Ferrari mejoró, pero no lo suficiente según los datos de Australia
Ferrari se va de Australia con cero puntos y un sabor agridulce, ya que la cita de Melbourne podría haber sido completamente diferente. Lo analizamos...
El Gran Premio de Australia dejó muchísimas dudas, incertidumbres y alguna que otra polémica tras un final de carrera muy confuso. La única certeza fue la victoria de Max Verstappen, que salvo en las primeras vueltas, nunca fue cuestionada.
El piloto holandés solo cedió doce vueltas de liderato a la pareja de Mercedes, primero con George Russell como protagonista y después con Lewis Hamilton, al que adelantó en pista en una notable demostración de superioridad por parte del RB19 en comparación con el resto de coches de la parrilla de la máxima categoría del automovilismo.
Sin embargo, la aparición del coche de seguridad por el accidente de Alexander Albon, así como la consiguiente bandera roja para limpiar la pista, cambiaron la situación por completo. De hecho, la interrupción permitió a Verstappen y otros muchos pilotos cambiar neumáticos gratuitamente, ganando posiciones a los que previamente había pasado por el pitlane.
Carlos Sainz fue uno de esos perjudicados, que había parado para montar un juego de neumáticos duros con el que llegar hasta la bandera a cuadros. Una elección que, más allá de la bandera roja, tenía sentido teniendo en cuenta cómo evolucionó la carrera en términos de ritmo, ya que los pilotos apenas mostraron el verdadero potencial de sus coches, salvo en algún momento.
De hecho, el Gran Premio de Australia es probablemente la carrera más compleja de descifrar de las disputadas hasta ahora, no solo por lo caótica que fue, sino también por todo lo que pasó a lo largo del fin de semana. Si en las carreras anteriores, Red Bull había marcado diferencias de casi medio minuto respecto a sus rivales, en Melbourne esa diferencia nunca llegó a los diez segundos.
Una situación casi "anómala" que se debió a un equipo Mercedes que rindió mejor de lo esperado en Australia, por delante de un Aston Martin que sigue sorprendiendo a todos. La pregunta que surge es: ¿qué lugar ocupó Ferrari el pasado domingo en Albert Park?
Sin duda, la situación del equipo italiano se complicó el sábado, por un lado con la decisión pactada con Charles Leclerc de dar una única vuelta extra de preparación, y por otro con ese error del ingeniero de pista que había inducido a Sainz a levantar el pie, enfriando así sus gomas.

Sin esos errores, siendo realistas, Ferrari probablemente habría tenido la oportunidad de luchar por las dos primeras filas con sus pilotos, cambiando la suerte de su carrera, donde el abandono del piloto monegasco en la primera vuelta tras un toque con Lance Stroll le privó, por desgracia, de intentar batallar con los Mercedes, Verstappen y Fernando Alonso, algo que habría ayudado a confeccionar una imagen más clara del fin de semana del Cavallino Rampante.
Sin embargo, la carrera del piloto madrileño por sí sola también ofrece puntos de vista interesantes.
Con solo siete vueltas antes de la aparición del coche de seguridad, esos giros no ofrecieron grandes pistas, pero es precisamente en ese momento cuando la carrera del #55 podría haber tomado otro camino. Por eso es útil dar unos pasos atrás, a esas primeras vueltas, en las que varios equipos habían decidido aprovechar el Safety Car para entrar a boxes y montar el duro.
La idea era clara: por un lado, quitarse de encima la obligación de cambiar de neumático y, por otro, replicar la misma estrategia ya adoptada el curso pasado por Alex Albon, es decir, completar prácticamente toda la distancia del gran premio con un único juego de neumáticos.
Una idea que, dada la baja degradación de Melbourne y la poca probabilidad de sobrecalentar uno de los dos ejes teniendo en cuenta las bajas temperaturas que había, podría haber dado sus frutos. Cuando Ferrari volvió a llamar a Sainz, la idea era repetir dicha táctica, con un movimiento que podría haber metido al español en la pelea por el podio.

