'Leclerc, de príncipe a rey', por Diego Mejía

Ocho días han sido suficientes para hacernos una noción clara del nivel de piloto que es Charles Leclerc. En Spa demostró su velocidad consiguiendo la pole más holgada de la temporada y luego en carrera fue casi impecable para poder, con la ayuda de Sebastian Vettel, conservar la punta de una carrera en la que Lewis Hamilton llegó a estar cerca de intentar atacarlo.

En Monza sin embargo, ese ataque llegó. Se mantuvo de hecho durante 41 de las 53 vueltas y llegó a su climax en la vuelta 23, cuando llegaron lado a lado a la Variante della Roggia. Allí vimos de nuevo al Leclerc que se reveló después del Gran Premio de Austria, un piloto muy agresivo, en el límite de lo permisible, para algunos cruzando esa fina línea.

Lewis Hamilton bloquea neumático en la persecución sobre Charles Leclerc.

Su defensa en esa maniobra y luego en la vuelta 36 cuando se fue largo entrando a la curva dos de la Prima Variante, le valieron al final conseguir esa soñada victoria en el estreno como Ferrarista en Monza, como lo hiciera Michael Schumacher en 1996. Era la victoria que esperaban los 93.000 tifosi que vistieron de rojo las tribunas del templo de la velocidad y que por un instante distrajeron a Leclerc en los giros finales.

“Liberación” fue la palabra usada por el ahora más joven piloto en la historia de la F1 en ganar dos carreras consecutivas, para describir sus emociones después de una victoria que sí pudo celebrar, después de que una semana atrás en Spa no fuese el caso tras la muerte de su amigo Anthoine Hubert el día anterior.

Una vez cruzó la meta quedó también liberado de las presiones a las que fue sometido este fin de semana. Salir en pole, en casa de Ferrari, correr sin escudero por el error de Vettel, contra Hamilton, contra Mercedes, amonestado por los comisarios, con neumáticos duros inicialmente de menos agarre que los medios del quíntuple campeón tras su único paso planeado por boxes.

Charles Leclerc festeja su segunda victoria en la F1, la primera en Monza.

Pero tal vez la mayor presión de la que se liberó fue una que en cierta medida él mismo generó al interior de la Scuderia cuando no fue el team player que su equipo y Vettel esperaban para darle una vuelta con succión a su compañero en Q3. En su primer intento el alemán no tuvo ese beneficio, más importante que nunca este año como lo probó el “atasco” al final de la sesión.

El plan era que Leclerc se la diera en el segundo intento, como lo dio a entender el propio Vettel a la prensa el sábado en medio de su frustración.

La radio al final de la carrera en la que Mattia Binotto le dice a Leclerc “hoy quedas perdonado” fue muy clara. En el atardecer en Monza, Binotto lo confirmó a los medios y anticipó que bien puede volver a ocurrir. Esto entre sonrisas, pues la victoria en casa, en la celebración de los 90 años de la Escudería, parece ahora un indulto vitalicio a Leclerc.

Muchos de los grandes campeones han mostrado durante su carrera ese egoísmo cuando las circunstancias así lo hacen necesario. Leclerc no quería darle la pole a Vettel, y sabía que si le daba una vuelta con succión, sin él tenerla también, probablemente ocurriría.

La responsabilidad de ganar la carrera tras haberle negado en alguna medida la opción a Vettel, fue la primera presión con la que afrontó el que se convirtió en el mejor domingo de su carrera.

Las implicaciones matemáticas del Gran Premio de Italia dejan ahora a Leclerc por delante de Vettel en el mundial de pilotos a falta de siete carreras. El cuádruple campeón ha cumplido el domingo 371 días sin victoria y esta temporada no deja de recordar cada vez más su última con Red Bull, pero con una mayor crisis.

Mattia Binotto con sus dos pilotos, Charles Leclerc y Sebastian Vettel.

Binotto ha reiterado que Vettel y Leclerc son sus pilotos para 2020, pero ya incluso los medios italianos lo cuestionan de cara a la ilusión de pelear el título el próximo año.

Desde el sábado en la tarde Vettel pareció querer aislarse de las celebraciones. En la rueda de prensa final del día junto a Binotto y Leclerc, su rostro contrastaba con el de ellos dos. Leclerc está ahora mismo en una posición similar a la que Vettel tuvo desde 2009 en Red Bull, cuando podía salirse siempre con la suya, el Multi-21 de Malasia 2013 un ejemplo.

Futuro aparte, Enzo Ferrari desde arriba estará orgulloso de su escuadra, del motor producido en Maranello que ha propulsado la SF90, que en su versión Monza ha sido una herramienta suficiente para impedir la sexta victoria en línea de Mercedes en su casa.

Pero sobretodo, Il Commendatore debe estar orgulloso de quien ha pilotado la macchina rossa. Charles Leclerc ya no es solo el futuro, sino también el presente de la Scuderia. Las portadas de este lunes en Italia convierten al príncipe monegasco en el rey de Italia.

Los ganadores de Ferrari en Monza:

19