El semáforo del Gran Premio de Austria de MotoGP
Como cada lunes después de las carreras, llega el momento de analizar el Gran Premio de Austria de MotoGP.
Foto de: MotoGP
El Andrea Dovizioso conservador y conformista que habíamos visto esta temporada vivió una transformación en el feudo de Ducati para, por fin, plantar cara al líder del campeonato, llevarle al límite y disputarle la victoria. Una gran victoria, sin duda.
Tras ganar en Qatar la primera carrera del curso, Dovizioso transitó con más pena que gloria durante la primera parte de la temporada, poniendo en cuestión las prestaciones de la Desmosedici GP19, un proyecto que llegó a pedir que fuera abandonado por Ducati para centrarse en la moto de 2020, sin conceder a cambio la posibilidad de que su nivel de pilotaje no fuera el mismo que en los dos años precedentes.
Pero en Austria, circuito talismán de la marca italiana, el mejor Dovizioso resurgió para completar una de sus mejores actuaciones, luchando codo con codo con el mejor piloto de la parrilla y batiéndole en unas vueltas finales que son, posiblemente, de lo mejor que se ha visto en MotoGP en mucho tiempo.
La victoria de Dovi se empezó a fraguar el sábado, cuando logró incomodar a Marc Márquez asegurando tener un as bajo la manga que no se había visto en los entrenamientos. Unas décimas que finalmente aparecieron. Y continuó construyéndose el domingo, antes del inicio de la carrera, cuando el italiano supo leer mejor que el español cuál iba a ser el rendimiento de los neumáticos. Marc apostó por el compuesto medio, mientras que Andrea lo hizo por el blando que, a la postre, era la elección acertada.
Pero, sin duda, la clave de la victoria de Dovi estuvo, además de en esos dos factores, en la transformación, en el cambio. El italiano mostró su versión más agresiva, menos conservadora, no dudo en jugársela y plantearse la situación a ‘todo o nada’, algo que no acostumbra.
Con una sola victoria en el casillero hasta ahora, con un Márquez ganando carreras de exhibición en exhibición, a Dovizioso no le quedaba otra en su carrera más propicia, y aceptó el envite. Esa mutación, ese dejar de quejarse de la moto para llevarla al límite y jugársela en cada adelantamiento, puede ser una bendición en lo que resta de una temporada que estaba abocada al aburrimiento máximo, pero que puede acabar siendo espectacular si el italiano mantiene este grado de agresividad, aunque sus opciones al título sean, honestamente, casi nulas.
Y si Dovizioso completó una carrera excepcional, no lo fue menos la que llevó adelante su rival, un Márquez que no tenía ninguna necesidad de arriesgar liderando como lidera el Mundial con una ventaja tan abultada.
Pero el de Honda, a diferencia de Dovi, siempre busca el límite, siempre arriesga, siempre se la juega, aunque no le haga falta y aunque esta vez le haya salido cruz, su actuación de ayer, como la de cada domingo, es la que hace ganar cada día más adeptos a este espectacular deporte.
Fabio Quartararo cosechó su tercer podio de la temporada y completó una carrera muy sólida y constante. Con Dovizioso y Márquez un paso por delante del resto, el tercer peldaño del podio era el máximo botín al que podía aspirar el grueso de la parrilla y el francés, que llegó a liderar las primeras vueltas de carrera, demostró que no solo es capaz de sacarse una vuelta rápida de la chistera en un entrenamiento o en clasificación, sino que también está preparado para gestionar una carrera y mantener un ritmo de giro constante durante muchas vueltas.
Para un piloto de 20 años que debuta en la categoría reina, girar 20 vueltas (de la 8 a la 28) en tercera posición, jugándose el podio, y con nada más y nada menos que Valentino Rossi a sus espaldas, es sencillamente prodigioso. No se arrugó el francés, no tuvo la mínima duda, supo mantener la perseverancia y no dejó, en ningún momento, que Valentino se acercara lo suficiente como para ‘invitarle’ a intentarlo.
Lograr tres poles (Jerez, Barcelona y Assen) y tres podios (Barcelona, Assen y Spielberg) para un debutante en un equipo satélite de una marca, Yamaha, que no pasa por su mejor momento, tiene un mérito soberbio. Pero mantener a raya con solo 20 añitos a Rossi y Viñales, ambos oficiales de Yamaha, y además acertar en la elección del neumático (blando) y los ‘jefes’ no hacerlo, es la demostración de que estamos, posiblemente, ante uno de los futuros dominadores del Mundial.
Johann Zarco afrontaba el pasado fin de semana el gran premio de casa de KTM, su equipo. Para el fabricante austríaco, sin duda, el momento más importante de la temporada, una gran fiesta de la que participan la mayor parte de los trabajadores de Mattighofen. Un buen momento para que el francés tratara de dar el cien por cien, de apretar los dientes y demostrar que es un piloto top.
Pero lejos de eso, Zarco llegó al Red Bull Ring con una idea muy diferente, la de arrojar la toalla y rescindir ‘amigablemente’ el contrato que el unía con KTM hasta final de 2020.
El galo, bicampeón del mundo de Moto2 y piloto revelación en sus primeras dos temporadas en MotoGP con una Yamaha del Tech3, no ha podido digerir su falta de adaptación a la RC16 y ha decidido tirar por el camino del medio y abandonar la nave. Al menos así nos lo han vestido porque, personalmente, no me extrañaría que hubiera sido KTM quien le haya enseñado la puerta de salida.
La ansiedad por conseguir buenos resultados, por demostrar su capacidad y consolidarse como piloto top han condicionado a alguien que estaba llamado a ser un grande en MotoGP, confluyendo para ello varios factores.
Entre ellos, está el hecho de que Zarco tuviera una oferta para correr este año con Honda y que quien fuera su manager hasta el pasado año se lo escondió, aceptando la propuesta de KTM. El piloto se enteró de que HRC le quería cuando se encontró con Alberto Puig por casualidad en el paddock y éste le dijo que había sido una pena que no se uniera a ellos. Zarco no sabía de qué le hablaban.
Tras ese episodio, el francés despidió a su manager y aterrizó a pecho descubierto en KTM, donde su relación con los miembros del equipo se fue deteriorando a medida que los resultados no aparecían. Pocos en ese box echarán de menos al galo.
Otro factor que ha desestabilizado al francés ha sido comprobar que un piloto al que él consideraba ‘menor’, como Pol Espargaró, le ha eclipsado carrera sí, carrera también, viéndose incapaz de llevar la moto como lo hace el español.
La guinda de las turbulencias mentales de Zarco llegaron de parte de su ego. Instalado los dos últimos años como una celebridad en Francia, como uno de los deportistas de moda en su país, la irrupción de Fabio Quartararo, con su sonrisa, su carisma, su desparpajo y sus resultados, han acabado de hundir la frágil moral de Johann.
El resultado final es que la carrera de un piloto que prometía, pese a que no es ningún niño (29 años), se puede ver truncada antes de hora, porque sin contrato para 2020 y sin motos libres en la parrilla, el futuro del galo es, ahora mismo, de lo más incierto. A ver con qué nos sorprenden.
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