'Wreckfest', bendito disparate sobre ruedas
El videojuego de carreras de destrucción sorprende, divierte y ofrece una alternativa a los habituales títulos de competición.
Un videojuego en cuya pantalla de inicio ya avisa de que lo que se va a ver a continuación no es replicable en la realidad y que se respeten las normas de seguridad vial en todo momento hace abrir los ojos un poco más si cabe. Wreckfest, desde el 27 de agosto disponible en PlayStation 4 y Xbox One (ya lo estaba en PC), es uno de estos.
Desde el primer momento, el título de Bugbear (creadores del clásico FlatOut y que llevan desde 2014 desarrollándolo), atrae irremediablemente. Ya sea por sus carreras de destrucción en las que nuestros coches reflejan con mucho detalle los abollones, roturas y demás destrozos que les podamos hacer, o por sus alocadas propuestas (sí, llegamos a competir en un sofá rodante), es un videojuego que nos dará horas y horas de diversión.
Obviamente, no hablamos de un título de simulación, pero los vehículos (principalmente estilo estadounidenses, no esperéis encontrar un WRC o un Lamborghini esperando en el garaje) se comportan como tal y a la hora de derrapar reaccionan como esperaríamos.
El modo principal, llamado Campaña, nos propone una serie de campeonatos y retos que se irán desbloqueando a medida que superemos los anteriores, en los que pasaremos desde disputar una carrera con un muscle car en un circuito de tierra a competir entre autobuses en un derby de destrucción.
Podremos personalizar nuestros coches, así como mejorarlos y comprar otros nuevos, siempre con dinero del juego.
Los gráficos son notables y nos ha llamado la atención, principalmente, las físicas de destrucción verdaderamente realistas. El parachoques y las puertas no será lo único que perdamos en este videojuego.
El modo Multijugador permite juntarnos con hasta 24 rivales cara a cara, pudiendo crear nuestras propias competiciones, con igualdad de vehículos o no, en diferentes circuitos y con los diferentes modos de carrera (derby de demolición, carrera y carrera de destrucción).
Como puntos negativos destacamos quizás la escasez de circuitos, que pueden llegar a hacerse repetitivos tras varias horas jugando y la falta de variabilidad meteorológica, que siempre aporta un extra de complejidad. Por supuesto, la inexistencia del modo pantalla partida (tan habitual en estos tiempos) es algo que podría haberse tenido en cuenta.
Conclusión, nota: 8,5
La bendita locura de Wreckfest atrapa desde los primeros minutos con una cosechadora en un gran estadio de césped. Pero a medida que avanzamos en el modo carrera y flirteamos con el online la diversión aumenta sin control. Este arcade, con varios detalles no habituales en este tipo de títulos, no necesita de simulación para agradar a la mayor parte de los que se adentren en su terreno.
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