Por qué Marc Márquez salió de Austin como el ganador moral de la carrera

El pasado fin de semana se vio a un Marc Márquez distinto. Más serio de lo habitual, más pensativo y apagado, con menos chispa. Su hermano, Alex fue tremendamente elocuente en Argentina, al declarar que "nunca le había visto tan bajo de moral".

A pesar de celebrar la posibilidad de volver a correr tras perderse las últimas dos carreras, como consecuencia del accidente tan salvaje que sufrió en el warm up en Mandalika y que provocó que le reaparecieran los problemas de diplopía (visión doble), el de Honda se presentó en el paddock del Circuito de las Américas con dudas.

Ni siquiera los responsables de la marca del ala dorada las tenían todas consigo, sobre todo con vistas a la carrera del domingo, programada a 20 vueltas y en uno de los trazados más exigentes de todo el calendario a nivel físico.   

El chico había recibido el ‘OK’ de los médicos y veía bien, pero la conmoción derivada del trompazo que se dio en Indonesia aún le provocaba ciertos dolores de cabeza, con los que tuvo que lidiar a lo largo de todo el fin de semana. Además de ello, su brazo derecho, el que se rompió hace dos años, en Jerez, y que ha pasado por tres operaciones, le sigue condicionando más de lo que se podría pensar.

Esta limitación viene dada por la inactividad a la que se vio forzado este invierno, mientras trataba de recuperarse de la diplopía que ya le impidió tomar parte en las últimas dos carreras del pasado curso, en Portugal y en Valencia.  

A diferencia de lo que pasó en esta última ocasión, en la que sí pudo trabajar su cuerpo, Márquez se pasó todo el invierno sin pisar el gimnasio, hasta el extremo de que cualquier actividad cotidiana podía suponerle un problema.

"La vertiente deportiva pasó a un segundo plano. Lo peor fue que no podía hacer vida normal". reconoció al volver a subirse a su Honda, en los test de pretemporada. En su planificación, esos tres meses de noviembre a febrero estaban marcados en su agenda como el periodo en el que perseverar en el cuidado del brazo y el hombro derechos, para llegar a los ensayos de Sepang (inicios de febrero) lo más en forma posible.

Sin embargo, eso no pudo ser, y el #93 ya comenzó el ejercicio a contrapié. La caída en Mandalika lo llevó de golpe otra vez a la casilla de salida, y eso ya fue demasiado incluso para él, que hasta ese momento siempre había sido capaz de encontrar el lado positivo a las situaciones más adversas.  

Entre 2013, su debut en MotoGP, y 2019, fecha en que logró su sexto título de la categoría de las motos pesadas, uno tenía la sensación de que Márquez era descendiente de Superman. A partir de aquel fatídico domingo de julio de 2020, parece que allí por donde pisa no hay más que cryptonita.

Por todo lo anterior, la estratosférica remontada que protagonizó el domingo en Texas le vendrá como agua de mayo, para coger energía para lo que viene. El vencedor indiscutible del cuarto gran premio de este 2022 fue Enea Bastianini, pero a nivel moral nadie se llevó un chute tan revitalizante como Márquez.  

Su exhibición después de verse el último en la primera curva, por un problema en el sistema de salida de su moto, fue descomunal. Estuvo a la altura de aquella remontada en Jerez, el día en que todo comenzó a torcerse.

En Texas, finalmente terminó el sexto, a seis segundos y medio de Bastianini, pero los números que deja su paso por Austin dejan claro que la esencia del muchacho sigue allí. Tras su calamitoso arranque, el catalán rebajó en 12 segundos el tiempo con el que se llevó la victoria en 2021. A pesar de tener que culebrear por entre el pelotón, y de deshacerse de hasta 18 rivales, el multicampeón rodó la mayor parte del tiempo más rápido que los corredores de cabeza, tanto de Jack Miller como de Bastianini.

Solo al final, en los últimos cuatro giros, el agotamiento hizo que aflojara y se ‘conformara’ con la sexta plaza, por más que pudiera tener a tiro la quinta, que fue para Pecco Bagnaia. En la última vuelta, el de Cervera (Lleida) sacó fuerzas de dónde pudo para mantener a raya a Fabio Quartararo, el actual campeón del mundo, que no pudo con él.  

Llegados a este punto, los diez días de parón que tiene hasta que se vuelva a subir a la RC213V, en Portugal, le irán de maravilla para seguir fortaleciendo el hombro. Si Austin se dibujaba como el lugar idóneo para volver, Portimao le pondrá las cosas mucho más difíciles, tanto por el perfil –gira a la derecha, en la dirección de las agujas del reloj–, como por su exigencia.

En un imaginario ideal, Márquez debería dejar de correr un tiempo para poder sanar. Sin embargo, eso es imposible dadas las circunstancias, con el curso en marcha, y habiéndose convertido este campeonato en una montaña rusa en la que cualquiera que forme en la parrilla puede llegar a ganar carreras. “Ya lo dije el jueves: de momento, la pasión por la moto y la competición puede más que todo el sufrimiento por el que paso. Este domingo fue otra prueba de ello, porque cuando más ayuda necesitaba apareció este problema mecánico”, comentó, exhausto, antes de abandonar Texas.

Los 40 puntos que le separan del liderato son perfectamente recuperables para alguien como Márquez, siempre que pueda mejorar su condición y física y, sobre todo, vuelva a lesionarse. “Quedan muchas carreras, pero ahora mismo sería un error hablar de Mundial y de victorias. Hay que seguir sumando y cogiendo esa confianza que, ojalá, nos permita luchar por este título”, prosiguió el leridano. Como ha quedado sobradamente claro a lo largo de su trayectoria, el paso de este piloto por el Mundial ha estado siempre marcado por la épica.

En ese sentido, frente a él tiene el más difícil todavía, el que es probablemente el reto más difícil de su vida. Un desafío al que siempre es mejor enfrentarse después de una demostración como la de Austin.

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