Si no se hubiera sacado la bandera roja, Sainz habría tenido que remontar desde el 11º puesto, pero también se habría ahorrado unos veinte segundos que la mayoría de sus rivales habrían gastado en la parada en boxes. Evidentemente, ese delta se habría desvanecido con el paso de las vueltas, pero esos pocos segundos seguramente habrían sido de gran ayuda. Sin referencias precisas, es difícil imaginar con absoluta certeza cómo habría resultado, pero el hecho de poder rodar con un aire limpio tras las primeras paradas habría puesto de manifiesto los puntos débiles y fuertes del SF-23.
Sin embargo, con la neutralización la carrera cambió completamente, obligando a Sainz a realizar una remontada mucho más compleja. Adelantamiento tras adelantamiento, el #55 fue capaz de llegar hasta la cuarta posición, gracias también a maniobras muy buenas como la que llevó a cabo en la curva 3 sobre Pierre Gasly. El aspecto más relevante de su carrera no es la remontada en sí misma, sino que tras quince vueltas, Hamilton y Alonso no habían logrado distanciarse demasiado, de hecho, para cuando el piloto de Ferrari adelantó al galo, la diferencia con su compatriota de Aston Martin rondaba los dos segundos.
Eso es indicativo de algo que, en realidad, se vio durante el resto del gran premio. Sin embargo, el hecho de que el ritmo del domingo de la mayoría de los pilotos estuvo bastante escondido, algo apreciable a simple vista en la carrera de Verstappen, que sacó más de un segundo por vuelta a todos sus rivales solo cuando fue necesario y tuvo que apretar para recuperar el liderato.

El piloto holandés controló la carrera a su antojo, forzando en algunas vueltas y rodando a un ritmo más reducido en las últimas 40 del GP de Australia, solo buscando cruzar la bandera a cuadros sin necesidad de hacer más paradas y evitar posibles problemas de fiabilidad.
Más o menos lo mismo ocurrió con Lewis Hamilton y Fernando Alonso, aunque por momentos el español intentó bajar el ritmo para presionar al británico, pero este nunca flaqueó, siendo fiel a su propio plan, que era administrar las gomas pero sin dar margen a sus rivales. Algo que también entendió Mercedes desde el muro de la carrera, que en repetidas ocasiones pido a su piloto centrarse en su propia carrera y en la gestión de los neumáticos sin mirar al Aston Martin.
Ese miedo constante de no llegar a la bandera a cuadros y tener que hacer así una segunda parada trastocó todos los planes, con un ritmo extremadamente lento. Eso también se puede comprobar observando la carrera de algunos pilotos de la zona media, como Lando Norris y Nico Hulkenberg, que antes de empezar a pelear en pista por la octava plaza estaban a unos diez segundos de la tercera posición, demostrando que el ritmo de los de delante no era del todo real.
Precisamente por ello, el español de Ferrari pudo reengancharse "fácilmente" a Hamilton y Alonso. Es cierto que Sainz logró luego mantenerse a distancia de su compatriota con cierta regularidad, pero en el momento en que Hamilton y Alonso recibieron el visto bueno de sus equipos para empezar a apretar, ambos bajaron el ritmo y dejaron atrás al #55.

Aunque la carrera de Melbourne probablemente ni siquiera dio respuestas a Ferrari, dado que los pilotos habían estado trabajando principalmente en la preparación del domingo, hay algunos elementos dignos de mención, en contraste con eventos anteriores.
Si en Arabia Saudí, Sainz se había esforzado en subrayar las dificultades del SF-23 en aire sucio, tanto en términos de sensibilidad como de sobrecalentamiento de los neumáticos, no fue el caso en Australia, a pesar de que se vio obligado a pasar muchas vueltas a rebufo de un rival.
El sobrecalentamiento de los neumáticos que se había producido en las dos primeras rondas no se repitió en Albert Park, no solo por las bajas temperaturas del asfalto, en torno a los 25°C, sino que también por un paso adelante que da esperanzas al Cavallino Rampente que, poco a poco, podría volver a convertirse en la segunda fuerza del campeonato, por delante de Mercedes y Aston Martin.
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