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Por qué MotoGP debe revisar sus protocolos de aprobación de circuitos

El gran premio del pasado fin de semana en Mandalika, celebrado en unas condiciones extremas y con un asfalto que se despedazaba, dejó claro que el Mundial de MotoGP debe revisar sus protocolos de aprobación de las instalaciones en las que se disputan las carreras.

Helicóptero evacúa a un piloto accidentado en MotoGP en Indonesia

Helicóptero evacúa a un piloto accidentado en MotoGP en Indonesia

Xaveria Yunita

El evento, que inicialmente debía estrenarse en 2021 antes de ser suspendido por la pandemia, se pudo llevar a cabo el domingo tras una mañana de incertidumbre y suspense. Y, paradójicamente, fue la misma lluvia torrencial que obligó a aplazar una hora y cuarto el arranque en MotoGP, la que hizo posible que la segunda parada del calendario y la primera cita en Indonesia en 25 años, se pudiera dar por completada.

Poco importó que Dirección de Carrera tuviera que acortar en siete vueltas (de 27 a 20) la distancia total en la clase reina, y que un rato antes dejara la de Moto2 en solo 16, cuando debía haber llegado hasta las 25. La cuestión era correr, y eran pocos los que, en Lombok, pensaban que la caravana del Mundial podía irse de allí sin hacerlo. Probablemente, no hay una imagen que mejor refleje ese deseo de tirar para adelante como fuera que la bruja de la lluvia paseándose por un ‘pitlane’ anegado, mientras le gritaba al cielo que cerrase el grifo.

Surtiera efecto su ritual o no, lo cierto es que el temporal remitió de repente y se abrió una ventana que se aprovechó para poner en marcha el protocolo rápido de formación de parrilla. A nivel estadístico y contractual, el campeonato cumplió su objetivo; otra cosa es que lo hiciera en los estándares que se le presuponen.

Como decíamos, la lluvia fue un aliado desde la primera sesión del viernes. Sin ella, los prototipos de las tres divisiones, sobre todo los de MotoGP, que bordean los 300 caballos de potencia, habrían despedazado el asfalto que se había colocado dos semanas antes entre la curva 17 y la 5, un tramo de 1,6 kilómetros de distancia. Este fue el acuerdo al que se llegó después de que los corredores alucinaran con el deficiente estado del circuito, durante las tres jornadas de ensayos de pretemporada celebradas un mes antes.

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Cuando se decidió poner en marcha aquel plan de urgencia ya era tarde. A pesar de los esfuerzos y el incansable trabajo a o lo largo de las tres semanas previas al gran premio, la meteorología extrema de la zona, con temperaturas extremas que rozaban los 35 grados en el ambiente –en el cemento se llegaron a registrar 67 grados–, y la violencia de las lluvias en plena época de monzones, impidió que la superficie pudiera asentarse antes de que las motos volvieran a saltar a la pista para el primer ensayo libre.

El miércoles pasado, Simon Gardini, director general de Roadgrip Motorsport Indonesia (RMI), afirmaba que el proceso de reasfaltado había ido "incluso mejor de lo esperado, dado el estrecho margen de maniobra del que se dispuso".

La segunda parte de la declaración ya dejaba entrever que el plan de acción estuvo completamente condicionado por la necesidad de terminar las obras a tiempo. Como era de esperar y todo el mundo vio, el resultado no estuvo al nivel que se espera en MotoGP. Sobre todo en el último tramo del trazado, y especialmente en la última curva, donde el suelo se levantaba a pedazos. Esa fue la razón por la que Dirección de Carrera decretó la reducción de la distancia a recorrer el domingo. 

A pesar de todas esas eventualidades, los pilotos rebajaron mucho el tono de las críticas hacia el circuito respecto de las vertidas un mes antes. Entonces llegaron a convocar una reunión de urgencia para decidir qué podía hacerse para despejar una pista más propia del Mundial de MX que del de MotoGP. Los pedazos del propio cemento salían disparados como proyectiles al paso de las motos, e incluso provocaron algún que otro hematoma en quien rodaba detrás.

Finalmente se optó porque fueran los propios corredores, con sus trayectorias, abrieran una trazada por la que poder circular, aunque fuera la única posible. Quien se saliera del carril se iba al suelo, y tratar de adelantar a alguien era como jugar a la ruleta rusa.

Con vistas al gran premio, todas las partes involucradas, desde la organización, hasta los fabricantes, que tienen en Indonesia a uno de sus principales mercados, y los patrocinadores, se esforzaron en lanzar un mensaje de positividad, más centrado en el sobresfuerzo hecho que en las costuras que quedaron a la vista.

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No obstante, no hubo forma de maquillar del todo esa sensación de improvisación que no juega a favor de la imagen del campeonato, como se le escapó a alguno que otro tras la odisea en que se convirtió la carrera de MotoGP, un auténtico ejercicio de supervivencia, tanto por los boquetes en el asfalto, por las piedras y por la prácticamente nula visibilidad.

"No deberíamos de estar en esta situación; el Mundial no debería estar en esta situación. Hicieron todo lo que pudieron para arreglar el circuito, pero no fue suficiente", declaró Alex Rins a Motorsport.com. El barcelonés colgó al poco rato una foto en sus redes sociales, en la que mostró su torso lleno de restos de cemento, que se le colaron por dentro del mono.

"Todo fue muy raro. Se reasfaltó la mitad del circuito, pero el suelo se seguía levantando. Ha sido un poco justo venir; seguramente el año que viene estará todo en mejores condiciones”, añadía Joan Mir, su compañero en Suzuki. "Terminé con los ojos llenos de piedras y tierra, y estoy seguro de que el organizador tendrá en cuenta lo que ha pasado", siguió en esa misma línea, Pol Espargaró.

Llegados a este punto, es evidente que este episodio merece una profunda reflexión para intentar evitar que esto se repita. Y si algo está claro, es que la raíz del problema no fue la desidia o la pereza, porque visitas recientes a la instalación se hicieron, y varias. Franco Uncini, delegado de seguridad de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM), y Loris Capirossi, representante de Dorna, se desplazaron a Mandalika en abril de 2021.

Otra delegación estuvo presente durante el estreno del trazado en la prueba del WorldSBK, en noviembre. Y la última inspección se produjo durante los ensayos de pretemporada, ya en febrero y cuando era demasiado tarde para corregir, con garantías de éxito, todo lo que no se hizo en los meses anteriores.

Si tan importante era volver a correr en Indonesia, no hay duda de que se tendría que haber puesto más celo asegurarse de que, al menos la pista, estaría en las condiciones que merece un gran premio de MotoGP.  

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