McLaren y las 500 Millas de Indianápolis (I): camino a lo desconocido
Repasamos la historia del equipo McLaren en América, con su estreno en las 500 Millas de Indianápolis a finales de los 60 e inicios de los 70.
(En la foto, Al Unser, ganador de las primeras 500 Millas de Indianápolis en las que participó McLaren)
Estados Unidos no era un territorio desconocido para Bruce McLaren. No en vano había ganado allí su primer gran premio de F1. Fue con el equipo Cooper, en Sebring. Luego llegaría la Can-Am. En ella, desde 1967 hasta 1971, los coches naranjas del neozelandés dominaron a placer una de las categorías más espectaculares que el mundo vio jamás.
La aventura de McLaren en Indy tuvo su embrión en 1968. El entonces director del equipo, Phil Kerr, quedó impresionado con lo que vio en el ‘Brickyard’ en una visita. Algún otro fabricante británico, como Brabham, ya había tenido éxito en el mes de mayo en Indiana. Un año después, mientras preparaban los coches para el inicio de la temporada en la Can-Am en Mosport, escucharon las 500 Millas por la radio.
La emoción de la retransmisión de la prueba les hizo pensar que por qué no iban a poder fabricar ellos un monoplaza capaz de hacer ganar a Denny Hulme. Así, a la F1 y la Can-Am, unían el proyecto de Indianápolis.
Empezaba así el terrible año 1970 para McLaren. La base del coche para Indianápolis era la del más que victorioso M8 de la Can-Am: un M15 con un monocasco de aluminio y usando un motor Offenhauser de 2,6 litros. En el equipo contrastaba mucho el uso de un motor tan antiguo, un 4 cilindros derivado del Miller de 1931, con el avanzado chasis de aluminio.
Cuando Bruce McLaren probó el coche, dijo que era como tener juntos cuatro motores de 500 cc de los que se usaban en la F3, cuando él empezó.
Junto a Hulme (piloto de McLaren en F1 y Can-Am y que estaría en la Indy 500), probaron el monoplaza en Goodwood. Bruce estaba encantado y muy ilusionado con el proyecto. Completamente convencido de la viabilidad y de las posibilidades de éxito del mismo, creó una base para McLaren Engines en Livonia, Michigan. Una sede que serviría de centro de operaciones para los equipos McLaren de la Can-Am y la Indycar.
Aunque las primeras sesiones de libres fueron bien, Hulme sufrió un incidente grave: la toma de combustible se abrió y el metanol le entró al cockpit. Sus manos sufrieron quemaduras severas. Chris Amon, que corrió con McLaren en el 69 y 70 en Can-Am era el segundo piloto, pero no se encontraba cómodo entre los muros de Indianápolis y decidió no correr.
McLaren tuvo que echar mano de dos pilotos locales: Peter Revson (que no había corrido casi aún en F1 y sí en la Can-Am e Indy) y Carl Williams, otro piloto americano con experiencia en Indy.
El mayor problema que se encontró el equipo era el desconocimiento de la prueba como tal. Aunque tenían cierta información que habían podido recabar, ésta había llegado tarde para poderla poner en practica en la preparación de los monoplazas. Las posiciones en la parrilla hablaban por sí mismas, 16º Revson y 19º Williams.
La carrera fue algo decepcionante, con Revson abandonando por problemas de batería y Williams acabando 9º, aunque a tres vueltas del vencedor Al Unser.
La muerte de Bruce McLaren
A pesar del discreto resultado cosechado, el equipo recibió el premio de la Sociedad de Ingenieros de Automoción al día siguiente de la carrera por el diseño del monoplaza. Sin embargo, fue una alegría efímera: Bruce McLaren perdería la vida al día siguiente, probando el M8D de la Can-Am cuando el capó trasero se desprendió, dejándole sin control en Goodwood.
Galería: pasa las fotos y recuerda todos los ganadores de las 500 Millas de Indianápolis.
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