Prueba Peugeot 308 GT y GTi 2018: un coche, dos filosofías
Si adquieres el compacto deportivo adecuado, no tienes por qué renunciar al confort de marcha y la versatilidad de uso.
Hay mucha gente que piensa que adquirir un automóvil de características deportivas implica renunciar al confort de marcha y la versatilidad de uso. Y, salvo que recurramos a un modelo extremo, con solo dos plazas, esta afirmación no tiene sentido.
Diversión y viajes
Con la intención de romper con este tópico, en esta ocasión, quiero demostraros que existen opciones en el mercado muy interesantes, que nos permiten disfrutar de la conducción, sin renunciar al placer de viajar.
Uno de los fabricantes que ofrece alternativas de este tipo es Peugeot y su 308, un modelo encuadrado en el segmento de los compactos, con una gama que cubre cualquier necesidad que tenga desde una familia de tres o cuatro personas hasta una pareja de recién casados, sin niños.
Para mostraros que no estoy loco, me he desplazado hasta el circuito del Jarama (Madrid), con dos coches, del mismo modelo y marca, a los que he tapado las inscripciones que incorporan en la carrocería, con unas simples pegatinas. Para despistaros un poco, voy a realizar la prueba de uno, en el circuito, y la del otro, en carretera, y os iré dando información y características de ambos, con la idea de que me digáis qué versiones son… si lográis acertarlo.
¿Qué los diferencia?
Si los miramos desde fuera, los frontales son parecidos, pero, a la vez, son totalmente diferentes. Hay detalles que marcan la diferencia, como los paragolpes, los faros o la parrilla. La trasera de ambos cuenta con un difusor, en tono negro lacado, que recoge las salidas de escape.
En la vista lateral, el tamaño y diseño de las llantas, de 18 o 19 pulgadas, y la elección de neumáticos, te aportarán pistas sobre uno y otro.
Cuando abres la puerta del conductor para ponerte al volante, en los dos habitáculos se respira un ambiente deportivo. En uno, te esperan unos asientos de tipo baquet, que ofrecen una sujeción lateral excelente. En el otro, las butacas también recogen notablemente al conductor, pero el diseño es más racional.
La calidad de los materiales que se emplean y el ensamblaje son excelentes. Me gusta el tacto blando de la parte alta del salpicadero. El puesto de conducción está presidido por volantes de dimensiones reducidas, con la parte inferior achatada, y un cuadro de instrumentos en posición elevada que la marca denomina Peugeot i-Cockpit. Si os fijáis en las fotos… el ribete rojo, en la parte superior del volante, sirve para diferenciarlos. ¿Tenéis alguna idea ya de qué variantes son?
En la consola central, el botón del control dinámico de la conducción “Driver Sport Pack” te permite modificar algunos parámetros de la conducción, como el tacto del pedal del acelerador o la dirección, el sonido del motor o el color de la grafía de la instrumentación.
En la pista
El modelo que conduzco en el circuito incorpora una nueva transmisión automática, con convertidor de par, de ocho velocidades, y funcionamiento exquisito, que incluye, de serie, levas tras el volante. Asociado a ella, aparece una nueva mecánica de gasolina PureTech, turboalimentada, de 1,6 litros y 225 CV. Gracias a este binomio, alcanza los 235 km/h y acelera de 0 a 100 en 7,4 segundos.
La suspensión contiene los balanceos de la carrocería y absorbe las irregularidades del asfalto, sin resultar incómoda o rebotona, y el confort de marcha es elevado. El tren delantero se inscribe con precisión en curva, en cuanto hago la más mínima insinuación sobre el volante. Esta es una de las grandes ventajas que ofrecen los motores de pequeña cilindrada: no pesan mucho y dejan que el tren delantero trabaje con el mínimo esfuerzo. Me gusta la confianza que aporta al conductor.
En carretera
El otro miembro de esta familia recurre a una caja de cambios manual, de seis velocidades, que ofrece un buen guiado y te permite cambiar de marcha con rapidez y precisión. Incorpora un propulsor, también turboalimentado y con idéntica cilindrada, que rinde… 270 CV. La velocidad máxima es de 250 km/h y pasa de 0 a 100 en 6,0 segundos.
El chasis y la suspensión están diseñados para que el conductor disfrute al máximo. El tarado de los amortiguadores es algo más firme y la altura de la carrocería es menor, como mandan los cánones en un vehículo de estas características, pero tiene una puesta a punto magnífica y ofrece un excelente equilibrio entre rendimiento y confort de marcha. Como en su hermano, el tren delantero es ágil y obediente. Por su parte, el trasero aporta ligereza al conjunto.
Para los amantes de las prestaciones, el elemento que marca la diferencia es la inclusión de un diferencial autoblocante de deslizamiento limitado, de tipo Torsen. Gracias a él, las pérdidas de tracción se minimizan y puedes abrir gas, con confianza, a la salida de la curva.
Encantado de conoceros
Con todos los datos que os he contado, muchos de vosotros ya sabréis de qué versiones estoy hablando. Me refiero al Peugeot 308 GT PureTech 225 S&S EAT8 y al Peugeot 308 GTi by Peugeot Sport. ¿Los habéis acertado?
Como colofón, solo me queda hablar de equipamiento y precios. Puedes disfrutar del primero, sin descontar las promociones de la marca, desde 28.500 euros, o del segundo, desde los 32.050.
¿Por qué el Peugeot 308?
La respuesta es sencilla: porque es uno de los modelos más interesantes de todo lo que se oferta en el mercado. A finales del año pasado, recibió una exhaustiva puesta al día, y a principios de este ejercicio, estrenó nuevas motorizaciones y una moderna transmisión automática, con convertidor de par, de ocho velocidades, conocida como EAT8.
Además de ofrecer una completa gama que abarca variantes para todos los gustos, el Peugeot 308 también hace un guiño a los amantes de la tecnología, incorporando ayudas electrónicas a la conducción de última generación y los últimos avances en materia de conectividad con teléfonos inteligentes, gracias a los protocolos Android Auto y Apple CarPlay y la función Mirror Screen. Al Peugeot 308 no le falta de nada…
En definitiva, espero que haya quedado claro que puedes disfrutar de un deportivo de 270 CV, sin renunciar a los viajes placenteros, y que, con un compacto de 225 CV, te divertirás cuando quieras. Un mismo automóvil, con dos filosofías diferentes… ¿Cuál sería tu elección?
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