Por qué el título de Bagnaia no es menos meritorio que el de Stoner
A pesar de la superioridad exhibida por las Desmosedici, el contexto en el que Pecco Bagnaia se ha proclamado campeón del mundo de MotoGP obliga a mostrarle a él y a Ducati el mismo reconocimiento que recibió la marca y Casey Stoner tras el título de 2007.
En las carreras, los números acostumbran a ser el reflejo más preciso de la realidad, y los que Ducati registró esta temporada, con las ocho motos que tuvo esparcidas por la parrilla, subrayan de manera inequívoca la supremacía del modelo de Borgo Panigale respecto de las demás competidoras.
Entre dos de las tres versiones del prototipo que han coincidido en pista en este 2022 han acumulado 12 victorias de 20 posibles –récord absoluto para el fabricante–, además de 16 pole position del total de 20 que se pusieron en juego. Los 32 podios del constructor boloñés –más de la mitad de los 60 totales– se los han repartido seis de sus ocho pilotos, en otro dato que no hace más que reafirmar el acierto de los ingenieros del Reparto Corse, liderados por Gigi Dall’Igna, en la proyección y el desarrollo de las últimas Desmosedici.
Siendo cierto todo lo anterior, uno podría confundirse y pensar que el Mundial celebrado por Pecco Bagnaia en Valencia tiene menos mérito que el primero en la historia de Ducati, el que Casey Stoner se llevó hace 15 años después de pillar a trasmano a la competencia. Sin embargo, si bien la estadística ratifica la superioridad de la moto italiana a lo largo de este curso, también hay argumentos que invitan a colocar en un plano similar la hazaña rubricada el pasado domingo con la que Stoner y su tropa firmaron en 2007.
Para comenzar no hay que perder de vista el contexto técnico en el que se dieron ambos episodios, porque no tienen nada que ver. El australiano se coronó precisamente el año en que entró en escena la reducción de cilindrada de las MotoGP, cuyo motor pasó de cubicar 990cc, a 800cc. Al igual que ocurre en otras disciplinas, como por ejemplo la Fórmula 1, una revolución en el reglamento técnico abre una puerta por la que se pueden colar sorpresas, sobre todo de alguien que no tiene nada que perder.
Ducati arriesgó en la concepción de una moto que centró su principal punto de fuerza en su descomunal potencia, para después encontrar a alguien que fuera capaz de dominarla. Paralelamente vale la pena destacar que, por aquel entonces, todavía no se había instaurado el suministrador único de neumáticos, y Michelin y Bridgestone compartían cartel. Eso es otro elemento que, evidentemente, también fomenta la desigualdad entre los clientes de la compañía francesa (Honda, Yamaha) y los de la japonesa (Ducati). Y, por si eso fuera poco, también hay que tener en cuenta que cada equipo tenía libertad para emplear la electrónica que considerara más conveniente, mucho antes de que se comenzara a estandarizar y controlar. Sin ser todo lo anterior favorable a Ducati, la coyuntura sí que era mucho más propicia que la actual para poder marcar diferencias, habida cuenta de los múltiples componentes que podían variar entre un proyecto y otro.
Francesco Bagnaia, Ducati Team, Casey Stoner
Photo by: Gold and Goose / Motorsport Images
De todo el staff de la escudería coronada en Cheste, si hay alguien que puede confrontar el valor de los dos títulos es Cristian Gabarrini, que hace una década y media ejercía de responsable técnico de Stoner y que ahora lo hace de Bagnaia. Pretender que se moje es como pedirle a un niño que elija entre mamá y papá, pero en lo que sí se adentra es en los aspectos más meritorios de los dos mundiales. “La Ducati de 2007 era muy extrema, con un motor casi inconducible. La de ahora es una de las mejores del paddock, pero este domingo se impuso una Suzuki. Y si Marc Márquez hubiera estado al 100%, seguramente Honda también habría ganado alguna carrera”, se arranca Gabarrini en conversación con Motorsport.com. “Sí que es verdad que los compuestos Bridgestone ofrecían un gran nivel, pero entonces Michelin aún desplazaba unidades específicas el domingo por la mañana, después de haberlas fabricado la noche anterior. Y eso, en muchos casos, era de gran ayuda”, añade el técnico, antes de hacer hincapié en otro de los factores que más peso tienen a día de hoy: “Y luego está la electrónica. En aquella época [2007], la nuestra era mucho peor que la del resto y, además, a Casey le gustaba ir prácticamente sin; quería controlarlo todo él. Ahora es muy distinto, porque es el corredor el que se encarga de gestionar esa electrónica”.
Con la disertación anterior, uno podría pensar que Gabarrini coloca en un peldaño más alto aquel primer logro. Pero rápidamente acentúa la extrema dificultad que entraña lo que ha hecho esta temporada el #63. “Cuando corría Casey estaban los conocidos como ‘Cuatro Fantásticos’, que eran él, Valentino Rossi, Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo. Ahora, el nivel ha subido tanto que ya no hay cuatro, sino que todo está tan igualado que prácticamente cualquiera puede ganar. Las diferencias son mínimas, y despuntar como lo ha hecho Pecco es dificilísimo, además remontando de la forma en que lo ha hecho”, equilibra el ingeniero, que en 2007 celebró diez victorias y cinco poles firmadas por el muchacho de Southport y su GP7, por los siete triunfos y también cinco pole que se la apuntado Bagnaia a los mandos de la GP22.
Ramón Forcada ofrece el testimonio de alguien menos involucrado emocionalmente que Gabarrini, pero presente en ambos capítulos. El español no tiene ninguna duda: a pesar de la mayor autonomía de que disponían las estructuras tiempo atrás, el golpe que ha dado Ducati y su punta de lanza merecen todo el crédito del mundo.
“En competición, no dependes solo de qué haces tú, sino de qué hacen los demás. Cuando hay un cambio de reglamento, se abre la puerta a que alguien sorprenda. Y en eso tenemos el ejemplo técnico en la introducción de los motores de cuatro tiempos. Las dos marcas que apostaban por ello eran Honda y Yamaha. La primera sacó un excelente, la segunda suspendió estrepitosamente”, recuerda Forcada, al otro lado del teléfono.
“Dicho esto, quien gana el Mundial es que se lo merece. Lo que hace más valioso el título de Pecco es por cómo lo ha conseguido. Llegar a mitad de temporada a más de 90 puntos del líder, que, además, es el campeón, y no aflojarse o dejarse ir. Eso es lo más loable”, prosigue el catalán, que, de cualquier forma, tampoco es capaz de decidirse: “Hacer algo por primera vez es siempre remarcable”. Nadie había conseguido remontar desde tan atrás y llevarse el Mundial como ha hecho Bagnaia, pero Stoner siempre quedará en la memoria como el primer campeón del mundo vestido de rojo.
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