Fernando Alonso cruzó la meta en Singapur con el corazón latiendo a mil por hora, y no solo por la adrenalina de una remontada épica. Lo que podía haber sido una jornada de puntos seguros para Aston Martin se convirtió en un hervidero de polémica, tensión y frustración pura: el asturiano acabó octavo, pero con la séptima plaza al alcance de la mano… y con el enfado latiendo en cada palabra por radio.

La carrera había sido una montaña rusa. Alonso recuperó posiciones tras un error garrafal de su equipo en boxes, que le hizo perder dos puestos. Pero mientras el asturiano remontaba con maestría, Lewis Hamilton, séptimo con un Ferrari que literalmente estaba sin frenos, entraba en una zona gris de la legalidad. Con los discos echando chispas y sin poder frenar con normalidad, Hamilton comenzó a recortar curvas en su defensa desesperada por mantener la séptima posición frente a Alonso.

"¡No me lo puedo creer, joder! ¿Es seguro conducir sin frenos?", estallaba Alonso en su radio al final de la carrera, visiblemente indignado. Su ingeniero intentaba calmarle: "Sí, no, no, lo estamos investigando… También estamos comprobando los límites de pista. De todas formas eso es 8º".

Pero la lógica de Alonso no se conformaba con la consuelo técnico. "Sí, pero esto debería ser jodidamente un 7º. Es decir, no se puede conducir. Ayer no respetaron la bandera roja. Hoy, pista libre para ellos. Quiero decir, quizá demasiado", insistía, apuntando a la doble vara de medir que siente en la FIA hacia ciertos pilotos británicos.

La indignación de Alonso no era solo por la competición, sino también por la seguridad y la justicia deportiva. "Para mí, no se puede conducir cuando el coche no es seguro, ¿sabes? A veces incluso intentan descalificarme por no tener retrovisor y ahora no tienes frenos y todo está bien. Lo dudo", añadía mientras su ingeniero le explicaba que Hamilton había marcado dos vueltas por encima de los dos minutos, confirmando que el inglés había rodado al límite de lo imaginable.

La polémica ha terminado con la sanción a Hamilton

La polémica, por tanto, estaba servida, aunque finalmente Hamilton fue citado por comisarios y recibió una sanción de cinco segundos, lo que coloca a Alonso en un séptimo puesto merecidísimo para un Aston Martin que hoy peleó con uñas y dientes para sumar puntos que parecían imposibles. La remontada de Fernando, combinada con el error de su equipo y la actuación controvertida de Hamilton, se traduce en un cóctel explosivo que promete debate durante días.

Mientras tanto, Alonso termina el GP de Singapur entre la frustración y la satisfacción de saber que su trabajo en pista ha sido impecable. El 8º lugar ya era un resultado muy bueno, pero la séptima plaza, es la guinda para un domingo que mezcló valentía, polémica y cabreo a partes iguales.