El semáforo del Gran Premio de Alemania de MotoGP

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Marc Márquez firmó su décima victoria desde la pole de forma consecutiva en Alemania. A golpe de hacer cosas sobrenaturales, el de Honda nos ha hecho creer que son normales, incluso fáciles. Y eso es un error.

Lo que está haciendo este piloto, los récords, las marcas, las proezas, las hombradas, las salvadas que, semana sí, semana también, protagoniza no están, ni mucho menos, al alcance de muchos. En la parrilla actual, de absolutamente nadie. Márquez ha inventado una nueva categoría, una división en la que, por el momento, solo compite él.

Desde que en Malasia 2017 acabó fuera del podio (4º), cuando se aseguró unos puntos valiosísimos para acabar asegurándose el título en Valencia, Márquez no se ha bajado del podio ni en una sola de las carreras en las que no se ha caído. Que son 23 de las 28 disputadas.

Desde aquel 29 de octubre, Marc ha ganado 14 veces, ha sido segundo en siete ocasiones y tercero en dos, la citada carrera de Valencia de ese año, y la pasada temporada en Brno, por detrás de las Ducati. El resto de carrera se ha caído, como en Austin este año, único gran premio del curso en el que no ha sido primero o segundo. Con ese bagaje, con esa media, con esa consistencia, tenacidad y regularidad, es absolutamente imposible que nadie le discuta el título.

Salvo lesión de por medio, la temporada 2019 está finiquitada. Sin presión por parte de un rival fuerte, con 58 puntos de ventaja y con un nuevo estilo de gestión de las carreras, nadie va a poder acercarse a Márquez. Este año, el de Cervera ha dejado de lado la fogosidad del cuerpo a cuerpo que tanto le ha hecho disfrutar los últimos años, para abrazar un estilo de contundencia que deja KO a sus rivales, eliminando riesgos y obligándoles a arriesgar a ellos, con resultados como las dos caídas de Alex Rins en las dos últimas carreras.

Con Ducati inmersa en una crisis de confianza, que quedará disimulada en las tres próximas carreras con algunos buenos resultados que esconderán las limitaciones de su pareja de pilotos, y con Maverick Viñales, ahora mismo como gran rival en pista, pero a una distancia sideral en la general (¡100 puntos¡), podemos caer en la trampa de pensar que la segunda parte de la temporada será un paseo para el de Honda. Puede ser.

Pero viendo su nivel, su pilotaje y su forma de gestionar las carreras, personalmente he tomado la decisión de sentarme, relajarme y disfrutar de todas y cada una de sus exhibiciones en la pista, porque sinceramente no se si vamos a ver nada igual en muchos, muchos años.

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Maverick Viñales llegaba a Sachsenring con una victoria debajo del brazo y la necesidad de confirmar que lo de Assen no había sido circunstancial. En Alemania el de Yamaha no ganó, pero demostró una solidez durante todo el fin de semana desconocidas hasta ahora. Viñales está de vuelta, el piloto de Roses ha recuperado la alegría, la sonrisa y la confianza en sí mismo y en una moto que llegó a desesperarle, que le llevó a dejar de creer en lo que estaba haciendo.

Mack ha cambiado su entorno, su núcleo duro. No voy a entrar si su nuevo equipo es mejor, peor o diferente que el anterior, eso ahora mismo es lo de menos. Lo importante, lo que realmente se percibe, es que la nueva ‘pandilla’ de Maverick le ha devuelto al piloto la confianza y la sonrisa, y eso se está traduciendo en los resultados.

El catalán llega tarde para luchar ya, este año, por el Mundial, pero debe aprovechar esta inercia para sentar las bases de cara a la próxima temporada. Llegaran, pronto, momentos convulsos en Yamaha, los rumores, los dimes y diretes sobre el futuro del otro lado del box ya empezaron a sonar con fuerza este pasado fin de semana en Sachsenring, algo que puede convulsionar los cimientos de esa escudería. Viñales debe asegurarse de seguir el camino emprendido junto a los suyos, debe exigir la complicidad de su fábrica y el máximo apoyo para tener una moto competitiva en 2020, y eso solo lo logrará con resultados, trabajando bien, como lo esta haciendo desde Mugello, y demostrando que puede liderar el proyecto.

2020 está lejos, el títulos este año es una quimera, pero ahora, justo ahora, es el momento más importante para Maverick, es la hora de coger el mando.

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Andrea Dovizioso dio un nuevo paso atrás en su objetivo de pelear el campeonato del mundo con Marc Márquez. El italiano ha perdido su condición de ser el primero de los mortales, título que ahora mismo le disputan con éxito tanto Maverick Viñales como Alex Rins, aunque el de Suzuki ha cometido dos errores graves en un momento clave de la temporada que, de no haberlos cometido, hubieran cambiado completamente el escenario actual.

También se lo discute su propio compañero de equipo, Danilo Petrucci, que el domingo se resistió a hacer el mismo papelón de Assen y le superó en carrera, restándole puntitos y acercándose en la general a sólo seis del teórico jefe de filas. Una situación que provocó las primeras salidas de tono en el box, un pequeño incendio apagado por Ducati con la renovación de Petrucci. Una vez más, de forma precipitada.

Dovizioso, con la inestimable ayuda de los medios italianos, provocó que Ducati decidiera no continuar con Jorge Lorenzo el pasado año. Para el italiano, la diferencia de sueldo y la posibilidad de que el español acabara haciendo ganar a esa moto le incomodaban demasiado. Pidió la llegada de Petrucci para poder quedarse con una buena parte del sueldo del balear, y ‘adoctrinó’ a su nuevo compañero, con una ficha indigna de un piloto de MotoGP, en las bonanzas del trabajo en equipo en pos de su propio beneficio. Ahora que ve que tampoco puede con Petrux y que Ducati le ha renovado contra su opinión de que debía “tener paciencia”, apunta su afilada lengua contra el ‘ingeniero’ que no sabe hacer una moto para que gane él.

A Dovizioso lo mejor que le ha pasado en su vida fue tener a su lado a un piloto como Lorenzo, que le hizo despertar la ambición y la competitividad, y elevó su nivel, aprovechando al extremo las virtudes de la Ducati.

Ahora, sin el español en el box, Dovizioso ha vuelto a ser el que siempre fue, un buen piloto. Y nada más.

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