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La hazaña del Dakar: costillas rotas, un neumotórax y seis días en la UCI

Javi Vega logró llegar a la meta del Dakar 2021 a pesar de una dura caída en la que se rompió cuatro costillas y se hizo un neumotórax. Esta es su historia.

#99 Pont Grup Yamaha: Javier Vega Puerta

Dicen que el Dakar es más que una carrera, que el que pisa sus desiertos se enamora para siempre (de una manera u otra). Dicen, incluso, que merece todos los sacrificios necesarios el resto del año para competir durante sus dos semanas. Pero, en ocasiones, las experiencias que te hace vivir no son puramente placenteras. 

Javi Vega (Madrid, 1985) ha experimentado todo esto en sus tres años compitiendo en el rally más duro del mundo. Esquiador de freestyle profesional sabe de caídas, golpes y huesos rotos, pero lo que vivió en la última jornada del Dakar 2021 (Yanbu-Yeda, 202 km cronometrados más 105 de enlace inicial y otros 142 hasta Yeda) supera cualquier relato de épica, pundonor y capacidad de sufrimiento. 

El madrileño, que repitió en la categoría Original by Motul (Malle moto, sin asistencia mecánica) con su novia Sara García –segunda mujer en la general de Motos este año–, afrontaba los últimos 30 kilómetros de la edición que más había disfrutado (45º de la general hasta el momento) en una sucesión de dunas. 

Pero el Dakar le tenía reservada una de las peores experiencias de su vida. Al afrontar una duna doble se le escapó el pie de la estribera y salió despedido por delante de su Yamaha WRF450, por orejas. De primeras le costó volver a respirar y el piloto indio Ashish Raorane le acompañó durante 10 minutos. Pero la organización le llamó al detectar que estaba parado... y tuvo que mentir. 

Les dijo que estaba reparando la moto mientras se levantaba, pero solo fue capaz de llegar a la siguiente duna antes de volver a perder el control. "Se me acercaron niños árabes descalzos y les pedí ayuda, pero solo me daban agua", recuerda. Otro piloto le dio una pastilla para el dolor, que en ese momento ya no le dejaba respirar, y le ayudó a sacar la moto de la arena. 

Vega en ese momento revisó el libro de ruta y vio que le quedaban solo 1,5 km de dunas y que después era todo pista hasta meta (antes de afrontar los 142 km finales de enlace hasta Yeda). Pero un médico de la organización le desaconsejó seguir y le invitó a subir al helicóptero. El madrileño volvió a tirar de una mezcla de valentía y locura y le suplicó que le dejara seguir. 

El problema fue que esa "pista" que aparecía en el roadbook era de "arena profunda y piedras como melones", recuerda Vega en conversación con Motorsport.com. Alexandre Azinhais y Fernando Domínguez fueron sus ángeles de la guarda en los siguientes kilómetros, ayudándole en varias ocasiones a levantar la moto, cuando él no podía ni pensar en agacharse. 

Los últimos 30 kilómetros fueron "los más duros" de su vida, pero cruzó la meta y vio allí a su compañera de aventura, que logró su mejor resultado de sus tres participaciones dakarianas: 44ª en la general y 12ª en Original. 

"No sé cómo contarlo... porque todavía no he visto el mundo. He ido de la camilla, a los hospitales, luego al avión y a otro hospital... no estoy nada fresco. Pero cuando tuve la caída me quedé sin respirar, y aún sigo tocado... cuando me recuperé un poco vi que quedaba 1,5 km de dunas y pensé que el resto sería pista. Pero ese kilómetro y medio fue horrible y tuve que luchar con los médicos de la organización que me querían subir al helicóptero", recuerda

"Al final vi la meta, me acuerdo de ver a Sara, que recuerdo que dije 'Qué bien que está ahí y no detrás de mí'. Pero quedaban los 140 km de carretera. Los médicos me estuvieron examinando y otra pelea para que me dejaran salir. La carretera se me hizo más amena, tuve que ir de pie todo el camino, paré a 70 km a coger un poco de aire y logré llegar hasta el final". 

Pero el diagnóstico cuando le trasladaron a un hospital en Yeda fue claro: cuatro costillas rotas (6, 7, 8 y 9), neumotorax derecho y hemotorax con 400 ml de sangre. Por supuesto, entró directamente en la Unidad de Cuidados Intensivos. Después de seis días ingresado, y tras tener que retrasar el vuelo que salía al día siguiente para devolverles a España, la pareja subió a bordo de un avión medicalizado para llegar a Madrid tras 19 horas de viaje y 11 cambios de camilla el pasado jueves.

 

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"Ahora, con lo que me duele y la avería que tengo, no sé cómo pude hacerlo, la verdad. Lo único que me acuerdo es que me tenía que coger el brazo derecho con el otro y ponerlo encima del acelerador porque no podía ni menearme", asegura Vega desde el hospital, donde tendrá que permanecer aún unos días más.

"Ves que has tenido una semana fantástica, que ha sido el Dakar que más has disfrutado, que parece que te han cambiado la novia, que era otra Sara. Íbamos a toda hostia y lo hemos pasado teta. Cuando ves que te quedan 30 km y pasa eso... dices 'no puede ser y no lo va a ser', así que llegas como puedes... Al final cuando se enredan las cosas, cuantos más problemas, cuanto más te cuesta, se disfruta mucho más la victoria. Se demuestra que el Dakar es más que una carrera normal, es una gran experiencia personal".

Sara García, con sabor "agridulce" tras su mejor resultado en el Dakar

Por su parte, la piloto zamorana tuvo que pasar el trago de subirse al podio final del Dakar, recibir la medalla de finisher, el trofeo como segunda mujer de la general y recoger la medalla de Vega... pero sin su compañero de aventuras.

"Para mí fue un mal trago, porque Javi me había pedido que por favor subiera al podio, pero no tenía ganas. Lo que quería era llegar, hacer las maletas, meter la del camión de Original en el camión, para tener todo preparado y volver al hospital. No sabíamos en ese momento cómo estaba, estaban con pruebas, y no quería dejarlo solo. Pero él me lo pidió y subí ahí. Fue un momento muy agridulce porque es una carrera que es de los dos y sobre todo suya porque me aguanta las dos semanas, el pobre. Está todo el día detrás de mí, aguantando mi ritmo, fuera del suyo y comiendo polvo", apunta García a Motorsport.com.

"Me dio mucha rabia, pero lo importante es que pudo acabar, que estamos en España y que hay otras dos medallas más y otro trofeo en casa que nos van a recordar para siempre lo que hemos pasado".

Aun así, ambos aseguran que le ponen "un 9 como nota global por la putada del último día", después de una primera semana en la que no tuvieron ni averías, ni ningún tipo de percance y disfrutaron como nunca.

Pero la segunda se le complicó a la zamorana por una avería en el cambio ya en la primera parte de la Maratón, por la que tuvo que abrir ella misma el motor y cambiar la pieza estropeada ante las indicaciones de los técnicos de Yamaha, que no podían tocar nada por estar en una categoría sin asistencia. Y acabó torcida... aunque con final feliz para estos dos héroes del Dakar.

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