Ford vs. Ferrari en Le Mans 66 – ¿qué ocurrió realmente?

La historia de Ken Miles, Carroll Shelby y el GT40 de Ford que batió a Ferrari en Le Mans, en 1966, se dio a conocer al mundo mediante la película Ford v Ferrari protagonizada por Christian Bale en el papel Miles y Matt Damon en el de Shelby. Pero, ¿cuál fue la verdadera historia de lo que sucedió?

Como era de esperar de una película taquillera de Hollywood, la trama mezcló ficción y realidad. Entonces, ¿qué partes de la película son verdaderas y cuáles son falsas?

¿De verdad Ken Miles arrojó una llave inglesa a Shelby en una carrera en California? ¿Alguna vez lo golpeó en la cara? ¿Cómo perdió Miles una ventaja de varias vueltas en Le Mans? ¿Fue un sabotaje de los altos cargos de Ford, que querían que sus otros pilotos ganaran? ¿Qué pasó realmente en la línea de meta? ¿Y cómo fue en realidad la ceremonia del podio?

Narrado por el nueve veces ganador de Le Mans, Tom Kristensen, y usando imágenes exclusivas del archivo de Motorsport.tv y fotos de Motorsport Images, contamos la historia de lo que realmente pasó con entrevistas a una gran cantidad de expertos en automovilismo y al hijo de Miles, Peter, que era un niño cuando ocurrió todo en la vida real.

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¿Qué pasó en la carrera de las 24 Horas de 1966?

Todo comenzó con la intención de Ford de entrar en las carreras de velocidad y resistencia, después de que, a pesar de ser la empresa más grande de Estados Unidos en cuanto a venta de vehículos, sus números cayeran. Por ese motivo, Henry Ford II, nieto del fundador, decidió poner su foco de atención en el automovilismo de más alto nivel, e incluso intentó comprar Ferrari.

Ahí es donde entra el mítico Enzo, que se negó, aunque unos meses después aceptó la oferta de FIAT por estar en apuros económicos. Con el paso de los años, las dos firmas desarrollaron sus propios vehículos, con el GT40 que evolucionó al Mk. II para los norteamericanos y el 330 P3 en el caso de los italianos.

Así pues, y llegados a la edición de las 24 Horas de Le Mans de 1996, la lluvia hizo acto de presencia en el fin de semana en el que se disputó, con unos accidentados entrenamientos que se cobraron la vida de Walt Hansgen. Sin embargo, eso no impidió que se siguiera con el programa previsto para aquella ocasión, en la que Ford lideraba tras las primeras vueltas con Graham Hill por delante de Dan Gurney, mientras que los del Cavallino Rampante se tenían que conformar con la tercera plaza en las manos de Parkes.

Poco después, el segundo clasificado tomo la iniciativa hasta las paradas en boxes, pero los estadounidenses seguían con sus tres vehículos en lo más alto de la clasificación. Ese dominio continuó cuando empezaba a caer el sol, pero también la lluvia, aunque el agua benefició a los de Maranello porque Ford no podía aprovechar la potencia de sus motores.

A medida que amainaba el aguacero, la diferencia de los norteamericanos con respecto a Ferrari volvió a crecer hasta la medianoche en la que volvió a caer la lluvia que contribuyó a algunos accidentes, entre ellos el P3 de Ludovico Scarfiotti, que fue trasladado al hospital. Durante la total oscuridad, los italianos comenzaron a acusar el sobrecalentamiento, y los Ford Mk. II ya comandaban con cuatro coches en las cuatro primeras posiciones, con la dupla formada por Miles y Hulme en el liderato, seguido por Gurney y Grant, McLaren y Amon, y Bucknum y Hutcherson.

En el momento en el que volvió a aparecer el sol, lo que iba a ser toda una fiesta para los estadounidenses, acabó en desastre en boxes con el incendio del quinto Filipinetti Ford. No obstante, en el liderato continuaba la pelea entre los coches de la compañía del otro lado de Atlántico, con Gurney y Grant peleando contra Miles y Hulme a pesar de las estrictas órdenes de equipo.

Eso fue así hasta que el vehículo #3 de la pareja estadounidense se retiró por un problema en el propulsor V8, dejando de esa forma a tres Ford Mk. II en lo más alto, con todos los GT40 ya en casa y los Porsche ocupando los siguientes cinco lugares, por delante incluso de los dos Ferrari GT que fueron noveno y décimo.

El director de carreras del fabricante norteamericano decidió que sus dos primeros vehículos cruzaran la línea de meta de manera simultánea, aunque el organizador de la carrera, la ACO, le dijo que no sería posible, y dada la formación de la parrilla, en donde el #2 había hecho veinte metros más, se declararía ganador. Sin embargo, Leo Beebe continuó con su plan, pero precisamente el coche de McLaren vio la bandera a cuadros un poco antes, y se rumoreó que Miles, molesto por las órdenes que le indicaron, se dejó ir para que no saliera todo como esperaban.

Esa decisión fue un jarro de agua fría para el piloto, quien aspiraba a la Triple Corona de la resistencia al vencer en Daytona, Sebring y Le Mans por desarrollar el GT40. Más tarde, la guerra entre los dos fabricantes que protagonizaron la película llegó a su fin en 1968, puesto que las nuevas reglas limitaron a sus modelos y no presentaron ninguno de sus coches en el Campeonato de Constructores.

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