El momento previo a la guerra que cambió el inicio de la F1

Eran otros tiempos, concretamente los que precedían a la II Guerra Mundial que asolaron todo el territorio europeo, lugar en el que las carreras de automovilismo se hicieron famosas. Durante esa época de bonanza para los avances tecnológicos, la competición consiguió mucho público y aficionados antes de que el conflicto bélico estallara y, sobre todo, un nombre se ganó el respeto de todos.

Alfa Romeo, un fabricante italiano que en nuestros días está considerado como una escudería de segunda fila que pronto pasará a la historia para dar la bienvenida a Audi en la estructura de Sauber, pero que fueron uno de los precursores de lo que se convertiría en el equipo más laureado de la historia del campeonato más prestigioso, la Fórmula 1.

A pesar de que por aquel entonces todavía faltaba algo más de una década para disfrutar con el mundial que hoy conocemos, en 1936 se produjo una de las grandes revoluciones que cambiarían el curso de las carreras. Con el afamado Alfetta, que fue incrementando su potencia de unos escasos 195 CV a cerca de 425 CV en 1951, los italianos esperaban batir a los alemanes, que gozaban de gran poder en las carreras automovilísticas con Mercedes, aunque no sería gracias a Alfa Romeo, sino a una idea que surgió en Monza.

Fue con el jefe de pruebas anterior a la guerra y director del departamento experimental del fabricante, Giovanni Battista Guidotti, quien reveló tiempo después de que todo sucediera, que subcontrataron a la Scuderia Ferrari para desarrollar un modelo de 1.500 cc a partir del Gran Premio de Italia de ese año, con el ejemplo de la derrota de Tazio Nuvolari contra Bernd Rosemeyer.

"Vuestro mejor piloto, Nuvolari, ha quedado segundo, y los alemanes han vencido. No podemos igualar su esfuerzo y dinero en la categoría de grandes premios", dijo. "Deberíamos construir un 1.500 [cc] para competir con el cuatro cilindros de Maserati, que está ganando en esa modalidad, y así podremos vencer y no habrá alemanes".

Tras un tiempo de discusión entre Alfa Romeo y el mismísimo Enzo Ferrari, y después de los fracasos de la firma del trébol, en mayo de 1937 destinaron al ingeniero Gioachino Colombo a la fábrica del Cavallino Rampante en Módena para comenzar con la producción del nuevo prototipo, que se vio beneficiado porque en las oficinas de Milán estaban experimentando con un motor V16 de 3 litros sobrealimentado. Con muchos estudios y cambios posteriores, en su estreno en las carreras, el Alfa Corse disponía de 195 CV de potencia a 7.000 rpm montado sobre un chasis bitubo de acero y una imponente carrocería con una parrilla muy llamativa.

"Se hicieron cuatro coches en Módena y casi todos los detalles se hicieron allí, aunque después se creó la Alfa Corse en Portello", comentó Guidotti en un movimiento ordenado por el director general de Alfa Romeo, Ugo Gobbato. "Ferrari vino a nosotros, aunque dirigíamos la fábrica".

Alemania todavía sembraba el terror en las pistas con su Mercedes, pero las derrotas sirvieron para afinar esos aspectos que se quedaron en el tintero del Alfetta, hasta que ya, tras la II Guerra Mundial y con la creación del campeonato del mundo de Fórmula 1, los italianos estaban seguros de que podían plantar cara con su 158, el monoplaza que venció en la primera carrera de la historia con Giuseppe Farina.

El piloto de Turín encabezó el triplete de Alfa Romeo, que hubiera sido un póquer de no haber sufrido problemas con el aceite de su coche Juan Manuel Fangio en la vuelta 62 de 70, cuando rodaba en segunda posición. Lo más curioso es que aquel nombre del que hablábamos en un principio, uno de los que iniciaron la idea del cambio de la marca italiana, Giovanni Battista Guidotti, participó como reserva en aquel Gran Premio de Gran Bretaña en Silverstone, además de que regresó para ocupar el mismo papel en la cita de Suiza un año más tarde, una prueba que sí le dio el triunfo al conocidísimo pentacampeón argentino.

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