El semáforo del GP de Singapur 2018 de F1

VERDE:

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No menos de diez veces habremos visto la vuelta que le dio la pole en Singapur y no menos de diez veces queremos volver a verla. Un giro magistral que le permitió salir primero en una carrera donde eso es más de media victoria y que le hace salir, tras una buena gestión el domingo, con una ventaja muy grande en el mundial.

Está en un momento en el que no se le ven puntos débiles, ni errores, y pocos creen que se le pueda escapar el pentacampeonato. Como en Monza, aspiraba a no perder demasiados puntos y acaba ganando más de lo esperado. Tener un rival multicampeón con un monoplaza como el Ferrari parece motivarle y sacar una versión incluso más brillante que la de otros años. Está imparable.

AMARILLO:

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Nuevamente en un circuito donde tenía que remontar sale peor parado a una distancia (40 puntos) que a falta de solo seis carreras parece insalvable. Depende de sí mismo, sí, pero depende además de ganar a un Hamilton que está inconmensurable. Vettel hizo algunas cosas buenas este fin de semana y alguna no tan buena. Su vuelta en clasificación fue mejorable, pero aunque él dice que la de Hamilton no era imbatible, solo le habría dado para ser segundo.

Su coche, que en la opinión general ya es considerado el mejor pese a que el Mercedes está muy parejo en según qué circuitos, no fue el más rápido este fin de semana, y Vettel no pudo dar ese extra por conducción. Aun así, tuvo una salida muy inteligente y esperó el momento adecuado para superar a Verstappen. Una segunda posición que no habría sabido a gloria, pero que perdió con la estrategia del equipo.

Además, salió a la luz una conversación en clasificación entre Vettel y Ferrari. El alemán pedía hacer una vuelta más con ultrablandos en Q2, intentando pasar a Q3 con ese compuesto para empezar la carrera con ventaja. Su escudería no se fiaba y le mandaron a boxes, pese a que el tetracampeón aseguraba poder lograr el tiempo. De haberle dejado (y de haberlo conseguido), Vettel tendría el domingo un compuesto que duró más de 40 vueltas, y que le habría hecho casi imbatible ante un Hamilton y un Verstappen que, con hiperblandos, se habrían visto obligados a parar mucho antes.

Nadie sabe qué hubiera pasado si Ferrari hubiera hecho caso a la petición de Sebastian, pero con actuaciones como la del domingo con la estrategia, los del Cavallino deberían plantearse confiar tanto en su piloto como su piloto -que se negó a protestar y les defendió- confía en ellos.

ROJO

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Vaya por delante la opinión positiva sobre Pérez, un gran piloto a menudo infravalorado por aficionados pese a haber mantenido el tipo ante pilotos con mejor reputación, y al que deseamos muchos años en Fórmula 1. Sin embargo, la del domingo fue una carrera para olvidar cuanto antes de la memoria y del historial.

Un nuevo incidente con su compañero Ocon fue el aperitivo de lo que pasaría después. En el toque con el otro Force India, pese a que fue evitable, se aceptan sus disculpas en las que aseguraba que no había visto al francés. Puede ser, aunque llueve sobre mojado. Sin embargo, no cuela que su jugada con Sirotkin fuera sin querer. El mexicano estaba encendido, desesperado por haber caído en tráfico y haber perdido la séptima posición, pero Sirotkin no hizo nada fuera del reglamento.

Cuando al fin se emparejaron, embistió al Williams al más puro estilo Vettel en Bakú 2017 solo que sin jugarse la carrera ni el título, sin un Safety Car delante que ralentizara el ritmo y contra un rival de menor categoría que él. A lo categoría 'B', vaya. El castigo fue un Drive-Through, ni siquiera un Stop and go, y pareció poco. Sirva este rojo como la bandera negra que mereció. Puede dar mucho más.

¿Adrede o incidente de carrera?