Herta y Cadillac: ¿la gran apuesta que puede abrir de verdad la F1 en EE.UU.?

Cuando el intento inicial de Michael Andretti por unirse a la Fórmula 1 se encontró con resistencia el año pasado, se le preguntó al promotor del Gran Premio de Estados Unidos, Bobby Epstein, si la entrada de Andretti en la categoría tendría impacto en la venta de entradas en Austin: "Creo que marcaría la diferencia para COTA si tuviéramos un campeón estadounidense", respondió.

En ese momento, Logan Sargeant pasaba apuros en Williams, y la presencia del estadounidense prácticamente no tuvo efecto en las ventas de entradas en ninguna de las tres carreras en EE.UU. —Austin, Las Vegas y Miami—. La falta de resultados tampoco justificó una presencia relevante de Sargeant en la exitosa serie de Netflix Drive to Survive.

Está bien documentado cuánto ha crecido la F1 en Estados Unidos gracias a la serie de Netflix, con la superproducción de Apple protagonizada por Brad Pitt como el siguiente gran impulso para llevar al campeonato, tradicionalmente europeo, a una órbita aún mayor.

Pero si la F1 quiere realmente arrasar en EE.UU., sus aficionados locales necesitan un piloto al que apoyar. Y debe ser alguien con opciones reales de prosperar y ganar, no alguien condenado para siempre al fondo de la parrilla.

Ese fenómeno no es exclusivo de EE.UU. A principios de los años 90, el estatus de Michael Schumacher como primer campeón mundial alemán aportó cohesión a la recién reunificada nación, convirtiéndose en su primer gran ídolo deportivo y generando un interés en la F1 nunca visto antes —ni después— en el país.

Fernando Alonso también revolucionó España una década más tarde, conquistando dos títulos mundiales en sus primeros años y encendiendo la pasión por la F1 en un país que hasta entonces había sido casi un desierto para la categoría, dominado por el motociclismo más que por las cuatro ruedas.

Foto de: Mark Sutton / Motorsport Images

En Colton Herta, estrella de la IndyCar y piloto probador de Cadillac, quizá Estados Unidos tenga su mejor oportunidad en mucho tiempo. Pero en un mercado deportivo norteamericano tan saturado, un piloto de F1 estadounidense tendrá que destacar.

"Necesita tener éxito", dijo a Motorsport.com el exjefe de Haas, Guenther Steiner. "No es algo automático por el simple hecho de tener un piloto americano, porque ya tuvimos a Logan Sargeant en Fórmula 1. Obviamente tener a Cadillac también ayudará, una gran marca estadounidense, pero debe ir acompañado de éxitos, y entonces funcionará".

"La Fórmula 1 es en general un deporte global, la nacionalidad cuenta muy poco. Pero si tienes un ganador americano que conquista un campeonato, tendrías a toda América detrás. Está bastante claro".

No hay duda sobre lo que eso implica. Herta aún tiene muchos obstáculos que superar: conseguir los últimos puntos de superlicencia, readaptarse al ritmo de las carreras europeas en F2 el próximo año y, finalmente, convencer a Cadillac de que él es el piloto adecuado para suceder a Valtteri Bottas o Sergio Pérez. Y eso antes de considerar el propio camino que Cadillac debe recorrer para convertirse en una fuerza competitiva.

Lo que más habla a favor de las posibilidades del californiano de 25 años —además de su pedigrí en IndyCar— es el compromiso que ya ha demostrado: ha abandonado una posición cómoda en la élite de la monoplaza estadounidense por un año en una categoría formativa de F1, sin garantía de promoción después.

"Es un riesgo enorme", reconoció Herta en el pódcast Off Track, presentado por sus compañeros de IndyCar James Hinchcliffe y Alexander Rossi. "Si no creyera que puedo hacerlo, me quedaría en la IndyCar. Pero creo en mí mismo, y creo que soy lo suficientemente rápido".

Foto de: Penske Entertainment

Esa confianza también la comparte el artífice de la idea, Dan Towriss, CEO de TWG Motorsports, cuyo grupo no solo es propietario del equipo Andretti Global de IndyCar donde Herta ha competido las últimas seis temporadas, sino también accionista mayoritario del proyecto Cadillac en F1.

"Está asumiendo un gran riesgo al dejar una tremenda carrera en IndyCar, y su sueño es estar en la Fórmula 1", dijo Towriss a F1TV en Monza.

Con Towriss subrayando que el "modelo de derecho adquirido desde EE.UU." no ha funcionado en intentos previos, lo cierto es que la F1 no ha visto una transición exitosa desde la monoplaza estadounidense desde Juan Pablo Montoya a comienzos de siglo, justamente el hombre que planteaba las preguntas a Towriss.

Por eso el enfoque de Herta es tan crucial. Probablemente podría haberse abierto camino quedándose en la IndyCar y sumando puntos de superlicencia en entrenamientos libres. Pero el nueve veces ganador de carreras en IndyCar lo está haciendo de la manera correcta, aceptando las incertidumbres de la F2 y una pausa chocante en su carrera americana, para sumergirse por completo en su "última oportunidad" en la F1.

"Creo que aprender los circuitos y neumáticos, queremos mostrar ese respeto por la competición de monoplazas europea y que Colton llegue con un bagaje, sabiendo qué esperar en esos trazados y preparándose para la Fórmula 1", añadió Towriss. "Tenemos pruebas con coches antiguos, tenemos FP1; el paquete completo para darle a Colton todas las oportunidades posibles".

Foto de: Andrew Ferraro / Motorsport Images

Lo que está en juego no son solo las opciones de Herta en la F1, sino también la percepción que generará para cualquier compatriota que tenga ambiciones similares. Un asiento en F2, aislado, es ya una situación de doble filo. Si Herta sobresale, se dará por sentado; si tiene un año difícil —algo perfectamente posible dado lo caprichosa que es la F2, incluso más allá de su control—, esa percepción empezará a deteriorarse.

La F1 es notoriamente difícil de alcanzar para pilotos ajenos a su propio ecosistema y que no hayan pasado por la escalera de monoplazas de la FIA, que Herta probó antes de saltar a IndyCar. Hoy casi todos los equipos tienen su propia academia júnior, desde el karting, para descubrir a la próxima gran promesa. No ocurre muy a menudo que alguien con el historial y la posición de Herta reciba una oportunidad tan tarde, incluso aunque solo tenga 25 años.

Es, en cierto modo, un tiro a la luna. Pero mientras Herta apuesta por sí mismo, quizá también debería hacerlo Liberty Media, propietaria de la F1. Hay un límite a lo que el promotor comercial puede hacer para impulsar la categoría en EE.UU. sin un participante activo, en lugar de usar solo el decorado pasivo del Strip de Las Vegas.

Si Herta logra entrar y empezar a cosechar resultados en un equipo que represente nada menos que a General Motors, uno de los gigantes industriales de EE.UU., entonces la F1 ganaría una nueva y patriótica narrativa para seguir abriéndose paso en el mercado estadounidense.

Como Herta, Cadillac aún tiene un largo camino por recorrer y no se espera que arrase en sus dos primeras temporadas. Pero cuando, o si, Cadillac esté preparado para jugar en la élite, quizá Herta también lo esté. Hay una razón por la que a la gente le gusta apostar fuerte: porque las recompensas escalan en la misma medida. Para un piloto con el estatus de Herta, no hay apuesta más grande que esta.