Sara García, la ingeniera que sigue los pasos de Laia Sanz

Merzouga (Marruecos).- Las imágenes de unos locos que surcaban las dunas de Mauritania se quedaron grabadas a fuego en la mente de un niña zamorana llamada Sara. Catorce años después de comenzar a seguir el Dakar, competiría por primera vez en una carrera de motocross. Y de ahí, a los desiertos marroquíes y a ser campeona del mundo de Bajas en 2017. 

La historia de Sara García (Zamora, 1988) es, en cierta manera, también la de su padre, mecánico de profesión. Él fue quien trabajó cuatro años dentro del equipo Camel Trophy, quien estuvo a punto de perderse el nacimiento de su hija y quien le metió el gusanillo de ir en moto.

“Empecé con mi padre saliendo en Enduro a los 14 años porque con tres me pegué un tortazo enorme con una Pigui y no quise saber nada más de motos hasta que se me fue la conciencia. Quise salir con él porque iba todos los domingos por ahí y volvía con una sonrisa de oreja a oreja. No perdonaba nunca esa salida después de trabajar siempre de lunes a sábado", cuenta a Motorsport.com la española bajo la carpa del Team Pedregá durante el Rally Merzouga.

Con 18 años, sus amigos del motocross le dijeron que hiciese una carrera con ellos y desde entonces, no ha parado de competir. Estos días compite en el Rally Merzouga 2018 y ya ronda el top 40 tras la tercera etapa. Su sonrisa es casi permanente Disfruta.

La zamorana se divierte entre las dunas rojizas Erg Chebbi como si fuese el patio de su casa después de llevar 12 años bajando a Marruecos. La leyenda del Dakar le impone, pero García quiere estar en la línea de salida el 5 de enero de 2019 y empezar a cumplir su sueño. 

"En mi casa siempre ha habido Dakar. Lo he mamado desde pequeña. Siempre lo he tenido en mente, pero lo veía muy lejano, pensando que iría de asistencia. Desde que hace tres años comencé a correr en rallies y después de que el año pasado se diera bastante bien con el campeonato del mundo de Bajas y el segundo título nacional, me replanteé el, ¿por qué no?”, confiesa. 

La complejidad de la navegación y leer el roadbook mientras se vuela sobre las dunas o las largas pistas de Errachidia no le asustan. De hecho, le apasiona.

"Por eso me gustó mucho esta disciplina. Hay que pensar mucho y no tienes solo la fuerza del motocross, sino que influyen muchísimos factores. Sobre todo que sepas distribuirte la energía, navegar, no ponerte nervioso cuando te pierdes. Eso es lo que me ha enganchado y además creo que aquí las mujeres pueden competir al mismo nivel que los hombres".

De estar a la altura de los hombres sabe Laia Sanz, a quien García ha conocido en persona por primera vez estos días. 

"Creo que las mujeres siempre nos fijamos en Laia Sanz. Es un referente para todas porque ha ganado todo y siempre que va a algún sitio, lo hace bien. Tiene una muy buena base que es el trial, que a mí me falta. La verdad es que es increíble. Querer ser como ella… creo que llego un poco tarde. Otro gran referente para mí es Rosa Romero, que compatibiliza su trabajo con su afición, como yo. Veo que puedo disfrutar todavía muchos años de la moto y eso me da ánimos para mí", añade la española.

Sanz le dio algunos consejos en el primer día de rally, sobre todo con el sistema de navegación de ERTF, "que es lo que más me cuesta". 

El sueño del Dakar marcará el horizonte de este 2018 para esta ingeniera mecánica. El campeonato nacional de rallies y el portugués serán su campo de pruebas. Además, la Baja Aragón le dará un extra de visibilidad internacional. Los entrenamientos en Marruecos hacia finales de año deberían ponerla a punto para la aventura sudamericana, pero para aún faltan apoyos.

Mientras, llega cada día al campamento de Merzouga con la cara llena de tierra, el calor del desierto bajo la piel y la sonrisa de quien trabaja cada día para cumplir un sueño. Ni la más alta duna puede frenarla.

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