Por qué el divorcio es la mejor solución para Lorenzo y Honda
A pesar de que tanto Jorge Lorenzo como Honda insisten en dar validez al contrato que les une hasta 2020, la mayoría de señales llevan a pensar que prolongar un año más la situación actual es insostenible para ambas partes.

La gran expectación que generó el anuncio del fichaje del mallorquín por Honda a mediados del pasado año se ha convertido, con el transcurso de los meses, en una pesadilla tanto para el equipo como para el piloto, que siempre deseó correr en la considerada escudería más potente del Mundial.
El pobre rendimiento del tricampeón del mundo de MotoGP en el primer tramo de la temporada se achacó inicialmente al lastre que le provocaba la ristra de lesiones que arrastraba de los meses anteriores. Sin embargo, no existe ningún motivo de peso que pueda justificar el desplome del español en los últimos grandes premios, ni siquiera aquella caída de Assen en la que se fracturó dos vértebras y que le obligó a perderse las citas en Holanda, Alemania, República Checa y Austria.
Tras aquel percance reapareció en Silverstone, donde cruzó la meta el 14º, a 56.6 segundos del vencedor (Alex Rins). En Misano repitió posición, llegando 47.2 segundos más tarde que Marc Márquez; en Aragón finalizó el penúltimo (20º), a 46 segundos del ganador, de su vecino en el taller de HRC y en Tailandia, el pasado domingo, lo hizo el 18º, a 54.7 segundos de Márquez. Esa ha sido la peor racha del #99 desde que irrumpió en la categoría de las motos pesadas en 2008.
Desde su regreso en Gran Bretaña, Lorenzo parece desconectado y sin tensión competitiva, y lo más preocupante de todo es que asume como normal que el temor a volver a caerse le paralice. Para cualquier ser humano puede ser una reacción lógica, pero la gran admiración que despiertan los pilotos se explica, precisamente, porque todo lo que hacen cuando salen a la pista es extraordinario. Si atendemos a sus palabras, concluiremos que el único objetivo que tiene el balear en estos momentos es tratar de llegar a finales de noviembre sin volver a sufrir otro accidente.
La magnitud del problema todavía gana en relieve si cruzamos sus estadísticas con las que acumula su compañero de equipo, recién coronado campeón cuatro carreras antes del final, que para rematarlo ha completado la mejor temporada desde que debutó en MotoGP, en 2013. Mientras la mayoría de pilotos harían lo imposible por darle la vuelta a una deriva que va de mal en peor, Lorenzo se limita a dejar pasar los días. “Puede que siga así de forma indefinida, no lo sé”, respondió el pasado sábado, cuando se le preguntó hasta cuándo podría aguantar en su situación.
Lorenzo es plenamente consciente de que eso no es verdad. No puede estar “de forma indefinida” ofreciendo la imagen de piloto sin ambición ni espíritu de superación que le acompaña en las últimas semanas, y no puede, de ninguna manera, asociar a Honda con los últimos lugares de la clasificación de forma permanente.
Alberto Puig, team manager de HRC, mantiene una postura de prudencia en sus declaraciones al respecto del futuro del piloto que él reclutó en una maniobra que pilló a todo el paddock a contrapié. Pero al mismo tiempo, va soltando advertencias. La última, después del fastuoso fin de semana en Buriram: “Esperamos que Jorge también pueda ayudar a que consigamos el título de marcas y el de constructores ”.
Con esas declaraciones, el ejecutivo le señala un objetivo a Lorenzo, dejando entender que tiene una misión por delante que debe cumplir. “Solo pienso en la progresión de Jorge de aquí a final de año para ver qué perspectivas tiene con vistas a 2020", remarcaba Puig hace unas semanas, asumiendo que las dificultades por las que atraviesa su pupilo se salen de lo razonablemente normal.
“Nosotros estamos intentando ayudarle, haciendo lo máximo que podemos y sabemos, pero se tiene que producir un encuentro entre piloto y moto y eso le está costando”, añade el jefe de la marca del ala dorada, siempre claro y directo, también con las metas que quiere alcanzar y aunque éstas parezcan inalcanzables, al menos para un lado del box: “La estrategia es ganar, ganar, ganar y ganar porque nos quedan cuatro carreras. Esta es la mejor manera de progresar y mantenerse enfocado, pensando en este objetivo. Márquez y Honda, al menos mentalmente, siempre están tratando de lograr ese objetivo”.
¿Dónde encaja Lorenzo en esa filosofía? Es difícil de entender que un piloto que no muestra ninguna progresión, más bien al contrario, y que cada vez parece ir a peor, pueda de la noche a la mañana pasar a competir por posiciones de podio con un prototipo en el que no confía.
Por más que él insista en que desde Japón le aseguran que la RC213V de 2020 incorporará esas mejoras que él solicitó y que la harán menos crítica, cuesta creer que los ingenieros vayan a darle la vuelta a una moto con la que Márquez ha sido capaz de sumar nueve victorias y cinco segundos puestos en 15 pruebas.
Si uno se para a pensarlo fríamente llegará a la conclusión de que para el de Cervera (Lleida), la coyuntura actual, el hecho de que él sea el único capaz de rodar deprisa con la Honda, no hace más que subrayar su papel dentro de la compañía, eso es, lo convierte prácticamente en imprescindible.
Con 32 años, Lorenzo ha sido cinco veces campeón del mundo, tres de ellas en MotoGP (2010, 2012 y 2015), logrando un total de 68 victorias, 69 poles y 152 podios, un palmarés impresionante, una trayectoria de gran campeón, como él mismo se encarga de recordar de vez en cuando.
Ahora, sin embargo, se arriesga a cerrar de la peor manera posible su impecable trayectoria. Una temporada como la actual puede catalogarse de error, como un pequeño borrón en su hoja de servicios. Pero prolongar esa deriva un año más sería difícilmente recuperable.
Honda, una de las multinacionales más importantes del mundo, no tiene pensado romper el contrato que une a ambas partes, pero sí espera un gesto por parte de Lorenzo, bien sea un cambio de actitud y de estado de ánimo, o en sentido contrario, algo parecido a lo que hizo Johann Zarco cuando solicitó a KTM rescindir el acuerdo que les unía hasta 2020.
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