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Artículo especial

Por el Dakar de tu Panda

Fernando Navarrete y Cristóbal Mora, suegro y yerno, junto con Fernando Navarrete hijo, compitieron en el Rally Dakar con un curioso FIAT Panda. Conoce su historia.

Ha'il-. "Por la raja de tu falda yo tuve un piñazo con un SEAT Panda". Eso dice la mítica canción de Estopa, quienes hicieron todavía más popular el modelo, aunque en este caso no se trata de una canción ni de un SEAT, sino de un FIAT, el de la dupla formada por suegro y yerno, Fernando Navarrete y Cristóbal Mora.

Hacer la carrera más dura del mundo en un coche así es algo tan único como ellos, que se aventuraron por el desierto para participar por primera vez en el Rally Dakar Classic, una categoría en paralelo a los coches más potentes de la mítica prueba en Arabia Saudí, pero que se basa en la regularidad, no en la velocidad. Todo surge a raíz del sueño del mayor de la dupla, que a sus 67 años cumple el sueño de toda una vida junto con el marido de su hija, con lo que puede estar controlado durante casi tres semanas, como comentan entre risas.

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Fernando Navarrete alimentó su pasión por la gasolina desde muy joven, cuando se escapaba de su hogar para sentir la velocidad de los vehículos a toda potencia en las primeras épocas de la prueba. ¿Por qué un Panda? La respuesta la tiene muy clara, ya que siempre le han gustado, además de que ha participado varias veces en competiciones de este modelo, pero para el Rally Dakar ha utilizado una curiosa unidad que era propiedad de una persona que ya falleció.

"Desde que tenía 13 o 14 años, que ya tengo 67, me escapaba de casa con la Derbi para ver pasar los coches del Dakar que iban a Marruecos. Desde entonces, mi sueño ha sido hacer el Dakar, hasta hoy que lo he conseguido y aquí estamos", explica el piloto. "Siempre me han gustado los Panda y, además, he hecho la Panda Raid cuatro o cinco veces, y le tengo mucho cariño a los Panda. La idea era hacerlo [el Rally Dakar] con un Panda, que es más difícil todavía".

"Con el Panda, hicimos un todoterreno. El 4x4 no es un todoterreno, está bajito, las piedras, las rodadas de los camiones, la arena… Es muy complicado hacerlo y, además, es más débil", asiente Navarrete antes de enseñarnos cada detalle del coche, incluso nos dejó subirnos a él. "Si queréis os enseño el cochecito, vamos a verlo. Este Panda es uno que estaba en un garaje de un señor que murió, y tenía 15.000 kilómetros. Lo compramos, lo desmontamos entero, lo choreamos de arena y lo empezamos a reforzar".

"Le hemos montado una mecánica de Lancia, que da unos 90 CV [de potencia] más o menos. Como veis, está muy reforzado por todos los lados y, por dentro, también, la carrocería, fantástica", explica el campeón de España de Turismos de 1992. "Como veis, las barras son buenísimas, están soldadas a la carrocería, por delante también. Está todo recosido, bueno, está hecho a tope, y la verdad que va muy bien".

"Tenemos unas suspensiones bastante buenas, dentro de lo que es un Panda, claro. Además, luego llevamos por si nos quedamos atascados en la arena, dos ruedas de repuesto, una arriba y otra abajo, más faros ahí", continúa el simpático Fernando antes de darnos a conocer los sistemas que están incluidos en el modelo con el que corren la Dakar Classic. "Los aparatos de regularidad, que van ahí, y parece esto una nave espacial, en vez de un Panda, parece una nave espacial".

Antes hablábamos de que la pareja formada por Fernando y Cristóbal tenían una relación muy especial, ya que son suegro y yerno, y el copiloto, además de decir el sí quiero y de ser abogado, canta las notas para no perderse en el desierto. Con toda la energía del mundo, nos explica cómo es la navegación en un FIAT Panda en el Rally Dakar, no sin antes ofrecernos cualquier cosa que deseáramos de todas las reservas de comida y refrescos que tenían en su autocaravana.

