“Pero, ¿cómo?, ese coche dices, que no es de los mejores, jaja, claro que no, ese coche no va a ningún lado este año, lo que pasa es que el asturiano está muy zumbado”. Desperté a mi mujer, cansada de trabajar toda la semana, justo para cuando Max Verstappen daba una patada al neumático destrozado de su Red Bull. “Ahora viene lo bueno amor”, le dije.

Ella, como tantos y tantas y tantes (jiji) lo que quería es ver la remontada instantánea del genio astur. Y es que, aunque tenemos a Carlos Sainz en Ferrari, haciendo podios y con una trayectoria ascendente que ilusiona, son muchos los que siguen viendo la F1 aunque sea de reojo para volver a ver a Alonso, el tipo que se inventó un deporte para este país nuestro que vive de genios y que llamamos España.

Alonso, desencadenado, sin nada que perder, en una carrera a dos vueltas, pasó a tres pilotos en la primera y defendió el fuerte con el séptimo de caballería en la siguiente por mucho que por detrás los indios viniesen sedientos de sangre. Alonso, Fernando, demostrando que sigue siendo uno de los más grandes, con un coche que, ya lo dice mi mujer, poco va a tener que hacer este año a no ser que las tormentas y los caos de este extraño deporte le aúpen a algún lugar soñado.

Alonso lo ha vuelto a hacer, decían los del bar de Twitter, demostrando que saben utilizar las frases hechas. Alonso ha demostrado lo bueno que sigue siendo, bramaban los clásicos. Alonso sabe adelantar, chillaban más allá… ¿en serio? ¿De verdad había alguna duda con Fernando Alonso?

La cosa es que el español pasó del décimo al sexto en apenas dos vueltas al sprint pilotando como él solo sabe, a tope, sin nada que perder… como debería ser siempre.

Siempre he sostenido que nunca hay que dudar de los mejores y Alonso, Fernando, es uno de los mejores que jamás ha pisado los circuitos de Fórmula 1 haga lo que haga ya, pase lo que pase ya, adelante o se quede último, gane a su compañero o esté por detrás de Ocon. Alonso es ya una leyenda, desde hace mucho tiempo y en este regreso lo que debemos hacer es disfrutar del regalo de verle de nuevo a los mandos de un monoplaza.

Leí a algún cronista que Alonso (¿o fue al propio Fernando?) que iba sin nada que perder… pero, ¿de verdad Alonso tiene algo que perder a estas alturas? Después de dos títulos con Renault, un año al empate con el arbitro en contra en la escudería Dennis-Hamilton, ganar con los sucedáneos que le prepararon después, de llevar a Ferrari a brillar de rojo con coches que eran naranjas, de pelearse con un McLaren de mentira con un motor japonés de la Segunda Guerra Mundial … y ganar dos veces las 24 Horas de Le Mans, brillar en las 500 Millas de Indianápolis cuando tuvo coche para poder hacerlo, volar en Daytona o bailar en las dunas del Dakar… ¿Qué tiene que perder o demostrar Alonso? Yo creo que nada. Pero me da que incluso él lo olvida a veces… este asturiano está muy zumbado…