Ecclestone, ante su última jugada

Que Bernie Ecclestone diga que la F1 es aburrida, y que él no la miraría en mas de una ocasión es como si el flamante presidente de la FIFA, Gianni Infantino, desaconsejara ver el próximo mundial de futbol en Rusia. Una locura, un desatino… un espanto. Pero en el "planeta Bernie" todo parece posible, sobre todo cuando el pequeño empresario del condado de Suffolk nacido hace 85 años, juega fuerte y declama que "la F1 es una mierda".

Ecclestone está queriendo una devolución de favores que nunca llega por parte de los actuales accionistas del espectáculo. La CVC se vio beneficiada cuando el mismo Ecclestone se hizo cargo del pago de un soborno al presidente de la BayernLB, Gerhard Gribkowsky, con el fin de infravalorar acciones y potenciar la llegada de Donald Mckenzie.

Bernie nunca reconoció aquello como una operación ilegal, pero el gerente alemán terminó preso, y Ecclestone no ahorró tiempo en desfilar por los circuitos con su nuevo socio.

Pero el romance parece llegar a su fin. Las carreras, el dominio perpetuo de Mercedes, la debacle de Ferrari, casi 10 años sin títulos, y las fluctuaciones económicas de varias escuderías, han obligado a la categoría a buscar emociones con escasos resultados. Modificaciones reglamentarias y técnicas que hasta ahora prometen mas problemas que soluciones a los temas de fondo en la pista.

Ecclestone sueña en tomar nuevamente el toro por las astas como en sus mejores épocas. Entiende que de un plumazo puede reconvertir esta tendencia somnífera de la F1, sin socios que bloqueen sus procedimientos. Nunca tuvo todo el soporte de Jean Todt tal cual él lo hubiera imaginado. La FIA siempre quiso ser una suerte de guía espiritual y de principios, pero las decisiones de riesgo siempre las delegó. La máxima autoridad del automovilismo, optó por caminos más silenciosos, paralelos a los tiempos y rentables como la Formula E.

La próxima semana se harán las primeras evaluaciones post Gran Premio de Australia. Las prohibiciones de los team radio, la nueva política de neumáticos, y sobre todo, el flamante sistema de clasificación. Habrá que escuchar todas las campanas, sobre todo a los pilotos. Pero muy especialmente quedarán reservados unos cuantos renglones para Bernie Ecclestone. Presumo que será la primera batalla de una enorme guerra, orientada a un golpe al poder económico y a las autoridades deportivas. En el medio, las grandes marcas… pero con ellos, sólo se trata de grandes pactos.