La derrota que afiló los dientes de Leclerc

Al final de la temporada 2019 de Fórmula 1, Charles Leclerc había despejado todas las dudas sobre su ascenso a Ferrari tras su segunda temporada en la máxima categoría. 

En su primera temporada con el Cavallino Rampante logró dos victorias y cuatro podios, suficientes para batir a su compañero de equipo, Sebastian Vettel. Esas actuaciones le valieron al monegasco un nuevo contrato con Ferrari. 

El número de triunfos de Leclerc pudo haber sido mayor, pero un problema tardío con su unidad de potencia en Bahrein, donde logró la pole position, le privó de la victoria a 10 vueltas del final y le relegó a la tercera posición. 

Pero el inicio de la temporada de Leclerc estuvo lejos de ser impecable, particularmente en la clasificación, donde fue común verlo presionar de más antes de llegar a la Q3, cometiendo errores que, como en Bakú en la Q2, terminaron con una salida o un accidente. 

Leclerc aprendió de los golpes y cambió su enfoque. Eso le permitió obtener mejores resultados, como demuestra el hecho de acabar 9 ocasiones seguidas por encima de su compañero de equipo en la sesión del sábado.  

El joven piloto de Ferrari mostró una gran madurez y auto-reflexión al aprender de sus errores, pero aún le faltaba dar el paso definitivo para convertirse en ganador de grandes premios, y esa lección la aprendió en su derrota con Max Verstappen en el Gran Premio de Austria 2019.

Charles Leclerc, Ferrari SF90

Durante la cita en Spielberg, Ferrari surgió como el equipo a vencer en cuanto a ritmo a una vuelta, con Leclerc dominando sobre Vettel desde la Q2. 

Al llegar a la Q3, el cuatro veces campeón del mundo no pudo establecer un tiempo tras un problema de motor en su coche. Eso dejó el camino libre para su compañero, quien se llevó la pole con una ventaja de dos décimas de segundo. 

En la carrera, Leclerc mantuvo ese dominio. Al arrancar, se alejó de inmediato de la persecución de los Mercedes de Valtteri Bottas y Lewis Hamilton, mientras que Verstappen descendió al octavo puesto. 

Conforme avanzó el domingo, el monegasco sacó una ventaja de cinco segundos a los de las flechas plateadas. Mercedes quiso cambiar la situación llamando a boxes a Bottas en la vuelta 21, siendo el primero de los de arriba en parar. Ferrari rápidamente respondió un giro más tarde al hacer su única parada programada con el líder. Al regresar a la pista, el integrante del Cavallino Rampante seguía por delante del finlandés y solo había perdido un segundo. 

Mercedes sabía que tenía una ventaja sobre Ferrari al contar con sus dos pilotos en la pelea por el podio. Aplicaron una estrategia diferente con Hamilton, quien permaneció más tiempo en pista respecto a su compañero. Esta situación le permitiría al entonces cinco veces campeón de mundo tener neumáticos más frescos en su segundo relevo. 

Max Verstappen, Red Bull Racing RB15

El plan parecía estar funcionando, ya que Hamilton mantuvo una distancia estable con Leclerc. La marca alemana apostaba porque una vez que su piloto entrase tendría un neumático más fresco, en comparación con Bottas y el de Ferrari para atacarlos. 

Pero justo antes de que Hamilton parase, una salida en la curva final causó un daño en el alerón delantero de su Mercedes W10, lo que resultó en una pérdida de carga aerodinámica. El equipo de inmediato lo llamó a boxes para el cambio de neumáticos y del alerón delantero, pero eso terminó con las aspiraciones del británico de pelear por la victoria. 

Entre tanto, el Ferrari de Leclerc y Bottas mantenían una diferencia de cinco segundos, con Verstappen ascendiendo ya al tercer puesto, aunque a 13 segundos del líder. 

Pero las últimas 15 vueltas de la carrera depararon un cambio. La situación del monegasco pasó del dominio a la preocupación cuando sus neumáticos perdieron rendimiento, reduciéndose la diferencia con Bottas, quien también cedía terreno ante Verstappen.  

La carrera tampoco era sencilla para Verstappen. El de Red Bull alertó de una pérdida de potencia, un mensaje que generó preocupación en el equipo, aunque no así en el holandés, que pronto atacó por el interior de la curva 3 al Mercedes de Bottas, colocándose segundo y a cinco segundos del líder. 

A cinco vueltas para el final, Verstappen se colocó en rango de DRS sobre Leclerc para iniciar una serie de ataques con el objetivo de ganar la carrera.

El momento decisivo llegó a tres vueltas del final. Verstappen atacó por la parte interna y amplió su trazada en la curva 3 para obligar al de Ferrari a abrirse al tomar la curva. El movimiento llevó a un contacto de neumáticos delanteros entre ambos, sacando al del Cavallino Rampante de la pista y permitiendo que el holandés asumiera el control de la carrera. 

Max Verstappen, Red Bull Racing RB15, se toca con Charles Leclerc, Ferrari SF90

Leclerc no tardó en quejarse por la radio exclamando: “¡Qué demonios fue eso!”. Verstappen respondió rápido en sus comunicaciones: “Él giro hacia mí”, un mensaje que su ingeniero complementó con un: “No hubo nada malo en la maniobra”. 

Los comisarios anunciaron rápidamente que estudiarían el adelantamiento, lo que implicó que cuando Verstappen cruzó la línea de meta todavía no podía dar por hecha su primera victoria de la temporada, y la primera para Honda desde 2006.

Después de tres largas horas de deliberación –que incluyeron un episodio gracioso de un documento falso que algunos periodistas dieron por válido– se confirmó que la acción de Verstappen sobre Leclerc era válida. 

La decisión de la FIA se convirtió en una lección para el de Ferrari, quien en la próxima cita en Silverstone advirtió que tendría en cuenta el aprendizaje ante futuros duelos: “En el pasado hubo otros incidentes que fueron de menor consideración y resultaron penalizados. Así que, si podemos correr de esa manera, entonces estoy contento de hacerlo. Pienso que es algo bueno para la Fórmula 1 porque eso es lo que los pilotos queremos”. 

Más allá de las palabras, Leclerc se volvió más duro en las batallas en pista, alcanzando su máxima expresión en el Gran Premio de Italia, donde defendió con un estilo más agresivo los ataques de Hamilton. Sus maniobras fueron premiadas con la victoria, la primera de Ferrari en casa en casi una década. 

Aunque el capítulo de Austria seguro sigue en la mente de Leclerc, ese duro aprendizaje fue necesario para su crecimiento. 

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