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Artículo especial

Demasiada perfección en el DTM

El DTM, con sus autos perfectos, aún nos debe la gran carrera del año, asegura nuestro columnista Mauricio Gallardo.

Tom Blomqvist, BMW Team RBM BMW M4 DTM

Tom Blomqvist, BMW Team RBM BMW M4 DTM

XPB Images

Chica de la parrilla de Augusto Farfus, BMW Team RBM BMW M34 DTM
Chica de la parrilla de Marco Wittmann, BMW Team RMG BMW M4 DTM
El inicio: Miguel Molina, Audi Sport Team Abt Audi RS 5 DTM spins
Tom Blomqvist, BMW Team RBM BMW M4 DTM leads
Chica de la parrilla de Mike Rockenfeller, Audi Sport Team Phoenix Audi RS 5 DTM
Casco de Jamie Green, Audi Sport Team Rosberg Audi RS 5 DTM
Pitstop, Gary Paffett, ART Grand Prix Mercedes-AMG C63 DTM
Antonio Felix da Costa, BMW Team Schnitzer BMW M4 DTM
Robert Wickens, HWA AG Mercedes-AMG C63 DTM
Tom Blomqvist, BMW Team RBM BMW M4 DTM
Tom Blomqvist, BMW Team RBM BMW M4 DTM
Paul di Resta, HWA AG Mercedes-AMG C63 DTM

Nadie duda que el DTM es la categoría de autos de turismo por excelencia. Sus máquinas fantásticas y sus grandes pilotos cautivan cada temporada a miles de fanáticos en todo el mundo.

Sin embargo, por diferentes motivos, el Campeonato Alemán de Turismo tampoco escapa a uno de los grandes males del automovilismo moderno y es la falta de sobrepasos o de batalla directa en las posiciones de vanguardia.

Uno de los principales aspectos en los que destaca el certamen donde compiten Audi, BMW y Mercedes Benz, es la perfección de estos coches.

Con más de 500 HP los impulsores deleitan a todos, pero su chasis de carbono y la enorme eficiencia aerodinámica, incrementada con los enormes difusores delanteros y traseros, los vuelve tan perfectos que no se ven maniobras de subvirancia, mucho menos sobrevirancia, tampoco en las frenadas porque allí también son altamente eficientes, es decir van justo como tienen que ir, ni un milímetro más allá y entonces se produce una de las causas del porqué cuesta tanto la superación en carrera.

Los autos pueden marchar bastante cerca unos de otros, pero en cuanto se intenta una aproximación más peligrosa, quien viene detrás pierde sustentabilidad y ni siquiera el DRS, que al mejor estilo Fórmula 1 llevan los DTM en su enorme ala trasera puede contrarrestar esta cuestión aerodinámica.

Paralelamente, la elección de circuitos relativamente cortos y trabados, sin largas rectas y fuertes frenadas, también atenta contra ese apartado de todo buen espectáculo sobre ruedas.

Siempre da la sensación de que los pilotos no pueden explotar todo el potencial de sus autos, porque cuando comienzan a hacerlo ya se les acaba la pista.

También se debe tener en cuenta la enorme paridad entre los autos y eso no es un dato menor. Basta ver una clasificación para encontrar a los 24 pilotos encerrados solo 9 décimas de segundo.

Ahora bien, este punto nos vincula con otra de las cuestiones y tiene que ver con el lastre que suman por reglamento las marcas que van ganando. Si bien los kilos de diferencia no son demasiados, cuando se clasifica en menos de 1 segundo, 3 o 4 décimas te condenan al fondo de la grilla y remontar es casi una utopía.

Aunque siempre castigar con kilos extras al que gana es injusto, quizás sea tiempo de cargar a cada piloto que gane y no condenar a todos los de su marca, dejando siempre abierto el abanico de posibilidades.

Por ejemplo, cuando BMW es el más liviano pone 10 autos arriba y no luchan entre sí, lo mismo sucede cuando le toca a Mercedes o Audi y ya sabemos que antes que un certamen de pilotos, el DTM es un campeonato de marcas

El formato de dos carreras que introdujo el campeonato este año fue bien implementado y al haber dos clasificaciones por separado, generalmente las grillas se modifican y los protagonistas se alternan entre una y otra carrera, evitando así los dobletes que ya son un clásico en el Superbike, pero esa es otra historia.

Sin dudas el DTM seguirá siendo una de las favoritas de cientos de miles de fanáticos. Tiene historia, cuenta con autos soñados y seguramente podrán encontrarle la vuelta a todo este asunto para generar carreras emocionantes, como en otros tiempos, donde los autos no eran tan perfectos.

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