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Análisis

Por qué Suzuki sí necesita un team manager

Mientras Shinichi Sahara insiste en que Suzuki no necesita incorporar a nadie que desempeñe las funciones de team manager tras el adiós de Davide Brivio, la marcha del equipo en la primera parte de la temporada y el sentir de la tropa invitan a pensar justamente lo contrario.

Segundo lugar Joan Mir, Team Suzuki MotoGP, Davide Brivio

Segundo lugar Joan Mir, Team Suzuki MotoGP, Davide Brivio

Gold and Goose / Motorsport Images

La incorporación de Brivio a la escudería Alpine de Fórmula 1, que este domingo logró en Hungría el primer triunfo de su historia de la mano de Esteban Ocon, se comunicó en los últimos días del año pasado y pilló a trasmano a todos los miembros de la marca de Hamamatsu.

Superado el shock inicial, los responsables del constructor japonés, con Sahara, su Líder de Proyecto, a la cabeza, se apresuraron a poner en práctica un plan de choque. Probablemente por la falta de tiempo, y para evitar que el remedio pudiera ser peor que la enfermedad, se optó por no ir a buscar a nadie fuera, sino por promocionar a varios de los miembros de su estructura.

Se creó un comité de siete personas procedentes de sus distintas divisiones (técnica, logística, comunicación), del que, por lógica, destacaban los nombres del propio Sahara y de Ken Kawauchi, ambos de la vertiente técnica.

¡Apunta!

Medio año después, el sentimiento más generalizado dentro del taller de la compañía de la gran S indica que, con la marcha de Brivio, también se ha perdido algo de cohesión, una característica capital en el ‘modus operandi’ de Suzuki, que en 2020 celebró el título de pilotos con Joan Mir, 20 años después de la última vez.

Y prueba de esta desconexión es la discrepancia que existe entre el análisis de la situación que hace el jefe (Sahara) y el de la mayor parte de la tropa, que considera vital la llegada de un team manager que tome decisiones, y a quien se le pueda pedir responsabilidad por ellas.

"Creo que Davide hacía un trabajo fantástico en Suzuki. Él es capaz de fusionar el trabajo en Japón con una gran labor en Italia. Especialmente, logra convencer a los japoneses para que trabajen de forma conjunta con los europeos, y ha construido un equipo muy fuerte”, diagnosticaba Valentino Rossi, a finales de la temporada pasada.

 

A pesar de no haber cerrado ninguna incorporación para suplir a Brivio, Suzuki sí ha mantenido conversaciones con posibles candidatos. Los principales contactos han sido con Francesco Guidottti, director deportivo de Pramac, con Wilco Zeelenberg, team manager del Sepang Racing Team (SRT) y con Davide Tardozzi, su homólogo en Ducati. “No traeremos a un team manager para la temporada actual, porque ese movimiento requiere de mucha reflexión y planificación. Ya pasamos por una decisión de última hora y apresurada hace solo unos meses cuando Davide anunció su salida, y esta vez preferimos tomarnos las cosas con más calma”, declaraba Sahara hace unas semanas a Motorsport.com.

Sobre el papel, el nuevo organigrama instaurado (el de los siete responsables) tenía toda la lógica del mundo porque iba a fomentar el diálogo, el debate y la búsqueda de consenso en cualquier decisión trascendente que afectara al equipo. Pero pronto quedó claro que tenía fisuras.

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En el GP de Doha, en la segunda parada del calendario, la mayoría de miembros de Suzuki lamentaron la tibieza con la que Sahara defendió los intereses de Joan Mir, tras el incidente entre el mallorquín y Jack Miller, que buscó el contacto con él en plena recta, en una maniobra más que cuestionable.

En aquel episodio se hicieron evidentes las carencias del ingeniero japonés en las cuestiones relacionadas con el componente político del campeonato, tan importantes actualmente. La creación de una estructura satélite fue uno de los principales caballos de batalla del italiano, que presionó tanto como pudo al ‘board’ de Suzuki, para que el proyecto se hiciera realidad. El hecho de que Sahara aglutine ahora las funciones técnicas y las de team manager, paraliza un poco más la posibilidad de colocar otras dos motos en pista a pesar de tener varios interesados en hacerse con ellas.

Al margen de momentos concretos como el de Losail, el rendimiento exhibido hasta ahora por Suzuki dista mucho del que cabría esperar del vigente campeón. Si tomamos como referencia el mejor clasificado de entre los dos corredores del fabricante nipón, las diferencias respecto de la temporada pasada son mínimas. A estas mismas alturas de 2020, los 105 puntos que figuraban en el casillero de Mir le situaban el segundo en la tabla general, con una desventaja de solo diez puntos respecto del líder, Fabio Quartararo.

 

A las puertas del décimo gran premio de este curso, el actual campeón acumula 101 puntos, solo cuatro menos que entonces, pero ocupa la cuarta posición en la clasificación. Sí cambia la distancia respecto del líder, de nuevo el Diablo, que crece hasta los 41 puntos, una diferencia que deja claro el paso delante de unos (Quartararo y las Ducati) y el estancamiento de Suzuki.

Esta misma lectura es la que hace el propio Mir, que ya desde los ensayos de invierno insistió en que la GSX-RR se había quedado un poco atrás respecto de los nuevos prototipos de la competencia. “Se me hace muy difícil mejorar con la misma moto que el año pasado. Suzuki tiene que trabajar más de lo que lo hace y traer más cosas. No están llegando piezas y eso no acaba de gustarme”, comentaba el #36 en las últimas citas antes del parón veraniego.

El balear no solo se refería al sistema que permite bajar la parte trasera de la moto, crucial en el momento de la salida y que, por ejemplo, Ducati, también emplea en la salida de según qué curvas para ganar tracción. “Eso es lo que se ve, pero hay más cosas que no son tan evidentes”, añadía el de Palma de Mallorca.

El discurso de Mir es relevante porque los miembros de Suzuki más próximos a él empiezan a tener la sensación de que el corredor se está impacientando hasta el extremo de estar comenzando a valorar la posibilidad de un cambio de aires con vistas a 2023.

Honda, por ejemplo, ya quiso incorporarle cuando dio el salto a MotoGP (2019) –tenía una opción preferencial sobre él–, y no sería para nada descabellado que Alberto Puig intentara un segundo asalto.

Pero, como es lógico, la consistencia y la seriedad del piloto le hacen apetecible para cualquiera. El mercado se cierra cada vez más pronto, y los contratos de los principales protagonistas del Mundial con vistas a 2023 –aquellos que no estén cerrados– se concretarán antes de que termine este ejercicio.

Alguna que otra incógnita a resolver:

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