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Entrevista

Albert Llovera: "Tengo que seguir aprovechando las oportunidades de la vida"

El piloto andorrano disputará desde el próximo 2 de enero su quinto Dakar, el segundo a bordo del camión Tatra, y espera mejorar su 35º puesto de 2016.

Albert Llovera

Albert Llovera

Fotoesport.com

Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera con el equipo
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera
Albert Llovera and Sébastien Loeb, Team Peugeot Hansen
Albert Llovera

Para Albert Llovera (Andorra, 1966) no existen los imposibles. Cada nuevo reto es una nueva oportunidad para disfrutar de una vida que quedó condicionada en una estación de esquí cuando solo tenía 18 años y tenía en el horizonte la oportunidad de triunfar en el deporte. Desde entonces, y a pesar de su paraplejia, el andorrano ha dedicado su día a día al automovilismo y el próximo 2 de enero afrontará su quinto Dakar, el segundo a los mandos de un camión de 9.500 kilos. 

Con el dorsal 538, tratará de mejorar los resultados conseguidos en su debut en la categoría de los vehículos más pesados en 2016, donde terminó 35º. “Hemos mejorado el gas porque tengo mucho daño en el pulgar izquierdo, que es con el que acelero al principio mientras con la mano derecha estoy cambiando de marcha. Hemos logrado que vaya algo más suave", explica Llovera a Motorsport.com los "ligeros" cambios que han hecho en el Jamal T163 de Tatra, una bestia de 900CV.

"Con el freno no hemos trabajado porque a mí me da bastante miedo. En el camión trabaja un sistema neumático que funciona desde el primer milímetro. Si pongo el mismo sistema que en los coches de rallies, que le dan al pedal mucha caña, me voy a hacer una falla con el camión. Prefiero la ayuda neumática original del camión: hace que cueste un poco, pero no castiga tanto los frenos".

Llovera ha llegado a última hora con el presupuesto para poder correr su quinto Dakar y el equipo, con sede en Eslovaquia, ha puesto el dinero que faltaba. Así, acompañará a las otras dos unidades –todas con piloto, copiloto y mecánico checo– que disputarán la edición de 2017. Él volverá a tener como copiloto al belga Charly Gotlib y como mecánico al checo Jaromir Martinec.

Cuatro días de test en las dunas de Marruecos y la preparación del vehículo en Eslovaquia han servido para iniciar la nueva aventura del andorrano, que compitió en varias citas del Mundial de Rallycross esta temporada. 

“Yo hago todos los asientos de Sparco y el nuevo que encargué, al llevar orejeras, al final terminaría con dolor de cabeza en el camión, porque te vas golpeando todo el rato. Lo guardaré y si vuelvo, ya lo probaré en algún test. El que voy a llevar es un Sparco Evo normal ", comenta Llovera, que se ha dejado aconsejar por el equipo.

En cuanto al recorrido de esta 39ª edición del Dakar, "el más duro en Sudamérica, según Marc Coma, director deportivo del evento, Llovera avisa de que los nuevos Way Points van a crear problemas. “A mí no me molesta mucho lo de los Way Points, porque como soy piloto, no me va a tocar los huevos, le molestará al copiloto. Aunque durante el rally va a haber muchas protestas por esto, porque 300 metros son muchos metros. Al pitar el avisador en el camión no estas dentro del Way Point, estás en la cuerda de los 300 metros...".

Respecto al otro handicap de esta edición, los seis días a más de 3.500 metros de altitud, Llovera se muestra precavido: “Es algo a respetar muchísimo. Yo el año pasado lo pasé fatal, no por el mal de altura, si no porque en la zona de Bolivia al rodar rápido entre 3.000.y 4.000 metros me provocaba espasmos en la parte del cuerpo que no siento ni muevo, del pecho para abajo. Fue como estar enchufado en un electroestimulador 16 horas; fue horrible porque además me provocó una anemia". 

Llovera, que logró terminar por primera vez el Dakar en 2015 a bordo de un buggy, considera que llegar a meta en Buenos Aires el 14 de enero y "mejorar el resultado del año pasado, sería un éxito". 

Su peor recuerdo es el amargo final de 2014, cuando a falta de dos etapas para el final su buggy se sobrecalentó en exceso y no pudo completar la hazaña. "Estuve con llagas desde el segundo o tercer día. Estar luchando y quedarte a las puertas... fue una putada". Pero su voz se tiñe de sonrisas cuando recuerda el recibimiento que vivió en meta en 2015 y 2016, con los aficionados vitoreándole. 

"Si puedo hacer Dakar, hago Dakar, si se puede Rallycross… me apunto a lo que sea, sobre todo si tiene algo de visibilidad. Tengo que continuar aprovechando las oportunidades que me da la vida y esta es una de ellas. Y si lo puedo hacer en camión, que el año pasado ya fui de casualidad y fue muy bien, y encima el equipo me ha puesto el dinero que faltaba... No me puedo quejar".

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