"Vamos por aquí dentro y os enseño el sistema de navegación, que es con lo que el Dakar Classic nos indica para poder competir dentro de esta categoría. Como bien sabéis, a diferencia de los coches grandes, los T1 y T2, Dakar Classic compite con regularidades", dice con mucho interés. "Ellos van a velocidad y navegación, y nosotros vamos a regularidad y navegación. Como bien podéis observar, tenemos una serie de aparatos".

"Al fondo, tenemos el tripycar, que es un aparato te lo da la organización", continúa Cristobal. "En medio tenemos un bull it raid, que es un aparato que nosotros cortamos de forma privada para medir los tiempos y la regularidad, y un pequeño odómetro para tener de referencia los rumbos y la velocidad".

"¿En qué se basa realmente la competición de Dakar Classic propiamente dicha?", se pregunta antes de respondernos. "Pues se basa en la regularidad. La regularidad, como bien sabemos, es estar en el momento exacto en el tiempo exacto. La organización nos da unas tablas que nosotros tenemos que introducir en nuestros elementos de cálculo para poder puntuar lo menos posible, y eso significa que lo estamos haciendo de una forma correcta".

"Dicho así, en teoría es fácil, pero luego, en la práctica, los terrenos, las etapas de regularidad se complican. Tenemos obstáculos como puede ser las dunas, tenemos pasos empedrados, trialeras, tenemos un montón de circunstancias durante la navegación, durante lo que es el transcurso de la etapa, que dificultan hacer la regularidad como te marca el Dakar Classic de forma correcta", indica el copiloto y yerno de Navarrete".

"Poco más que contar sobre lo que es mi papel. Obviamente, es orientar al piloto, ir cantando las viñetas del roadbook que te proporciona la organización. ¿Qué es cantar las viñetas?", vuelve a preguntarse. "Pues avisar con antelación los obstáculos los rumbos, los tiempos que te marcan para seguir el buen camino junto con la competición propiamente dicha, y llegar al vivac todos sanos y salvos".

Aunque son dos los que se juegan el pellejo a bordo del curioso Panda, cuentan con el apoyo de alguien muy especial, que no sale de la familia. No es otro que el hijo de Fernando Navarrete, que con el mismo nombre que su padre es uno de los pilotos más conocidos en el mundo de las carreras de turismos en España, gracias a sus varios campeonatos nacionales monomarca.

Con una sonrisa de lado a lado de la cara, entusiasta y encantado de atender a Motorsport.com, nos narra cómo vive el Rally Dakar desde el punto de vista del que ayuda si algún problema acontece en el desarrollo de la cita por Arabia Saudí. Nos cuenta que tiene un vehículo con el que incluso tuvo que hacer más de mil kilómetros en un día por ciertas averías que sufrió el Panda, una distancia que según nos dice es como ir a París desde España en pocas horas, pero nunca borra ese rostro de alegría por ver a su padre cumplir el sueño de toda una vida.

"Aunque esté fuera de mi ámbito normal, que son los circuitos he venido a ayudar a los chicos y mi labor es, en el día a día, llevar el motorhome, la autocaravana, que también es 4x4, y el remolque de vivac a vivac", cuenta. "La verdad es que es una labor muy bonita, porque voy viendo unos paisajes impresionantes, y voy con todo mi equipo además, que somos como una pequeña familia. Una vez que llegamos a la etapa, mi labor es conducir este coche, por si acaso tienen algún problemita, yo siempre estoy cerca de la etapa con piezas, con algún mecánico, con todo lo indispensable para que, los chicos, si tienen algún problema, puedan seguir".

"La verdad es que me lo estoy pasando muy bien, es una de las experiencias más bonitas que he tenido en mi vida y seguramente volveré, no sé si para correr, pero me apetece muchísimo", desvela el piloto que está sintiendo lo que es la esencia del Dakar desde una perspectiva muy distinta a lo que está habituado. "Estoy disfrutando muchísimo la experiencia y me da un poco de envidia no estar en la carrera conduciendo, pero a la vez estoy igual de contento porque mi padre está cumpliendo el sueño de su vida, que era hacer el Rally Dakar".

Es posible que nunca ganen la mítica carrera, pero lo que ya nadie podrá borrar son los bonitos recuerdos que se llevan de una aventura por Arabia Saudí que nació del sueño de aquel adolescente que se escapaba de casa para ver los coches, lo que alimentó la pasión para llegar a participar en una de las pruebas más legendarias de la historia del automovilismo.


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