Cómo la entrada de VR46 puede alterar los planes del resto de equipos de MotoGP

Hasta hace pocos meses, la respuesta de Il Dottore cuando se le preguntaba por la posibilidad de que su escudería tuviera presencia en la categoría de las motos pesadas, se articulaba siempre a partir de evasivas. “Los costes en MotoGP se disparan mucho, y no estamos en condiciones de afrontarlo”, repetía una y otra vez, aún sabiendo la predisposición de todos los estamentos del Mundial a hacerle un hueco.

Las piezas encajaron finalmente con vistas a 2022, y gracias a Aramco, una petroquímica saudí, y al acuerdo para hacerse con la plaza que hasta ahora correspondía a Avintia, Rossi tendrá dentro de unos meses una alternativa en la que centrarse cuando decida colgar el mono. No sería descabellado que eso sucediera esta temporada, habida cuenta de su falta de competitividad y de la aparente melancolía que transmite: tras las primeras cuatro paradas del calendario solo ha sido capaz de sumar cuatro puntos, un bagaje que supone el peor arranque de su vida. 

De la misma manera que se ha ganado el derecho de dejar de correr cuando a él le apetezca, el desembarco de su compañía en MotoGP parece el estímulo ideal con el que mantenerse ocupado a partir de ese ‘día después’ que tanto se les atraviesa a muchos deportistas una vez se retiran.

En cualquier caso, poco importa si asume ‘de facto’ los mandos del proyecto que lleva su nombre o simplemente se limita a tutelarlo, porque su sola entrada en escena ya ha tenido consecuencias. Sobre todo, en las formaciones independientes que aún no tienen cerradas las motos con las que competirán durante el periodo comprendido entre 2022 y 2026. Al margen de VR46, estas son básicamente dos: el Sepang Racning Team (SRT) y Gresini. El vínculo de LCR con Honda expira a finales del año que viene y Pramac lo tiene todo hablado con Ducati para seguir como su equipo satélite de referencia. 

Uccio Salucci, director deportivo de VR46, afirmaba la semana pasada, desde Jerez, que la idea era anunciar “en unos diez días” la identidad del constructor que suministrará esas motos. Paolo Ciabatti, su homólogo en Ducati, confirmaba a Motorsport.com que la marca de Borgo Panigale mantenía vías de negociación abiertas tanto con Gresini como con VR46. Yamaha solo emite silencio, circunstancia que podría llevar a deducir que la renovación con SRT puede darse por hecha. Pero, a menos que el contrato esté firmado, eso sería mucho suponer dada la influencia de Rossi y sus nuevos intereses a nivel empresarial. 

Que Yamaha optara por Fabio Quartararo para ocupar el garaje del Monster Yamaha junto a Maverick Viñales con vistas a este 2021 no sentó nada bien al corredor de Tavullia. Sin embargo, él es suficientemente hábil como para saber dejar al margen el rencor que aún pueda tener, para jugar a favor de su ‘nuevo equipo’.

Si nos guiamos por el testimonio de Razlan Razali, director de SRT, no deberían existir dudas acerca de la prolongación del acuerdo vigente, probablemente con matices: Franco Morbidelli (tiene contrato hasta 2022) dispondría de una M1 de última generación. “Llevamos hablando con Yamaha desde diciembre, y ya tenemos el borrador de una renovación por otros cinco años (2022-2026). Creo que podemos cerrarlo entre mayo y junio”, comentaba Razali a principios de marzo, antes de que comenzara el campeonato, y más importante, de que se concretara la irrupción de VR46. “Veremos qué pasa, porque con Valentino nunca se sabe. Todos sabemos el papel que juega”, deslizan ahora desde la estructura patrocinada por Petronas, que también tiene que confirmar que sigue decorando las motos, por más que eso sí pueda considerarse un mero trámite habida cuenta de los lazos que existen con la petrolera malasia. 

En los últimos meses, tanto Petronas como VR46 han llamado a la puerta de Suzuki para averiguar si la marca de la gran S se decidirá finalmente a vertebrar el que sería su primer equipo satélite, del que se lleva hablando años. Si atendemos al momento del curso en el que estamos y a los pocos indicios de movimiento que salen de Hamamatsu, todo parece indicar que las de Joan Mir y Álex Rins seguirán siendo las dos únicas GSX-RR de la parrilla.

“Está en manos de la cúpula directiva, en Japón, que es donde se decide todo.  Es difícil, pero todavía no está del todo descartado”, respondían a Motorsport.com esta semana desde Suzuki.

Así las cosas, si planteamos el escenario más probable, SRT debería seguir con Yamaha. Y dada la poca disponibilidad del proveedor japonés a colocar en pista otras dos motos (serían seis), eso provocaría que VR46 y Gresini se jugaran cuál de ellos correrá con Ducati, y cuál lo hará con Aprilia. Y, de nuevo, el sentido común puede no reflejar lo que parece debido a los rifirrafes que ha habido entre Gresini y la casa de Noale a lo largo de los siete años que ha durado su relación. Uno de los últimos, el que les enfrentó después de que Aprilia intentara llevarse a Fabio Di Giannantonio a MotoGP sin tener en cuenta la relación del italiano con el equipo de Fausto Gresini, fallecido el pasado mes de febrero a causa de la COVID-19.

A pesar de ello, el músculo económico de VR46 es muy superior al de su competidor, y eso sin duda juega a su favor en el pulso que deberían mantener para hacerse con las Desmosedici. Eso, siempre que Rossi no sorprenda con alguno de sus trucos, esos que muchos pilotos han sufrido a lo largo de sus 26 años de carrera como piloto, y que seguramente ahora trasladará a los despachos. 

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