El Rancho grande de Valentino Rossi

Tavullia.- Nada sucede por casualidad en el Mundial de MotoGP, que tras una década dominada básicamente por pilotos españoles, ya hace un par de años que ha vivido la proliferación de italianos por las cabeceras de las carreras, los podios y las victorias.

Antes de que Franco Morbidelli se adjudicara el título de Moto2 en 2017, había que retroceder hasta 2009 para encontrar el último campeón del mundo italiano, que además no es otro que Valentino Rossi.

Este 2018 lo volvió a conseguir Pecco Bagnaia, que junto a Morbido son los dos primeros campeones nacidos de la VR46 Riders Academy, la escuela de pilotos promovida y financiada por Il Dottore.

El pasado domingo, esta maquinaria perfectamente engranada celebró una de las jornadas más importantes del año en la que fue la quinta edición de los 100 Kilómetros de los Campeones, una carrera de dirt track que reunió a un buen puñado de nombres que cohabitan en el Mundial y a la que Motorsport.com tuvo acceso.

La actividad se llevó a cabo en el ya famoso Motor Ranch, una instalación creada de la nada en medio de un precioso valle situado en un paraje idílico a las afueras de Tavullia, que en pocos años puede convertirse en un auténtico centro de alto rendimiento para corredores.

Uno podría pensar que el hecho de que la carrera se disputara entre ‘colegas’ podría rebajar la intensidad de la prueba, pero ese compadreo se convirtió en hambre de victoria cuando comenzó se dio el banderazo de salida poco antes de las tres de la tarde.

Tras al menos cinco cambios de líder, la pareja que se llevó el gato al agua en último relevo fue la formada por Rossi y Morbidelli, que terminaron por delante de Mattia Pasini y Lorenzo Baldassarri.

El Ranch impresiona y lleva el sello que ha acompañado a Rossi durante toda su carrera. A pesar de proyectar una imagen de frescura cercana a la despreocupación, el #46 es un maniático del orden. Ese rasgo queda claro en cada rincón de las 94 hectáreas de terreno sobre las que se ha construido, que ha sido cuidadosamente estudiado, diseñado y decorado con los elementos iconográficos de ‘Vale’.

El amarillo, evidentemente, es el color predominante en la masía en la que los pilotos hacen vida cuando no están sobre la moto.

“Todo lo comenzó Graziano”

“El Ranch nació en 2010”, explica Alberto Tebaldi, el director de la VR46, y la mano derecha del multicampeón en el ámbito empresarial. “Antes se entrenaba en una pista que se conocía como La Cava, aunque era mucho más amateur. Necesitábamos un lugar más profesionalizado, y Graziano nos ofreció este valle, que era suyo. Los primeros que vinieron fueron Valentino, Pasini y Simoncelli, que llegaron un día y se pusieron a trazar un circuito sobre la hierba con sus motos”, añade Tebaldi, especialmente satisfecho porque la pista recibió este invierno la homologación de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM).

En estos ocho años, la evolución de la pista, con una cuerda de 2,5 kilómetros, ha sido tremenda y eso se ha visto reflejado en los tiempos. “Pasamos de rodar en 2m 20 segundos a hacerlo en 2m 1 segundo, que es el récord actual. “A lo largo de este tiempo hemos ido tratando de mejorar las condiciones del circuito para que los pilotos puedan obtener más información cuando ruedan”, añade Albi.

El trazado se levanta sobre una capa de cemento de medio metro de grosor, en la que encima se han ido vertiendo varios mantos de arena de distinta procedencia, para tratar de conseguir los niveles de adherencia deseados.

Un tinglado de este calibre requiere cuatro personas trabajando a tiempo completo en el mantenimiento del Ranch, aunque en un futuro próximo seguramente serán más.

“La idea es seguir creciendo. Nos gustaría poder construir un gimnasio y una pista de atletismo de 400 metros, además de un centro médico, para que la instalación fuera integral”, puntualiza Tebaldi, que visto el impacto den la zona de los 100 Kilómetros de los Campeones, no descarta abrirla a algunos miembros del club de fans de Rossi en próximas ediciones.

“Un entrenamiento integral”

La Riders Academy la coordinan, sobre todo, Tebaldi y Uccio, el mejor amigo de Rossi y su sombra desde que desembarcó en el Mundial, en 1996.

Cuando un joven entra a formar parte del universo VR46, la compañía pasa a hacerse cargo de él en todos los aspectos, y a cambio recibe un porcentaje de los beneficios que el chico obtiene de los acuerdos que firma. A cambio, esta fórmula ofrece una formación en todos los sentidos, no solo en el competitivo –Emile es la profesora de inglés que trata de que los chavales ganen fluidez a la hora de expresarse, con los técnicos y ante las cámaras y micrófonos–.

“La academia les proporciona a los pilotos un entrenamiento integral. Ellos no se tienen que preocupar de nada más que de centrarse en ser cada vez más competitivos. Nosotros se lo proporcionamos todo: motos, mecánicos y demás, y les damos un plan que contempla varias disciplinas, desde soft cros a dirt track, y pasando por motos pequeñas. Además, también vamos a Misano a rodar con las grandes (Yamaha R6 y R1)”, zanja Uccio.

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