'Sainz no es Massa', por Manu Franco
En su columna para Motorsport.com, Manu Franco da su punto de vista sobre la primera victoria de Carlos Sainz en la Fórmula 1 con Ferrari en Silverstone.
Carlos Sainz, Ferrari, 1st position
Mark Sutton / Motorsport Images
Habíamos terminado el turno de comidas en el restaurante y estaba con uno de los cocineros viendo el gran premio. De repente se levantó de la silla, dio un golpe en la mesa y gritó. "Si es que es el puto Massa, joder, es Massa", decía mi amigo mientras miraba la pantalla en la que Carlos Sainz había tenido que dejar pasar a Charles Leclerc en Silverstone.
"¿Pero qué dices?", preguntó alguien mientras dejaba como la patena una copa de cristal. "Que no, que no, que no va a ser nunca Schumacher, ni Alonso, es Barrichello o Massa", seguía gritando. Es joven, más carlista que alonsista, uno de esos que está harto de que le recordemos los momentos vividos con el genio astur y que sueña con ver campeón del mundo un día al madrileño.
Tranquilo, le dije, queda mucho, aunque debo reconocer que yo también sentí una punzada en el corazón al ver esa imagen, pero… hace mucho tiempo que tengo claro que, a pesar de lo que muchos piensan o quieren creer, Sainz no es un segundo piloto, es un campeón.
Quizá no lo sea este año, pero lo será. Ya ha ganado su primera carrera. Ha tenido que esperar 150 grandes premios sí. No ha sido fácil, no lo ha tenido fácil, a pesar de la inmensa sombra de luz de su padre. Pero tenía que ser en Silverstone, el circuito al que debe su puesto en F1.
Probaba el Red Bull campeón, la belleza de Newey que Vettel llevó a la gloria y dejó al famoso doctor Marko con los ojos en blanco al ver que los registros del madrileño quedaron, al final del día, en la misma décima que el tetracampeón mundial. A partir de ahí oportunidad con Toro Rosso, con una bestia como Verstappen al lado, el elegido por Red Bull para marcar una época. Ha sido el compañero que más y mejor ha sido capaz de mirar a los ojos del holandés. Después Renault deslumbrando en su primera carrera en Austin y más tarde McLaren donde pudo con Norris, inglés que ahora tiene cabizbajo al siempre sonriente Ricciardo, una de las estrellas que más brilló en su momento entre los que saben. Llegó a Ferrari, eso ya no es nada sencillo y en su primera año batió a Leclerc, el que está llamado a lo máximo en la Scuderia. Ahora, en su segunda temporada y al fin con un coche campeón le estaba costando, pero ya ha llegado.
Y demostró que no es solo trabajo, ni siquiera solo talento, o esa pizca de suerte que tienen los Sainz (suerte sí, suerte, ¿acaso la hay mayor que tener salud, una familia unida y que te quiera, amor y éxito en un trabajo que adoras?), no sólo eso, también hay que tener personalidad. Stop. Hemos pasado del faster than you al stop inventing. E ahí la diferencia. Aquí paramos. La manera en la que respondió al muro del equipo más legendario de siempre, la forma en la que se lanzó al liderato ante un Leclerc al que habían intentado proteger después del error de estrategia, el modo en que logró la pole en mojado y ganó la carrera de Inglaterra, solo es propio de los grandes. Pasarán muchas cosas, pero Sainz ya ha demostrado que es un campeón. Y ese momento, y los que vendrán, no se los quita nadie. Felicidades familia. Al resto… tranquilos.
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