'Sí, sí, Hamilton, ya te vimos'

Que existe racismo en el mundo es una evidencia tan grande como que hay que luchar contra ello. Que está más cerca de lo que crees, incluso en tu propio entorno y puede que hasta interiorizado involuntariamente en uno mismo, también.

Enorgullece que la F1 se sumara a la protesta social contra el racismo, a la batalla por la diversidad. Los pilotos muestran antes de cada carrera una camiseta con el lema 'Fin al racismo', y la mayoría de ellos se unieron en la idea de arrodillarse como reclamo. Ese gesto que Colin Kaepernick (jugador de fútbol americano) convirtió en símbolo universal se vio de manera organizada en la primera cita de 2020, y de forma un poco más apresurada en las dos siguientes.

En el GP de Estiria y el de Hungría no hubo un tiempo previo establecido para el acto y en ninguna se consiguió que el 100% de la parrilla clavara la rodilla en el suelo, y a Hamilton esto le indigna.

Pero, ¿qué derecho tiene Hamilton a marcar de qué manera protestan los demás? El inglés cuestiona a sus compañeros no por -y aquí viene lo ilógico- no protestar, sino por hacerlo de manera diferente a la suya.

Criticó a Romain Grosjean, uno de los directores de la asociación de pilotos, porque el francés consideraba que con hacerlo en el primer gran premio era suficiente. No se arregla el problema protestando un día, indica correctamente Lewis, pero tampoco se deja de estar contra el racismo por no ir más allá.

El jefe de Grosjean, Gunther Steiner, salió en su defensa: “Es decisión de cada uno qué hacer, y durante cuánto tiempo hacerlo. Romain y nosotros lo apoyamos completamente, pero ya lo hemos hecho y, si alguien decide no hacerlo más, no significa que no esté en contra del racismo".

“Deberíamos ser conscientes de eso también", recuerda Steiner. "Es un mundo libre. Respetemos a todo el mundo".

Tras el fallecimiento de George Floyd, Hamilton insinuó racismo en la F1. Eso provocó numerosas reacciones de apoyo de los demás pilotos, y luego Hamilton aclaró que no se refería a ellos, sino "a la industria en general".

De Hamilton sabemos que es tal vez el mayor activista de la F1, y es genial que utilice su enorme altavoz y la influencia que genera en hacer un mundo mejor. Pero queda la sensación de que quiere ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, queriendo destacar más incluso que el propio justo y necesario mensaje que envía.

Sin ir más lejos, Vettel ha sido uno de los que ha liderado el movimiento antirracista en la F1 (junto a, ojo, el mencionado Grosjean), pero sin afear las decisiones de los demás ni reclamar protagonismo.

Sin entrar en las propias contradicciones que ha podido cometer Hamilton (como su demanda de una mayor sostenibilidad mientras no predicaba con el ejemplo), no debería rebajar su lucha personal ni bajar el ritmo en cuanto a la exigencia que se hace a sí mismo y al equipo al que pertenece, pero sí recordar que cada individuo es dueño de su libertad de expresión.

"Todos hemos mostrado repulsa al racismo en ese momento [previo al himno], y cada uno es libre de manifestarse de hacerlo de la manera que quiera, y así seré yo, libre para hacerlo, por mucho que en redes sociales se cuestione lo de arrodillarse o no", decía Carlos Sainz recientemente. El madrileño no se arrodilla y no es racista por ello.

Ver a tu deporte favorito al frente de lo que consideras justo es genial. Por ejemplo, aunque no se refiere explícitamente a ello, celebré el WeRaceAsOne de la F1 porque incluye la bandera arcoiris LGTBI, otras de las reivindicaciones que considero vitales.

De igual modo quisiera que la F1 alzara la voz contra muchas imperfecciones de nuestro mundo. Agradecería un gesto, pero jamás exigiría que un deporte sea para siempre un actor político. ¿O exigirá Hamilton que Mercedes deje para siempre sus coches plateados pintados de negro? ¿Hay menor respeto por un fallecido si un minuto de silencio se realiza solo tras su muerte y no cada día del resto de la vida?

Se tenía que decir y lo dijo muy bien Andretti: "Se está creando un problema donde no lo hay". Y no, no es que el motorsport sea una burbuja ajena a los defectos de la sociedad (entre los que, ya hemos dicho, está el racismo). Es que entre sus compañeros de parrilla y la F1, Hamilton está viendo fantasmas donde no existen. No hay nadie que no se haya mostrado en contra de la protesta.

Stand Up Speak Up (Levántate y di basta), decía la campaña contra el racismo en el fútbol de una conocidísima marca deportiva hace ya muchos años. Levantados están los compañeros que, detrás del hexacampeón, se quedan de pie. 'Basta', dicen los mensajes que portan en la camiseta.

Se equivoca Hamilton si cree que no estamos todos juntos en este barco, pero no puede pretender que todos remen al mismo ritmo o con los mismos movimientos de brazos para seguir avanzando. 

Pasa las fotos y mira qué diferencia entre el GP de Estiria (primera imagen) y el de Hungría (segunda)

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