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Historia

El histórico GP Mónaco 1970 de F1, contado por un testigo de lujo

El 10 de mayo de 1970, Jochen Rindt ganó el GP de Mónaco tras uno de los finales más dramáticos de la historia de la F1. Lo recordamos con un conocido testigo.

Jack Brabham con daños en el frente de su Brabham BT33 Ford

Jack Brabham con daños en el frente de su Brabham BT33 Ford

Rainer W. Schlegelmilch

Después de ganar el mundial con su propio coche en 1966, Jack Brabham se contentó con desempeñar un papel de apoyo dentro de su propia organización, centrándose en dirigir la empresa junto a un buen compañero de equipo. Denny Hulme ganó el título para él en 1967, y luego Rindt tuvo un gran rendimiento en 1968, aunque los resultados no fueron tan buenos.

"Jochen fue un gran piloto", dijo Brabham al periodista que firma este artículo en 1999. "Lo había visto lo suficiente como para saber que me gustaría tenerlo en el equipo. ¡No sabía nada sobre coches, y eso a veces pudo ser una ventaja para él!".

"Era un personaje realmente contundente, y un muy buen piloto, un piloto con el que disfruté mucho compitiendo. Podíamos competir rueda a rueda y no surgían roces ni polémicas, y luego nos reíamos mucho".

Cuando Rindt se fue a Lotus en 1969, Brabham fichó a Jacky Ickx. El belga ganó dos grandes premios antes de volver a Ferrari al año siguiente. Mientras tanto, Rindt no estaba contento en Lotus y y estudió volver a unirse a Brabham.

"En 1970 iba a volver a pilotar para nosotros", recordó Brabham. "Habíamos hecho un trato, estaba todo firmado para el 70. Pero cuando llegamos a Watkins Glen, Colin Chapman le ofreció mucho más dinero, y vino y me preguntó si podía irse con él. Lo liberamos y yo seguí otro año. Me iba a retirar a finales de 1969 si Rindt venía al equipo".

Además, el equipo fichó al novato Rolf Stommelen. El alemán no fue tan rápido como cabía esperar y, casi por defecto, Brabham se convirtió en el piloto número 1 una vez más.

Para 1970, el nuevo BT33 de Ron Tauranac reemplazó al obsoleto BT26, y ese nuevo monoplaza pronto demostró ser competitivo. Brabham comenzó la temporada con una victoria en el GP de Sudáfrica, su primer triunfo desde 1967, después de sobrevivir a un toque en la primera vuelta con Rindt.

"Aquello estuvo bien, pude volver a ganar", recordó. "Fue bueno ese regreso al triunfo. Estábamos fabricando coches de producción con marcos de tubos para clientes privados... hasta 1970 no fabricamos un Fórmula 1 monocasco y comenzamos a recuperarnos nuevamente".

En la segunda cita, en el Jarama, Brabham logró la pole, pero un nuevo motor Cosworth DFV sufrió un fallo en el cigüeñal mientras luchaba por el liderato con el March de Jackie Stewart. Al menos se quedó con el consuelo de la vuelta rápida.

En Mónaco, donde Brabham había logrado su primera victoria en F1 con Cooper en 1959, estaba claro que volvía a ser aspirante al triunfo, pese a sus 44 años de edad.

Jack Brabham, Brabham BT33 Ford sits in the pits

Jack Brabham, Brabham BT33 Ford, en el pitlane

Por su parte, la temporada de Rindt había tenido un comienzo discreto en Kyalami. El nuevo Lotus Type 72 no estaba listo para la primera carrera, y se quedó con el fiable 49C. Se clasificó cuarto, pero acabó con problemas de motor.

Lotus acabó el 72 y lo presentó ante la prensa. Lo hizo el 1 de abril, el día de las bromas en Gran Bretaña, y el aspecto era dramático, con una forma de cuña derivada de la Indy e ideas novedosas como frenos internos.

En el Jarama, Rindt tuvo un accidente provocado por un fallo en los frenos, y se retiró. Según el austriaco, la compleja suspensión anti-inmersión del coche daba más problemas que beneficios, por lo que el equipo decidió revisarla.

Para Mónaco, volvió al 49C, un modelo que ya estaba en su cuarta temporada pero que, en manos de Graham Hill, había ganado las dos últimas carreras en el Principado. Con un cambio en el alerón buscaban encontrar un poco más de velocidad a partir del diseño antiguo.

Cuando empezó ese GP de Mónaco, un joven aficionado estadounidense a las carreras (de 17 años) estaba de vacaciones en el Reino Unido con su familia.

"Mis padres nos llevaron a mi hermano y a mí a Inglaterra", recuerda Bobby Rahal. "El hogar de mi madre está en Yorkshire, así que fuimos a ver a parientes lejanos. Mi padre era piloto en ese momento, así que fuimos a Slough para ver la sede de Lola y luego a la de Chevron, en Bolton. Fue un viaje muy racing".

