se disculpara. El brasileño, vigente campeón ese año, lo haría en una reunión durante un test privado en Pembrey posterior a la carrera.
Sin embargo, Prost luego contó que Senna había llorado de rabia al verse presionado a aceptar su culpa, algo que llegó a la prensa, donde el intercambio de acusaciones pasó a ser de dominio público. Declaraciones fueron y vinieron, pero nunca más cara a cara. Sería el final de su buena relación, el inicio de la mítica guerra Senna Vs. Prost.
Otros grandes premios históricos:
↓ Historias de acuerdos entre pilotos no respetados, órdenes no acatadas ↓
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El Gran Premio de Brasil de 1981 marcó un punto de inflexión en la relación de Carlos Reutemann con su equipo Williams. Después de ser el escudero del entonces campeón del mundo Alan Jones durante 1980, la nueva temporada le presentaba al piloto argentino la oportunidad de contar nuevamente con un coche competitivo. Tras haber conseguido la victoria en el Gran Premio de Sudáfrica, que no contó para el campeonato del mundo por la no participación de varios equipos debido al conflicto político con la Federación, y de haber perdido una posible victoria en Long Beach por un error suyo que le entregó el triunfo a Jones, en Brasil “Lole” (Reutemann) fue a por la revancha.
Bajo la lluvia en Jacarepagua, Reutemann controló la carrera, pero víctima de su estatus, de un Jones que le perseguía, y de las condiciones de su contrato que estipulaban que si tenía a su compañero a menos de siete segundos, debía cederle la posición, le ordenaron con un cartel que invirtieran posiciones. Reutemann hizo caso omiso y al final se quedó con la victoria.
Jones, disgustado, se ausentó del podio. Su equipo se lo recriminaría y no acabaría por apoyar sus intenciones de título. A Las Vegas, última carrera de la temporada, llegó como líder del mundial, pero tras un incidente el sábado afrontó la carrera con problemas mecánicos que luego le impidieron sumar puntos y acabó perdiendo el título por la mínima diferencia con Nelson Piquet, que corrió enfermo ese día. Sin embargo, para entonces, Williams ya había sumando un segundo título consecutivo de constructores.
A pesar de haber sido una jornada de dominio de Ferrari en su gran premio de casa, el GP de San Marino de 1982 fue el capítulo más polémico de dicha temporada. Con tan solo 14 monoplazas en la parrilla debido a una nueva lucha política entre la Federación y los constructores relativa a la carrera anterior, el Gran Premio de Brasil, los Ferrari de Gilles Villeneuve y Didier Pironi se pusieron primero y segundo a mitad de la carrera ante los problemas técnicos que dejaron en el camino a los Renault.
Villeneuve era primero, pero seguido cada vez más de cerca por su compañero de equipo, y desde el muro de boxes les mostraron un cartel con la palabra "Slow", a lo que el canadiense respondió levantando el pie, rodando casi dos segundos por vuelta más lento. Sin embargo, Pironi ignoró dicha orden, aceleró y se puso primero, ante lo cual Villeneuve respondió aumentando el ritmo para buscar recuperar el liderato.
Hasta la vuelta 48 Gilles no se puso de nuevo al frente, y ahí ya parecía que el resultado estaba resuelto entre ambos. Villeneuve bajó la guardia en la última vuelta y en la aproximación a la primera frenada, la de la curva Tosa, Pironi se lanzó por el interior y le pasó. ¿Le devolvería la posición a Villeneuve antes de la meta?
No, no lo hizo. Se quedó con la victoria, que para los tifosi fue una tremenda alegría y una gran lucha deportiva entre los dos pilotos de Ferrari. Sin embargo, la realidad de lo que ocurrió entre dos pilotos que eran amigos fue otra totalmente diferente y que se hizo visible en las imágenes del podio. También en la vuelta de celebración en la que, en un descapotable, los tres primeros daban la vuelta al circuito. Villeneuve se ausentó del acto.
"Il Commendatore" Enzo Ferrari, según cuenta su biografía "Ferrari REX", en un gesto inusual le dio la razón a Villeneuve. El "Drake" citaría a ambos pilotos para discutir el asunto y les pidió ser más razonables. Sin embargo, Villeneuve nunca perdonaría a Pironi por su traición, un disgusto que tristemente se llevaría a su tumba.
McLaren quería dejar atrás la terrible actuación del inicio de la temporada en Brasil y con un dominante doblete encaminarían de la mejor forma el inicio de la temporada europea. Antes del arranque de la carrera, Ayrton Senna propuso a Alain Prost evitar una lucha entre ellos en la salida y planteó que quien tuviese el mejor arranque entre los dos se mantendría adelante y el otro no le atacaría. De esa forma, Senna mantuvo el liderato por delante de Prost, quien respetó el acuerdo al llegar por detrás del brasileño a la primera frenada, en el largo tramo de aceleración hacia la curva Tosa. Aunque no era una instrucción del equipo, Prost lo entendió como si lo fuera.
Sin embargo, un grave accidente del austríaco Gerhard Berger en la veloz curva Tamburello obligó a detener la prueba con bandera roja. Su monoplaza se incendió y el austríaco tuvo que ser auxiliado y luego llevado al hospital, donde sería dado de alta al día siguiente sin mayores lesiones. La carrera se relanzaría desde la parrilla nuevamente.
