El semáforo de la 'carrera de la polémica' en Canadá
Analizamos y opinamos sobre lo mejor, lo peor y lo regular de una carrera que da para libro, la del GP de Canadá 2019 en el Gilles Villeneuve.
Foto de: Steve Etherington / Motorsport Images
Si alguien en su día acuñó el término FIArrari, bien se podría hablar actualmente de Fórmula Mercedes. A la ya conocida, ilógica e injusta ventaja que les dieron con los motores turbo híbridos en la llegada de esta era, se suma una y otra vez decisiones que no restan, sino multiplican, las sospechas de un descarado trato de favor.
Sus rivales ya han señalado el cambio de neumáticos 'a la carta' para paliar su déficit, lo que les ha dado un empujón para dominar por sexto año consecutivo. Y, cada vez que hay dudas, barren a su favor en decisiones de carrera. Hay recuerdos en redes sociales de maniobras en las que Hamilton salió de rositas tras acciones antideportivas (sacó a Rosberg de pista en la salida de Austin 2015 y, tras saltarse la chicane, arrinconó a Ricciardo en Mónaco 2016). Pero en la memoria hay otro caso más reciente de castigo insuficiente.
Solo le cayó una reprimenda en Alemania 2018 por cruzar de manera insegura la línea blanca que separa el carril de entrada a boxes del circuito mientras el equipo y él debatían si parar o no. Un castigo insuficiente, pese a que los propios comisarios admitieron que "quedó claro que hubo una infracción del apéndice L Capítulo IV Artículo 4 (d) del reglamento deportivo de la FIA".
Hasta los más neutrales y quienes en algún momento demuestran no tener ninguna simpatía a Vettel admiten que la penalización que dio la victoria a Hamilton en Canadá fue exagerada. Además de la obvia falta de control del coche que tenía Sebastian tras atravesar la hierba, se suma un latigazo que le dio el SF90 y que le hace virar aún más a la derecha.
No se trata de robar a los "ricos" para dárselo a los "pobres", ni de quitarle a Mercedes y Hamilton de manera injusta un dominio que se han ganado siendo los mejores. Pero si, a la mínima duda, barres hacia ellos continuamente, sigues quitándole interés a una categoría que ya de por sí ha visto menguada su popularidad. Luego se venden motos de querer más emoción, más luchas cuerpo a cuerpo pero, a la mínima, actúan de manera contraria.
Enorme el trabajo político que ha hecho Wolff para tener todo a su favor, eso no vamos a negárselo. Pero de una F1 que en su día buscó la manera de frenar el monopolio de Ferrari primero y el de Red Bull después, extraña que multipliquen ahora el poder de Mercedes cortando las alas a sus rivales (la prohibición de los espejos de Ferrari en 2018 o los sensores extra que les metieron para monitorizar su motor son solo dos ejemplos). Lleva razón Button, es triste. Y la lleva Vettel, esta Fórmula 1 no es la que enamoraba.
Es entendible el cabreo de Vettel tanto por radio como el numerito de después moviendo los carteles de 1º y 2º bajo el podio. Comprensible que nada más bajarse del coche evitara una entrevista y que no tuviera ganas de celebrar nada. Pero es en parte criticable (aunque habría que verse en esas) la pérdida de rendimiento que tuvo tras conocer la sanción. Se sentía robado y no fue capaz de no solo aumentar, sino mantener el ritmo.
Además, la valoración en amarillo es porque toda la polémica viene tras un error suyo en la curva 3, algo poco interpretable. Cierto que tanto él como Leclerc tienen que lidiar con un SF90 imperfecto, muy nervioso, que les lleva a buscar límites y cometer errores. Lo hizo perfecto Vettel para llevarse la pole y durante casi 50 vueltas para mantener distanciado a un Mercedes mucho más rápido (hay que ver el ritmo de Bottas con aire limpio o el de Hamilton cuando le recortó rápidamente los casi cinco segundos que le sacaba tras parar). Pero falló en la vuelta 48.
Aun así, la pole y una carrera que mereció vencer son motivo suficiente de reconocimiento, y ojalá, por el bien del espectáculo, esto no le hunda, sino que le impulse para lo que queda de temporada, donde ya tiene poco que ganar pero mucho que perder. Como defendió Binotto, es el ganador moral y demostró que sigue teniendo hambre, pese a que por ahí le quieren retirar.
Si alguien se ha ganado pleno reconocimiento en el GP de Canadá 2019 es Daniel Ricciardo. Lo bordó el sábado, no solo liderando la zona media de la parrilla sino aprovechando errores ajenos para acabar cuarto en clasificación. Y en carrera, aunque no pudo contener a Bottas ni Verstappen, acabó sexto, logrando el mejor resultado de la temporada para Renault.
Cierto que hubo órdenes de equipo para mantener detrás a Hulkenberg (el alemán se declara 'harto'), pero cabe señalar que se debieron a una estrategia en la que el australiano paró mucho antes, llegando al final con el neumático desgastado. Y también que en clasificación le va metiendo a su compañero 6-1 en sus siete primeros grandes premios con el equipo.
Que tal vez se arrepienta de cambiar de aires es bastante lógico, pero está demostrando ser un piloto superior. La F1 merece que sonría, y el bueno de Ricciardo también.
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