"Entonces mi papá de repente dijo: 'Vayamos a Mónaco, ¿por qué no?'. Así que nos fuimos, en un Comet [avión]. No teníamos hoteles reservados, ni entradas ni nada. Creo que nos quedamos en Niza".

"Mi héroe era Jim Clark, pero desgraciadamente ya se había retirado para entonces. Me gustaba Jo Siffert, porque mi papá había competido con Porsche, y lo mismo con Pedro Rodríguez. Brabham era uno de mis favoritos, y Rindt también me gustaba mucho por su talento y extravagancia".

Jochen Rindt, Lotus 49C Ford leads Piers Courage, De Tomaso 308 Ford

Jochen Rindt, Lotus 49C Ford por delante de Piers Courage, De Tomaso 308 Ford

En la clasificación, Stewart, que había ganado en España, logró la pole con el March, y su compañero Chris Amon fue segundo. Hulme salía tercero con el McLaren, mientras que Brabham ocupaba el cuarto lugar, a pesar de sufrir mucho con problemas de equilibrio de frenos.

Para la clasificación, Rindt realizó en la configuración unos cambios que no funcionaron, y se quedó a dos segundos del mejor tiempo. Tuvo que conformarse con el octavo puesto con su tiempo de la jornada del jueves, antes de que un fallo de motor le hiciera detenerse. Su compañero de equipo, John Miles, ni siquiera logró clasificarse para la parrilla de 16 coches.

Los chicos de Lotus se pusieron a trabajar para mejorar el coche de Rindt durante la noche, dando un paso atrás en la configuración y cambiando las proporciones. Los Rindt, Colin Chapman y el manager de Rindt, Bernie Ecclestone, pasaron el fin de semana en el Crest Cutter, uno de los yates más impresionantes del puerto. Mientras tanto, la familia Rahal había llegado al circuito con éxito el sábado por la noche.

"Fuimos a Mónaco y llegamos a tiempo para la carrera de F3", recuerda Rahal. "Tony Trimmer ganó esa carrera. Fuimos a las gradas de la horquilla. Como no había mucha gente allí para ver la carrera de F3, mi padre cogió de la mano al chico encargado de acomodar al público, le dio algo de dinero, y le dijo 'vamos a volver para la carrera de F1, ¡así que acuérdate de mí!".

"Volvimos allí el domingo y, por supuesto, el lugar estaba lleno. El chico se acordaba de nosotros, así que, obviamente, mi padre le dio más dinero. Nos sentó casi en la pasarela de la tribuna, y ahí vimos la carrera".

Brabham se unió a su antiguo compañero de equipo Rindt en el yate para almorzar. Había chuletas de ternera, pero el veterano australiano no comió mucho. También rechazó sabiamente la invitación de Ecclestone para probar un vaso que contenía líquido rojo... Rindt no era optimista para la carrera de la tarde, y recordó que nunca había acabado una carrera en Mónaco. Chapman, Ecclestone y su esposa Nina le animaron.

Jochen Rindt, Lotus 49C Ford

Jochen Rindt, Lotus 49C Ford

Cuando arrancó la carrera, Stewart se colocó a la cabeza desde la pole, con Amon escoltándole. Brabham pasó a Hulme en la primera vuelta y se acomodó en la tercera plaza, acercándose mucho a Amon. Finalmente, en la vuelta 22, le pasó en la horquilla final y se colocó segundo.

Stewart tenía unos 14 segundos de ventaja en ese momento, pero su motor comenzó a sonar raro, y en la vuelta 28, el vigente campeón disminuyó la velocidad y llegó hasta boxes. A falta de unas 52 vueltas para el final, Brabham heredó el liderato.

Amon se puso segundo, pero no parecía ser una amenaza. Luego, en la vuelta 60, a 20 de la bandera a cuadros, un fallo en la suspensión del March le hizo abandonar. A Brabham se le ponía más fácil aún.

Sin embargo, los problemas de los de delante habían permitido a Rindt pasar de octavo a segundo. Empezaba a llegarle cierto aroma a victoria, y empezó a rodar más y más rápido, logrando ir recortando mientras a Brabham le entorpecían los doblados. La diferencia se redujo a 10 segundos a 10 vueltas del final, y la carrera de repente cobró vida.

"Cuando faltaban unas siete u ocho vueltas, mis padres querían irse", dice Rahal. 'Yo dije: 'No, no, Rindt está alcanzando a Brabham'. Y nos quedamos. Rindt fue tan implacable en su persecución que fue muy especial verlo. Pilotó de manera impresionante".

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Cuando faltaban cuatro vueltas, Brabham casi se detiene en la subida arriba desde Santa Devote cuando se encontró con Jo Siffert: el piloto suizo estaba iba de lado a lado con su March, tratando de ahorrar combustible.

Rindt continuó girando cada vez más rápido, y a falta de un solo giro, el margen era de 1,5 segundos. El austríaco iba más al límite que nunca con el Lotus, y tuvo incluso algún susto. Hacia el final de la vuelta, Brabham atrapó al De Tomaso de Piers Courage, que logró un brillante segundo puesto en Mónaco el año anterior.