En el reinicio, con los dos McLaren de nuevo en primera línea, Prost traccionó mejor y se colocaba por delante de Senna camino a la frenada de Tosa, lo cual le garantizaría, según el acuerdo con Senna, el liderato de la carrera. Sin embargo, el brasileño atacó por el interior y un confundido Prost no opuso resistencia. Senna se encaminaría hacia su primera victoria de la temporada, pero su maniobra marcaría un antes y un después en la relación con Prost.
El francés estaba decepcionado, como luego contaría: "En la reunión con Ron (Dennis, jefe de McLaren), yo no hablaba, solo escuchaba. Ron preguntó si había existido un acuerdo y él dijo que sí, pero solo para la primera salida, no para la segunda. E incluso peor ¡dijo que yo le había adelantado! Yo le dije que no sabía cuántos millones de personas habían visto en televisión lo que había ocurrido: él me había adelantado y no era lo que habíamos acordado. Pasaron unos 20 minutos hasta que Ayrton aceptó lo que había ocurrido. Fue increíble."
El Gran Premio de Hungría de 2007 será recordado como el principio del fin de la relación entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton. Durante la clasificación del sábado, ambos pilotos desobedecieron instrucciones del equipo.
Primero lo hizo Hamilton, quien de acuerdo a los procedimientos pactados, tendría que haber cedido el paso en pista a Alonso y no lo hizo, argumentando que, de haberlo hecho, le habría dado también la posición en pista al Ferrari de Kimi Raikkonen, que seguía de cerca al McLaren del español.
Después de haber completado el montaje de un set de neumáticos Bridgestone usados, el mecánico que da la orden al piloto de salir del box levantó el cartel o “lollipop”, dándole la señal al asturiano. Alonso se mantuvo ahí detenido y solo unos diez segundos después de la orden, dejó el box.
Detrás suyo, parado, estaba Hamilton, esperando para poder cambiar los neumáticos para su última vuelta rápida, en la que tendría que defender la pole que ostentaba en ese momento.
El tiempo perdido por Alonso provocó que Lewis pasara la meta cuatro segundos tarde y no pudiera iniciar su vuelta rápida. Alonso sí y le arrebató la pole. Pareció una jugada cínica pero que había salido a la perfección para el español.
Sin embargo, los comisarios luego iniciaron una investigación que acabó por sancionar con 5 posiciones de parrilla a Alonso por su maniobra y a McLaren le privaron de sumar puntos para el mundial de constructores y de recibir trofeo como constructor ganador, por la forma en la que gestionaron el asunto luego con los comisarios. Hamilton conseguiría la victoria y mantendría el liderato en el mundial de pilotos.
Como en otros episodios anteriores de desobediencia, el conflicto entre los pilotos de Red Bull Racing surgió en una carrera dominada por ellos de principio a fin. Tan solo un ataque de Fernando Alonso con su Ferrari inquietó a Vettel en el inicio, pero no fue lo suficiente poderoso como para arrebatarle al germano el liderato, que se alternó con Mark Webber a lo largo de la carrera según sus estrategias entraban en juego.
Cumplida la última parada en boxes, Webber iba delante y Vettel le seguía, aparentemente con mejor mejor ritmo. Sin embargo, desde el box se les lanzó un mensaje codificado que decía "Multi 21". Era claro para ambos: el coche 2, Webber, acabaría por delante del 1, el de Vettel, reduciendo el ritmo, sin asumir riesgos. Era apenas la segunda carrera de esa temporada, ninguno de los dos pilotos lideraba el mundial, pero el equipo quería proteger el doblete. Vettel, entonces ya tricampeón del mundo, tenía otro planes. En la 45, logró la vuelta rápida de carrera y al empezar la siguiente se lanzó sobre Webber y le adelantó.
Webber intentó recuperar la primera plaza y por momentos el equipo perdió el control de las cosas porque sus dos pilotos lucharon abiertamente, poniendo en riesgo el resultado. La relación de ambos era especialmente tensa después del Gran Premio de Turquía de 2010 en el que chocaron peleando por la victoria, pero esta carrera marcaría la ruptura definitiva entre ambos.
En la sala previa al podio, Webber se enfrentó a Vettel. Al sentarse en el sillón para beber un poco de agua, espetó al alemán con una frase que pasaría a la historia: “Multi 21 Seb, multi 21”, mientras Vettel se quedaba mudo. La imagen la pudo ver por televisión todo el mundo y fue, según Webber, la gota que colmó el vaso en su relación con su equipo. Christian Horner contaría tiempo después que la desobediencia de Vettel había sido un ajuste de cuentas con Webber, en parte, por la forma en la que según Vettel, le disputó la posición en la salida del Gran Premio de Brasil del año anterior. En esa carrera de 2012 en Interlagos, la 'agresiva' salida de Webber complicó la vida a un Vettel que se jugaba el título contra Alonso y ayudó al accidente que luego le hizo tener que remontar para llevarse el mundial. Como dato curioso del Multi 21, Red Bull Racing pagó a ambos pilotos bonus correspondientes a una victoria. Los abogados de Vettel cuestionaron al equipo, aduciendo que habían incumplido su contrato con el alemán al darle la famosa instrucción en Malasia.
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