Suzuki cortocircuita
La degradación de los neumáticos con el paso de las vueltas influye negativamente en la electrónica de la GSX-RR, lo que complica mucho la vida a Viñales y Espargaró.
La Suzuki es una moto ideal en las jornadas de entrenamientos, que, sin embargo, pone en apuros a quien la conduce cuando llega la hora de la verdad, esto es los domingos, durante las carreras. El pasado fin de semana, en Montmeló, Maverick Viñales terminó el cuarto, a 24 segundos del ganador (Valentino Rossi), mientras que Aleix Espargaró, su compañero, se vio obligado a retirarse a falta de siete vueltas para la conclusión.
“Empecé a notar que la centralita cortaba la entrega y lo intenté todo, cambiar los mapas y demás. Pero la pérdida era tremenda, en medio de la curva más del 20%", explica Aleix
Según explicó el piloto de Granollers (Barcelona), su moto falló pronto –él dijo en la cuarta vuelta aunque los datos reflejan que fue un par de giros más tarde–, cuando la centralita comenzó a cortar potencia de forma incomprensible, poniéndole a él en aprietos.
“Empecé a notar que la centralita cortaba la entrega y lo intenté todo, cambiar los mapas y demás. Pero la pérdida era tremenda, en medio de la curva más del 20%. Intenté seguir porque lo que menos me gusta es tener que abandonar, pero rodaba cinco segundos más lento, la moto no funcionaba y quedaban 10 vueltas para terminar. Así que tuve que parar”, resumió el mayor de los hermanos Espargaró, que a diferencia de su compañero ya empleó el nuevo chasis (estrenado en valencia una semana atrás), aunque luego reconoció haberse precipitado.
A Viñales, que corrió con el estándar, el problema no se le presentó tan pronto ni tampoco fue tan grave, que sí le condicionó, sobre todo la segunda parte de la prueba. Si en el caso de su compañero de equipo la incidencia seguramente vino dada por un problema concreto de programación, en el caso de Mack se debió a un factor que ya parece endémico en la GSX-RR, la mala digestión de la falta de adherencia del prototipo.
“Cuando hay adherencia puedo hacer con la moto cosas increíbles. Pero cuando empieza a fallar se convierte en una pesadilla”, dice Viñales
El sábado por la mañana, con más de 10 grados menos de temperatura en el asfalto que por la tarde, el chico de Roses (Girona) logró el mejor tiempo en la primera sesión del día. Por la tarde, no obstante, el termómetro se enfiló en la misma medida que la adherencia de la pista se desmoronó, y en esas condiciones Viñales no pudo hacer más que sobrevivir (se colocó el sexto en la parrilla). El salto de calidad que pudieron dar Honda y Yamaha desde el tercer entrenamiento libre (FP3) hasta la cronometrada, no lo pudo dar Suzuki, y eso también quedó reflejado al día siguiente.
“Cuando hay adherencia puedo hacer con la moto cosas increíbles. Pero cuando empieza a fallar se convierte en una pesadilla”, argumenta Viñales, que después de volver a rodar en el test que se llevó a cabo el lunes en Montmeló, aseguró que seguramente empleará el nuevo chasis ya en Assen, dentro de tres semanas.
De cualquier forma, y al margen del paso adelante que pueda suponer emplear una especificación u otra, parece evidente que el cortocircuito que sufre Suzuki se irá resolviendo a medida que los técnicos entiendan mejor como calibrar la nueva centralita, algo que en según qué estructuras está costando más que en otras.
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