Piers Courage, De Tomaso 505 Ford

Piers Courage, De Tomaso 505 Ford

Brabham pasó al De Tomaso poco después de Tabac y tenía a Hulme, cuarto, inmediatamente delante, con la meta a solo cientos de metros de distancia.

Tomando una trazada interior inusualmente cerrada en la horquilla final, apretó los frenos. Con el volante girado con fuerza hacia la derecha, patinó directamente sobre la barrera y rompió el morro del BT33, justo en frente del espectador Rahal.

"Tengo una foto de Brabham deslizándose en la barrera, en la última vuelta", dice Rahal. "¡Todo sucedió a toda prisa! Por donde quería pasar era bastante ancho. Si ves las marcas de las barreras, ellas cuentan la historia. Estaba desconectado y frenó demasiado tarde".

Rindt estaba tan cerca que llegó al primer puesto casi antes de que Brabham se detuviera, y su aparición por sorpresa en la recta principal sorprendió al hombre de la bandera a cuadros, que no pudo agitarla.

"No sabíamos que habíamos ganado", recuerda el mecánico de Rindt, Herbie Blash. "Jack estaba a la cabeza, y creíamos que había ganado él. Salimos a esperar a Jochen, sin siquiera mirar a Brabham, y no nos dimos cuenta de que Jack no estaba ahí. Pensamos que habíamos terminado en segundo lugar, así que fue en plan 'felicidades" y después de eso la gente nos dijo: 'Habéis ganado...".

Un Brabham abatido, con el coche dañado, pasó unos 23 segundos después. Su equipo, incluido el mecánico Ron Dennis, no se podía creer un error tan raro.

Brabham admitiría su culpabilidad, pero siempre consideró que Courage le había perjudicado, aunque el adelantamiento al doblado tuvo lugar antes de la horquilla final.

"En la última vuelta llegué a la parte de atrás de los boxes", reflexionó. "El pobre y viejo Piers Courage iba camino hacia la horquilla. Tenía que tomar una decisión de a qué lado iba a ir, la derecha o la izquierda, simplemente pasó por mi mente que, debido a la inercia, probablemente el se iba a ir por fuera".

"Decidí ir por el interior. Fue un error, porque eso se había llenado de arena durante la carrera, y no pude frenar. Podría haber seguido, pero toqué las protecciones y detuve el motor. No había grandes daños en el monoplaza".

"Lo encendí y cuando lo encendí, un comisario saltó la barrera y vino a empujar el coche. Le hice señas para que no lo tocara, y justo cuando llegó allí perdió el equilibrio y se cayó sobre la parte delantera del coche, con los brazos como diciendo: '¿qué haces?'. Tuve que esperar hasta que el tipo se levantara. No podía creerlo, probablemente lo peor que me pasó nunca...".

Jack Brabham, Brabham BT33

Jack Brabham, Brabham BT33

La última vuelta de Rindt fue un 1:23.2: había superado el récord de vuelta, y fue 8 décimas más rápido que la pole de Stewart, y 2,7 segundos más veloz que su propio tiempo de la clasificación. Parecía un poco tímido cuando recogió el trofeo de manos del Príncipe Rainiero, pero no tenía motivos para avergonzarse: su rendimiento implacable y agresivo había forzado al error a su antiguo empleador, y había merecido la pena.

Ambos hablaron esa noche en la cena de gala del Príncipe, y luego por la mañana el yate de Rindt se dirigió a Saint-Tropez. Mónaco sería el comienzo de una temporada buena pero en la que perdería la vida en Monza y se convertiría en el único campeón del mundo a título póstumo.

Para Rahal, ese fin de semana fue una experiencia que nunca olvidaría.

"Fue una carrera emocionante", recuerda. “Y ahí estábamos sin haber hecho planes, apareciendo en Mónaco, y mi padre demostrando que, aunque no tengas entradas, todo lo que necesitas es dinero. En ese caso fue así".

"Para mí, ir a Mónaco ya era algo enorme. En aquellos días, los equipos estaban en garajes por toda la ciudad. De repente oías el ruido de un coche que bajaba por una callejuela y era un BRM o algún otro. Fue una gran experiencia para mí como aficionado de las carreras”.

Solo ocho años después, Rahal estaría de regreso en Mónaco, compitiendo en la carrera de F3 con un Dallara gestionado por Walter Wolf, un coche diseñado por el mismo hombre que el De Tomaso de Courage, en una parrilla donde estaban pilotos como Alain Prost, Nelson Piquet, Elio de Angelis, Andrea de Cesaris, Stefan Johansson, Derek Warwick y Teo Fabi.

“¿Cómo podría haberme imaginado eso? Luego, cuando estuve allí en 2001 con Jaguar el sábado por la noche, caminaba hacia el puerto a altas horas de la noche. Llamé a mi padre y le dije: '¡Hola, estoy caminando por donde se estrelló Scott Stoddard!'. Mi padre me había llevado a la presentación de la película Grand Prix, en Chicago. Qué efecto tan grande tuvo en mi vida ver eso...”.

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