'Alonso gana, a su manera, las 500 Millas', por Nira Juanco

No ganó las 500 millas de Indianápolis. No pudo esculpir su rostro en el espectacular trofeo que corona al campeón. Pero logró algo más importante, difícil y al alcance de pocos, muy muy muy pocos. Algo que precisamente él consiguió ya una vez a comienzos de este siglo. Hacer que todo un país se enganchara a la televisión, radio o redes sociales para disfrutar de una competición deportiva que, hasta este momento, era desconocida para la mayoría de los españoles.

Yo misma sabía cuatro cosas de la Indy porque alguna vez había hablado de ello con Oriol Serviá. Pero vamos, no tenía ni idea de sus reglas, de cómo se clasificaba, su curiosa celebración con leche, el número de vueltas, las estrategias... Básicamente nada. Y desde que Alonso anunció su participación en la mítica competición americana todos nos volvimos unos "expertos" (entre comillas, por supuesto).

Logró que la prensa española especializada en Fórmula 1 eligiera viajar a Indianápolis a cubrir las 500 millas en lugar de desplazarse a Mónaco donde se celebraba el icónico gran premio de F1. Consiguió que nos engancháramos a las más de tres horas que duró la prueba (en mi caso, vía Twitter porque me pilló en el tren), algo que antes nunca habíamos hecho. Logró que el lunes, en los bares, no se hablase de la victoria de Vettel y su distancia en un mundial que empieza a teñirse de rojo, sino de un soberbio Alonso que, aunque no pudo ver la bandera a cuadros, se marchó de EEUU dejando su nombre en lo más alto.
Consiguió que todo un país volviese a estar pendiente de él. Algo que ya hizo allá por 2003 y especialmente en el temporada 2005 donde madrugábamos para verle luchar, ganar o perder.

Disfrutábamos y vibrábamos con él. Porque aunque a muchos les cuesta reconocerlo, Alonso es el culpable de que gran parte de nosotros (y yo me incluyo) nos aficionásemos a la F1 gracias o por culpa de él. Que no se ofendan los que siguen este deporte desde que nacieron y lean bien: "gran parte de nosotros".

Fernando Alonso, Andretti Autosport Honda

Foto: Phillip Abbott / LAT Photo USA

Que la Indy, y en concreto las 500 Millas, se meta en nuestras vidas como lo hizo la Fórmula 1, dependerá de lo que haga Fernando con su futuro. Porque sí, aunque la increíble cobertura que se le ha dado a esta competición este año es algo muy injusto para pilotos que llevan su vida en ella, como Oriol Serviá, así son las cosas. El asturiano tiene un poder mediático y de movimiento de masas al alcance de muy muy pocos. Y si ya era poco su poder, sale reforzadísimo de EEUU.

Hasta la fecha, no he leído ni una sola crítica negativa sobre su actuación. NI UNA. Todo lo contrario. Alabanzas llegadas de todos los rincones del mundo sobre un sorprendente Alonso, cauto en la salida, decidido en sus adelantamientos, líder buena parte de la prueba, sólido y con opciones de victoria... hasta que en la vuelta 179 (a falta de 21) el cruel destino que le persigue desde hace tres años le encontró. Su motor Honda se rompió. Lo mismo que en la Fórmula 1. La razón por la que probablemente decidió abandonar el gran premio por excelencia para intentar terminar al fin una carrera. No pudo ser, pero al menos se divirtió, brilló y volvió a ser el Alonso bicampeón del mundo.

Lo que pase ahora con su futuro es una incógnita. Si volverá a competir en suelo americano, u optará por Le Mans, o seguir en la F1, nadie lo sabe. Lo que parece claro, visto lo visto, es que los aficionados le seguirán allá donde vaya.

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