El semáforo del Gran Premio de Italia de MotoGP

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Danilo Petrucci (28 años) logró este domingo su primera victoria en el campeonato del mundo. Ocho años después de su debut, en Qatar 2012, y tras 124 carreras, el italiano alcanzó la gloria de poder inscribirse en el selecto grupo de pilotos ganadores de gran premio, que con Petrux alcanza la cifra de 109 en toda la historia.

Porque puede parecer relativamente fácil (o accesible), pero lo cierto es que ganar carreras en la máxima categoría no es una empresa, para nada, al alcance de cualquiera. En toda la historia del Mundial 109 pilotos diferentes lo han conseguido, pero de ellos, sólo 59 han repetido mientras que medio centenar, de momento, se han quedado con el único triunfo que consiguieron. Lograrlo, es complicado, pero mantenerse en la cima, casi lo es más.

De hecho, desde que Petrucci llegara al Mundial, en 2012, sólo 11 pilotos antes que él ganaron carreras de MotoGP, entre ellos Jack Miller, Andrea Iannone (ambos en 2016) o Alex Rins (2019) que, de momento, sólo suman una.

Entendida la dificultad que entraña ganar una carrera, y más la primera, en MotoGP, el triunfo del domingo de Petrucci en Mugello fue, además, colosal, por diversos factores. El primero porque el piloto estaba bajo una enorme presión, ya que corría en casa de Ducati y con la renovación de su contrato en juego.

El segundo y más importante, porque tuvo que pelear contra su compañero y, sobre el papel, jefe de filas, Andrea Dovizioso, clara apuesta del equipo para luchar por el campeonato con todo lo que ello supone. Dos factores que pusieron a prueba, hasta el extremo, la capacidad de concentración y la fortaleza mental de Petrux.

Y, por último y, seguramente, lo más difícil, tuvo que jugarse la victoria en la última vuelta, además de con Dovi, con el actual campeón, Marc Márquez, un depredador sin misericordia, el peor rival en el cuerpo a cuerpo, y el último piloto con el que me gustaría tener que disputarme la victoria en un final ajustado.

Petrucci superó todas esas barreras, destrozó todos los obstáculos y, además, demostró una valentía y carácter dignos de consideración con un último adelantamiento por el interior en paralelo con Marc y Dovi que, como se puede ver en el vídeo, entran con todo merecimiento en la historia de los mejores de MotoGP, unas imágenes que sin duda se mantendrán en la memoria y los highlights durante años.

La carrera de Danilo el domingo fue para enmarcar, espectacular, épica y valiente, solo espero que su frase tras la carrera: “He cumplido mi objetivo del año; ahora toca ayudar a Dovi en el Mundial”, sea sólo de cara a la galería ya que de ser cierta le restaría valor como piloto y, sobre todo, en caso de conseguirlo, restaría valor al título de Dovizioso y Ducati.

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Marc Márquez siempre gana, aunque pierda. Mugello es una cruz roja en el calendario del piloto de Cervera y su equipo. Nunca se ha sentido cómodo en esta pista y, de hecho, nunca ha ganado en ella a excepción de la temporada 2014, cuando se impuso en las 10 primeras citas del curso de forma consecutiva ante una parrilla anestesiada por el efecto que le causó el título de Marc en el año de su debut (2013). De siete apariciones en categoría reina en la pista toscana, el de Honda ha ganado solo una.

Pero hay ‘derrotas’ que suman, que valen igual o más que una victoria. La pelea que mantuvo Márquez este domingo con las dos Ducati de Petrucci y Dovizioso, y con la Suzuki de Alex Rins, fue espectacular. Pero tanto como el arrojo del cerverino a la hora de mostrar toda su agresividad y pilotaje en la batalla, lo que más maravilló de Márquez fue su capacidad para gestionar la situación.

En la última vuelta, en cabeza luchando por la victoria, había cuatro pilotos. El líder del Mundial, sus dos principales amenazas (2º y 3º de la general) y un cuarto piloto, Petrucci, que, sobre el papel, al menos el domingo, no era rival en la lucha por el título. Que el de Honda lograra sacar de la ecuación a Dovi y Rins no puede ser casualidad, y menos viendo la maniobra en la primera curva de la última vuelta.

El Marc de sus primeros años, incluso 2017, se hubiera tirado a degüello, a ‘victoria o enfermería’, el Marc de ahora mide, incluso a 300 Km/h las consecuencias de cada acción y aunque perdió la carrera, una vez más contra una Ducati, salió de Mugello reforzado, más líder y mandando un mensaje a su directo rival, Dovizioso, de que este año, si no pasa nada raro, tampoco va a ser…

No quiero olvidarme de Rins. El de Suzuki salía 13º en parrilla y llegó a liderar la carrera en una nueva exhibición de pilotaje. En una pista donde se premia la velocidad pura y que cuenta con la segunda recta más larga del Mundial, pero en la que se logran las mayores velocidades punta, Alex suplió la falta de potencia de su GSX-RR con la habilidad que tiene para culebrear por las zonas viradas de los circuitos. Si tanto el piloto como Suzuki logran solucionar el problema que tienen para clasificar los sábados, Rins va a ser un sólido rival en la lucha por el título. Su carrera del domingo fue formidable.

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Andrea Dovizioso sigue viendo pasar las oportunidades por delante sin poder cazar ni una. Para el aficionado, la carrera del domingo fue espectacular, emocionante y se podría pensar que de igual modo que acabó tercero, la hubiera podido ganar.

Pero analizando un poco lo visto sobre la pista, Dovizioso fue, de los tres primeros, incluso los cuatro contando a Rins, el que menos arriesgó, el que jugó más a verlas venir y, sobre todo, el primero que cerró el gas cuando, a final de recta, en la primera curva del último giro, Márquez, Petrucci y el propio Dovi se pusieron en paralelo, separados por milímetros.

En esas situaciones se ve lo que cada piloto está dispuesto a arriesgar. Petrucci se jugaba su primera victoria, tenía mucho a ganar y poco o nada a perder. Para Márquez era un riesgo enorme, podía irse al suelo dejando el camino libre hacia la meta, para sumar un buen montón de puntos, a sus rivales más directos en la lucha por el título (Dovi y Rins). Se jugaba muchísimo, pero no cedió ni un centímetro. Y le salió bien.

Dovizioso se jugaba, en gran parte, seguir con las opciones intactas de luchar por el Mundial y, sobre todo, demostrarle a Marc que estaba dispuesto a cualquier cosa para conseguirlo.

Pero el italiano, cuando se vio emparedado por Marc y Petrux, cortó gas y se quedó detrás, conformándose con un tercer puesto que no le aportan más que un puñado de puntos, saliendo del gran premio de casa, del jardín de Ducati, más lejos del líder en la general y con la sensación de que sus acciones han perdido valor.

El nivel alcanzado en este inicio de temporada por Márquez y su Honda han elevado las cotas de agresividad del campeonato hasta límites en los que si no estás dispuesto a jugártela en cada vuelta, no tienes nada que hacer.

En Austin Marc falló y Dovi acabó cuarto, dejando pasar una oportunidad de oro. En Jerez, donde sí gano el de Honda, el italiano llegó a las últimas vueltas con el podio a tiro, a la vista, pero no se la jugó, no arriesgó y volvió a perder puntos acabando cuarto. Y en Le Mans, estuvo 13 vueltas 3º, las 11 últimas 2º sin jugársela, sin arriesgar, sin plantar cara a Marc, que sólo se vio molestado por la Desmosedici de Jack Miller, el único que le plantó cara en Francia.

Faltan muchas carreras, pueden pasar muchas cosas aún, incluso puede que Dovi gane en Barcelona, donde las Ducati vuelan (pero cuidado, que tendrá batalla y quizá alguna inesperada), pero la conclusión que arroja el Gran Premio de Italia es que Dovizioso no está, este año, al nivel de su rival por el título y eso, que lo sabe el propio piloto, su equipo y, por su puesto, Marc, es un losa que va a ir haciéndose más pesada en cada carrera.